Azúcar morena [Booffee #1]

10 Pastel

Lilith

En el transcurso de la semana parecía una tonta por la sonrisa permanente en mi rostro, sobre todo después de ver a Lion, y es que cada vez que lo veía, recordaba nuestro beso entre todos los libros y tenía que hacer todo lo posible por reprimir el sonrojo que me provocaba, y es que ese beso se sintió más que perfecto y mágico, como sacado de los libros que tanto leo; como si me hubiese transformado. Fue como una medicina que logró calmar mis temores y que hizo darme cuenta que Johnny tiene toda la razón, que no importa si al final te rompen el corazón, vale la pena enamorarse. Lionel vale la pena.

Tenía un poco de miedo sobre cómo tomaría la noticia de que su beso fue mi primero, pero resultó mucho mejor de lo que imaginaba, y es que a mi edad, ¿quién pensaría que seguía siendo “virgen” en ese sentido?, y bueno, no solo en ese, aunque no es que eso se lo vaya a decir por ahora a Lion, y tampoco espero que no lo sospeche dado mi confesión, eso sería muy ingenuo de mi parte.

Ese día Johnny no podía con su felicidad luego de Lion haberse ido y a mí haberme encontrado echa papilla entre las estanterías y abrazando un par de libros, así que tuve que contarle un poquito de lo ocurrido para que después no me bombardeara con preguntas.

Nadie pudo quitarme la enorme sonrisa y la mirada soñadora que tenía por el resto del día.

Ahora es fin de semana y Johnny hoy decidió tomarse el día libre para pasarlo con Marco, por lo que yo aproveché y cerré temprano Booffee para poder acompañar a Lion al baby shower de su amigo, o bueno, de la esposa de su amigo; y aunque en otro tiempo hubiese estado hecha un manojo de nervios por conocer a alguien o por ir a este tipo de eventos donde casi no conozco a nadie y donde además habrá mucha gente, siento que gracias a la ayuda de Lion y a los ánimos de mi mejor amigo, además de un par de sesiones con Ana, he logrado manejar mejor mis nervios y estoy preparada para lo que sea que venga después. Ya no suelo recurrir tanto a mis terapias con Ana, pero dado los últimos cambios en mi vida, necesitaba que supiera las cosas por si algún día llegaba a desmoronarme de nuevo.

Lion tampoco trabajó hoy, al menos no en su taller, ya que él y los otros dos chicos que trabajan con él, sin contar a su amigo Rick, fueron a ayudarle a este último a colocar la carpa, las mesas y demás cosas para la celebración, así que cuando terminara con todo eso, y tras ir a darse una ducha a su casa y arreglarse, vendría por mí.

Yo ahora estoy batallando mucho con el poco maquillaje que tengo en mi tocador, y es que usualmente cuando me maquillo es porque Johnny me ayuda o lo hace por mí, así que esta vez, y al no quererle pedirle ayuda para no modificar sus planes con Marco, quise intentarlo por mí misma y todo me ha salido mal gracias al delineador. No sé cómo Johnny lo puede aplicar tan perfecto, pero yo por más que  lo intenté y que comencé con una línea delgada, una no se veía pareja a la otra y comencé a repasarla y repasarla y repasarla, y mi parpado llegó al punto en que veía más el delineador que las sombras de color que le puse, por lo que tuve que correr a lavarme la cara, porque claro, al no usar siempre maquillaje no cuento con un líquido desmaquillarte o toallitas que hagan el trabajo.

Estoy tan concentrada frotando con suavidad el jabón sobre mis ojos, que cuando tocan a la puerta me llevo un gran susto, así que entre eso y la prisa por ir a abrir, me enjuago lo más rápido que puedo y tomo una toalla para irme secando mientras voy a la puerta.

—¿Estuviste llorando?

—¿Qué? —Ver a Lion lucir tan guapo con sus jeans desgastados, camiseta y botas negras, además de unas gafas estilo Ray Ban, nubla un poco mi capacidad de pensar.

—Tienes el maquillaje corrido como si hubieses llorado —levanta sus gafas y pasa un pulgar por debajo de mi ojo.

—Oh, eso —tomo su mano y hago que me siga a la sala.— Mi maquillaje estaba siendo un desastre, así que me estaba lavando la cara cuando tocaste. No terminé de hacerlo bien, por eso me veo así.