25 Dulce amargo

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Lilith

En los últimos días, después del juicio final, y tras todos estos años, Ana hizo oficial el darme de alta. Eso, por su puesto, hizo felices a mis papás, a mí me dio una sensación enorme de alivio y Lion no paraba de repetirme lo orgulloso que se sentía de mí por ello.

Por otro lado también me he encontrado con un humor demasiado raro, y es que a veces despierto llorando sin recordar el sueño que tuve, otras veces estoy distraída en Booffee y Chava tiene que reacomodar los libros que no coloqué correctamente; y en las mejores ocasiones, como hoy, me siento tan inspirada que busco los libros más viejitos que tengo, tanto míos como en la librería, y me pongo a rediseñarlos y a restaurarlos si tienen ya un mal aspecto.

En este momento estoy en la cocina restaurando uno con pastas desprendidas y el lomo demasiado frágil y delgado, y estoy tan concentrada en ello que no escucho los pasos de Lion hasta que entra a la cocina.

—¿Cómo es que no terminas drogada con todo esto?

El olor de los químicos debe ser intenso para él, pero como yo ya estoy acostumbrada a ellos, después de un rato ya no lo noto.

Me levanta en brazos y me lleva de regreso a la cama.

—¿Qué haces? Te vas a lastimar y aún no sabemos si te has recuperado del todo. 

Me deposita justo en el centro y se acuesta sobre mí recargando su cabeza en mi pecho.

—Me desperté y no estabas en mis brazos ni a mi lado ¿qué esperabas? Además, apenas y ha salido el sol ¿qué haces levantada tan temprano?

Siento un poco de pena por haberlo dejado solo.

—Lo siento. Hace demasiado calor y ya no podía seguir durmiendo, por eso aproveché para avanzarle al trabajo —paso mis dedos por su cabello y siento cómo poco a poco comienza a relajarse, lo que conlleva a que se pegue por completo a mí y que sea consiente de partes de su anatomía que antes no había notado—. Eh, ¿Lion?

—¿Mmm?

—¿Es por mí o porque aún es de mañana?

—¿De qué hab…?

Su pregunta queda inconclusa cuando se da cuenta de a qué me refiero, pero en lugar de responderme verbalmente, lo hace con su cuerpo.

Se desliza sobre mí haciéndome contener un gemido, y sin dejar el peso de su torso en el mío, al menos no por completo, esconde su rostro en mi cuello y comienza besar esa zona.

—Supongo que ya tengo mi respuesta —es una ventaja que su oído esté cerca de mi boca porque he hablado en voz tan baja que en otro momento podría no haberme escuchado.

Lo siento sonreír antes de abandonar mi cuello  y reclamar mis labios.

Unas horas después, en la bodega de Booffee, sigo restaurando, ya que no terminé de hacerlo en casa, y me pongo lo más cómoda posible en el espacio que los chicos me ayudaron a hacer en el centro para poder colocar ahí todas mis cosas y así no llenar de aromas nada agradables el área de la cafetería.

Después de un buen rato, cuando me incorporo para estirar los músculos de mi espalda, veo a Johnny parado en el marco de la puerta.

—¿Qué pasa?

—Nada. Solo quise venir a comprobarte. Me gusta que estés retomando tu gusto por los libros.

—A mí también —una sonrisa viene en automático a mi rostro—. Esto me hace recordar por qué elegí mi profesión.

Azúcar morena [Booffee #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora