ESTRELLAS Y MORDISCOS

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{RACHEL}


Llegamos a la parte trasera de una montaña, alejada de San Anselmo, por otra carretera distinta de la que caminamos para llegar a San Rafael. No sé dónde llega pero no queremos ir a ninguna ciudad ni pueblo, queremos un refugio en medio del campo, alejado de todo.
La caravana se detiene en un prado encima de un monte.
- Creo que aquí estaremos bien- nos dice Kate y Larry asiente.
- Sí, nos quedaremos aquí un tiempo- nos dice Larry.
A todos les parece bien.
Salgo y echo un vistazo alrededor. Hay árboles rodeando el claro y un río cerca, se escucha el agua.
Parece seguro, por el camino no hemos visto a ningún zombi y no se escucha ningún gemido.
Respiro aire fresco y miro hacia arriba. Está oscuro, es de noche. Desde aquí se ven montones de estrellas, es una visión preciosa.

Alguien se acerca a mi lado y entrelaza sus dedos con los míos. Es Nash, quién sino. Me sonríe y le sonrío levemente.
- Lo siento...- me susurra y me besa la mano-. Por lo de esta tarde en la iglesia. No te traté bien.
- No importa, Nash- le digo y es verdad, no importa.
Nos alejamos un poco, sin abandonar el prado, de espaldas a la caravana, y nos tumbamos en la hierba. Él me abraza y yo le abrazo. Juntos miramos las estrellas. Ojalá pudiera grabar este momento para siempre. Soy feliz ahora mismo, me olvido de todas mis penas y solo pienso en Nash, en él y en mí. Quiero tenerlo a mi lado toda la eternidad, no separarme nunca de él.
De pronto algo se cuela entre las estrellas, una estrella fugaz.
- ¡Mira!- le digo a Nash señalando la estrella fugaz-. Pide un deseo, corre.
- Deseo estar a tu lado toda la eternidad, que nada ni nadie nos separe nunca.
- Pero en silencio- digo yo y le doy un leve golpe en el hombro-. ¡Que sino no se cumple!
Estoy a punto de pedir mi deseo pero ya la estrella fugaz ha desaparecido.
- Ya se fue- suspiro y me abrazo más a Nash.

Lo miro y a la luz de la luna se reflejan sus hermosos ojos azules. Me mira y me sonríe, intento grabar a fuego la imagen de su hermosa sonrisa de dientes blancos.
- ¿Te he dicho alguna vez que tienes los ojos más bonitos del mundo?- me pregunta él.
- Eso debería decírtelo yo- le susurro y seguimos mirándonos.
Podría besarlo pero no quiero apartar la mirada de su sonrisa, de sus ojos, de todo él en sí.
- Ey, tortolitos, ¿ayudáis o pretendéis quedaros todo el rato ahí?- nos interrumpe Larry y salgo del precioso mundo en el que me encontraba.
Suspiro y miro a Larry, Nash también.
- Hombre, preferimos quedarnos aquí- dice y me río.
- Pues no va a poder ser, tenéis que ayudar a organizarnos.
- ¿Organizarnos para qué?- le pregunta Nash.
- Para dormir, para comer y esas cosas. Llegaréis los últimos y cogeréis el peor sitio, tendréis que dormir en el suelo- nos avisa.
- Vale- le digo.
- ¿Vale?- me pregunta Nash mirándome, frunciendo el ceño.
- Quiero quedarme un rato más aquí contigo- le susurro, él me sonríe.
- Dentro de un rato entramos a comer, todavía no tenemos hambre- le dice Nash y él asiente.
- Pero no tardéis- nos dice y entra en la caravana.

Miro a Nash y de nuevo, vuelvo a estar en un mundo solo con él y nadie más.
- No sabes cuánto te quiero- le susurro.
- Yo más, eso seguro- me susurra y esta vez sí nos fundimos en un apasionado beso. Ya echaba de menos sus besos, sus labios...

Casi me quedo dormida en su pecho pero él me mueve.
- Rachel, no te duermas, tenemos que comer- me susurra y me besa en la cabeza.
Yo asiento, soñolienta y vamos a la caravana.
Alex y Roxanne están durmiendo en un sillón largo que hay dentro de la caravana. Caben a lo justo, doblando las piernas.
Jack y Maya están cada uno en un asiento largo, con una mesa entre ellos. Están jugando a las cartas. Al vernos, mi primo nos sonríe.
- ¿Queréis jugar?- nos pregunta y asentimos, contentos de tener algo con lo que distraernos.
Maya se levanta y se sienta al lado de Jack y Nash y yo nos sentamos en el otro sillón, frente a ellos.
- ¿A qué juego?- pregunta Nash.
- Al mentiroso- dice Maya.
Aún estoy algo resentida con ellos por lo que hicieron, pero lo superaré con el tiempo, sé que no fue intencionado. Y veo a Jack ahora de otra forma, como más despierto, más alegre y jovial, como la persona que era antes, y eso me alegra. Tras la paliza que le dio Nash, es como si hubiera despertado de un trance que comenzó cuando vio a sus padres muertos. Sin embargo, yo aún no he podido saber qué ha sido de los míos, pero lo mejor es pensar que ya no están vivos, no merece la pena seguir buscándolos con todo este peligro y para llevarme solo malas noticias. Prefiero dejarlo pasar, por mucho que me duela, por mucho que me siga doliendo.

Apocalipsis Zeta - Parte 1: En busca de un lugar seguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora