Kim Seokjin es conocido como uno de los mejores cirujanos de la ciudad. Sin embargo, detrás de su apariencia inocente esconde los pecados y secretos más oscuros de su familia y de si mismo.
Sus problemas aumentan cuando se convierte en la obsesión...
"Sabes que puedes llamarme si necesitas a alguien. Recogere los pedazos si te deshaces Pintando estrellas en tu techo porque deseas encontrar algún sentimiento Necesito que te aferres"
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—Puedes tener tu venganza sin preocupaciones si me tienes a tu lado Jin.
—Tu no los amas, nunca lo hiciste.
—Jin, aún puedes arrepentirte.
Las palabras de Namjoon se repiten en la memoria de Seokjin como una grabación rota mientras sus pasos hacen eco en el último piso del hospital.
Sus manos están cubiertas de los guantes que le entregó Namjoon, sus dedos haciendo sonidos extraños cuando el material de caucho se retuerce. La gorra de un enorme saco oversize negro cubre su cabeza y una mascara blanca sin expresión, aquella que usaba Namjoon, cubre su rostro.
Él camina tranquilo, el pasillo está vacío porque es la sección personal de los Kim, la única enfermera autorizada está justo en los pocos minutos de descanso que le son permitidos y por ello, no hay nadie más que él.
Nadie más que su hermano Seung-heon y él en aquel piso.
Namjoon le había entregado la ropa que usaría cuando estaban en la casa del moreno y en un momento le había pedido girarse. Cuando Jin había sentido su presencia a sus espaldas, con sus manos deslizándose por sus costados, delineando sus costillas y ascendiendo hasta sus pectorales, se había puesto completamente nervioso y escalofríos habían erizado su piel.
Y entonces Namjoon se había detenido en aquel corazón tatuado en la sonrisa ascendente de sus costillas. Su índice recorrió con adoración el colorido tatuaje y se agachó un poco, para después posar sus labios sobre el en un beso. Justo sobre el corazón que contenía una N y una J. Que Namjoon besara su tatuaje le provocó escalofríos satisfactorios y pronto se encontró atontado en su presencia.
—N-Namjoon... ¿Qué—Le había dicho pero a cambio había sido sermoneado.
—Deja de cuestionarme. No te gires hasta que te lo permita. —Su voz grave y demandante, oscura y gruñona había regresado. Jin se mantuvo en silencio, nervioso y sonrojado de molestia, sin embargo no le respondió y esperó atento a ver que pretendía.
Namjoon cambió cuidadosamente la gaza ensangrentada que se ubicaba justo sobre las heridas de su pecho, siempre ubicado a sus espaldas lo cual solo aumentaba su nerviosismo. Había sido descuidado antes durante sus embestidas y Namjoon al darse cuenta de los caminos carmesí que pintaban el cuerpo de su doctor, se había recriminado por no haberlo tenido en cuenta antes.
