{NASH}
Ella me despierta de mi profundo sueño. Me mueve por los hombros, yo abro los ojos lentamente, aún cansado, agotado.
La miro y veo que tiene lágrimas en los ojos.
- Eh...- le limpio las lágrimas-. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- voy a abrazarla pero ella se aparta.
- ¿Cuándo pensabas decírmelo?- me pregunta y por un instante me temo que haya descubierto la marca del mordisco. En realidad, no es un mordisco, el zombi no llegó a morderme, solo logró rozar sus dientes en mi piel dejándome una pequeña marca, pero no apretó. La descubrí mientras nos marchábamos de San Anselmo, pero decidí no decir nada por no preocupar a nadie y porque, en definitiva, no es nada. Esto no puede matarme, la infección no ha penetrado en mi piel, estoy bien.
- ¿Decirte qué?- pregunto intentando hacerme el sorprendido.
- No te hagas el tonto- me dice duramente y me sube la manga del brazo en el que tengo la marca rojiza del mordisco.
- No es nada, Rachel, en serio- le sonrío levemente-. No llegó a morderme. Y no quería preocuparte. Porque no es nada- vuelvo a repetir.
- ¿Entonces cómo explicas que estés sudando?- dice tocándome la frente-. Además, pareces cansado.
- Seguramente solo es fiebre- me encojo de hombros y la miro fijamente-. Rachel, no es nada, sino ya estaría convertido, y estaría frío, no caliente. ¿No viste lo rápido que se convirtió Kate y cómo estaba?
- No sé yo...- suspira ella no muy convencida-. A ella le desgarraron la piel, a ti no. Quizás...
- Déjalo, Rachel, no lo pienses. Estoy bien. Solo un poco cansado y mareado. Aunque haya aparecido la enfermedad esta que convierte a uno en zombi, no han desaparecido las demás enfermedades, habré cogido una gripe- le digo, y es lo que creo.
- Bueno, te traeré algo- dice Rachel y se aleja.
Al rato me trae una pastilla y un vaso de agua.
- Tómatela, es para el mareo. Por suerte, había algunos medicamentos en el botiquín- me dice sonriéndome dulcemente y hago lo que me pide.
- Gracias- le susurro y se acerca a mí a darme un beso en la comisura de los labios.
- De nada.
- Mmm... eso me ha sabido a poco...- le digo con una sonrisita juguetona y se acerca a darme un beso largo.
- Te quiero- me susurra.
- Te amo- le susurro y nos quedamos el uno al lado del otro en el asiento del acompañante mientras Larry conduce, haciendo caso omiso de nosotros.Cuando estoy a punto de cerrar los ojos, el movimiento de la caravana me despierta. Frena y vuelve a acelerar y así unas cuantas veces hasta que frena por completo.
Larry intenta arrancar pero ya no puede. Le da un golpe fuerte al volante, desesperado, y suena el claxon.
- ¡Mierda!- farfulla.
- ¿Qué ha pasado?- oigo una voz desde atrás, la voz de Jack.
- Algo falla. Y no es la gasolina porque todavía le queda mucha.
- ¿Y qué es?- le pregunto.
- No lo sé, voy a mirar- dice Larry y sale de la caravana.
Por los cristales delanteros observo a Larry revisando el capó.
Su cara se asombra cuando parece ver algo. Saca algo que parecen vísceras. No, no lo parecen, lo son. Órganos de los zombis a los que atropelló con la caravana, seguramente.
Sigue sacando todas las asquerosas vísceras hasta que ya parece que no quedan más.
- ¡Qué asco!- murmuro cuando vuelve al asiento del conductor.
- Y todavía quedan.
- ¿Que sí?
Larry asiente.
- Pero es imposible de sacar, vamos a ver si tenemos suerte y arranca.
Larry gira las llaves e intenta arrancar. No va. Lo intenta de nuevo y sigue sin arrancar. Pero él no pierde la esperanza y sigue intentándolo hasta que se da por vencido y golpea de nuevo el volante.
- ¡Joder!- grita.
- ¿Y no puedes hacer nada?- le pregunta Alex, que se acerca a los asientos delanteros.
- No soy mecánico- suspira-. Vamos a tener que continuar andando.
Y de pronto me fijo en donde nos encontramos, estamos en una calle desolada de San Anselmo, libre de zombis por lo que se ve, pero vamos a tener que ir con cuidado, ellos todavía caminan por el pueblo.Cogemos provisiones para el viaje y salimos de la caravana.
- ¿Adónde vamos exactamente?- le pregunta Jack a Larry.
- Primero, a encontrar otro coche. Segundo, a viajar hasta un desierto que hay a unos kilómetros. Allí no habrá granjas alrededor ni casas sueltas donde hay caminantes, no puede haber nada más seguro.
- ¿Y vamos a tener que pasar otra vez por el pueblo?- suspira Alex.
- Otra opción no nos queda- responde Larry y caminamos por una carretera desierta.Encontramos unos cuantos coches pero todos están cerrados y no podemos romper ninguna ventanilla para no atraer a los zombis que puede que estén ocultos a nuestra vista.
En el interior de algunos coches hay personas, algunas muertas y otras convertidas, que al vernos dirigen sus brazos hacia nosotros, en vano, porque están atrapados dentro de los coches.Me encuentro mal, pero intento aparentar que estoy bien. Hago un esfuerzo por caminar al ritmo de mis compañeros. Estoy cansado, sumamente cansado, y empiezo a sentir un profundo mareo, pero no digo nada, no tengo que preocupar a nadie, bastante tienen ya con preocuparse sobre sí mismos.
Un zombi sale de una casa y Larry nos indica que paremos. Él corre hacia el zombi y silenciosamente, lo mata clavándole un cuchillo en el cráneo. Vuelve hacia nosotros y seguimos caminando, cada vez a un ritmo mayor.
Yo me quedo atrás y Rachel se da cuenta.
- Ey, ¿estás bien?- me toca la frente-. Estás sudando- se pone pálida.
- Es el cansancio- suspiro, lo que creo que es cierto.
- Oye, Larry, Nash no se encuentra muy bien. ¿No deberíamos parar un rato y descansar?- le pregunta Rachel.
- No podemos- contesta él y se dirige a mí-. ¿Qué es lo que te pasa?
- Nada, estoy bien, solo un poco cansado- lo respondo, lo que es una verdad a medias.
- Vale, aguanta un poco más hasta que encontremos un vehículo en condiciones y entonces podrás descansar- me dice y asiento.Seguimos caminando, yo al lado de Rachel, ambos cogidos de la mano.
Falta poco para salir del pueblo. Hemos cogido por el camino más alejado posible del centro hasta casi llegar a la autopista que queremos tomar y no nos hemos encontrado ningún coche en condiciones. O estaban cerrados o estaban lo suficientemente estropeados por algún golpe que no conseguían arrancar.
Hasta que vemos uno que parece estar en perfecto estado.
A Larry se le iluminan los ojos y se mete en el coche, que tenía las puertas delanteras entreabiertas.
La llave está colgada en su sitio y Larry la gira. El motor ruge y los demás nos montamos del tirón, con un sentimiento de júbilo. ¡Por fin podré descansar!
Es un coche pequeño, de cinco personas y somos siete. Larry me deja a mí montarme en el asiento del copiloto para no estar aprisionado detrás y poder dormir y descansar bien.Arranca el coche y empezamos a marcharnos de allí pero no dura ni dos metros. El coche se para de repente.
El capote emite un poco de humo. Larry golpea el volante, lleno de frustración.
- ¡Mierda, el motor!
Y entonces los escuchamos. Nos han tenido que oír o si no, no sé cómo nos han encontrado, pero vienen hacia nosotros. Salen desde todas las calles, dejándonos con solo una escapatoria.
Salimos corriendo del coche y nos alejamos hacia el primer lugar que encontramos que nos parece más seguro y al único al que podemos ir, el ayuntamiento.
Corremos como si nos fuera la vida en ello, y de hecho, nos va la vida en ello.
Queda poco para alcanzar las escaleras que dan a las puertas entreabiertas del ayuntamiento cuando oigo que alguien que va detrás mía se cae.
Me vuelvo pero apenas veo nada. Se me está nublando la vista, no sé si por el cansancio, el sudor o un cúmulo de todo.
- ¡Alex!- grita una voz que creo saber de quién es pero que no logro recordar.
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Apocalipsis Zeta - Parte 1: En busca de un lugar seguro
HorrorDe pronto, un día, todo cambia. Las ambulancias y los coches patrulla no aseguran nada bueno. Una mañana tranquila en el instituto y el pueblo revuelto. Jack llega a su casa y encuentra a sus padres, pero no como debería. Su prima Rachel no encuentr...