01 Vez primera

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Lilith


Lila, rosa, morado y azul. Son los colores de mi atardecer favorito y el que estoy viendo justo ahora a través del cristal que se supone debería estar limpiando.

—Cariño, ese cristal no se va a caer, te lo aseguro. No es necesario que lo sostengas por más tiempo.

La voz de Johnny me saca de mi ensueño y giro a verlo con una sonrisa.

—Solo me aseguraba que estaba bien colocado.

—Por supuesto —me regresa la sonrisa y mira por encima de mi hombro,— aunque ahora me pregunto si de verdad sostenías el cristal o veías algo más, o mejor dicho, a alguien más.

—Yo solo... —giro de nuevo para mirar por mí misma a lo que mi amigo no le quita los ojos y me encuentro al chico del local de reparación motos de enfrente mirándome fijamente, solo que al saberse descubierto por mí, me sonríe y levanta su mano izquierda como saludo. No soy capaz ni de corresponderle la sonrisa porque me alejo del cristal y voy a colocarme detrás del mostrador para tener, de alguna manera, algo de protección.

Johnny suelta una carcajada y se coloca en la barra frente a mí y se sienta en un banco alto.

—¿Cuando vas a tener las agallas de dirigirle la palabra? Al pobre hombre ni siquiera un hola le has dicho, y cuando viene aquí con el pretexto de un café, sales huyendo como el correcaminos y a mí me dejas a cargo de todo hasta que se va.

—Yo no huyo, solo es una coincidencia que cuando viene yo tengo otras cosas que hacer, como por ejemplo hacer el inventario, o extraer de las cajas productos o libros que aquí hacen falta.

—Sigue mintiendote, cariño. Eso ya no funciona conmigo. ¿Es que acaso el hombre no te gusta? Solo hace falta verlo una sola vez para saber que está hecho un bombón. Así que si no estás interesada, yo voy a ir tras él.

—No creo que tú seas su tipo.

—Nunca se sabe. A mí no me gustan las mujeres, y tú muy bien sabes que experimenté en la preparatoria. Todos estamos llenos de sorpresas y secretos. Además, puede que me haya estado equivocando y que en realidad no te mira a ti, sino a mí —su comentario lo complementa con una pose de diva que me hace reír. Mi amigo es inigualable, llevo 10 años conociéndolo y aún me sigue sorprendiendo a cada rato. Recompone su postura y mira de nuevo por el ventanal.— De acuerdo, creo que estamos a punto de averiguarlo.

En ese momento escucho sonar la campanita que está colocada sobre la puerta y dirijo ahí mi mirada.

Planeo correr como siempre lo hago, porque Johnny tiene razón y me conoce mejor que nadie, soy una cobarde que ni un simple hola le he podido decir al hombre que acaba de entrar, pero es que es solo verlo, aunque él esté al otro lado de la calle, y mis piernas se vuelven gelatina, me sudan las manos, el corazón comienza a latirme más rápido de lo normal y a veces hasta la respiración comienza a fallarme.

No sé porqué reacciono así, pues jamás me había pasado algo similar con nadie, ni siquiera con el último chico que me gustó, pero éste hombre tiene un no sé qué que qué sé yo, que me desestabiliza por completo y saca una faceta en mí que desde hace años no muestro.

Johnny me sonrie, se levanta del banco y luego gira, le guiña un ojo al chico y va a ocultarse entre los libreros, aunque sé muy bien que no se perderá ningún detalle de todo lo que ocurra aquí conmigo.

El local que compartimos es una librería y cafetería, ya que como él estudió Administración de empresas y yo Ciencias de la información documental, nuestra creación del negocio vino perfecto. Él se encarga de que todo funcione correctamente y yo me enfoco en la recuperación y restauración de los libros que compramos en mal estado —ya que nuestra librería a pesar de tener libros nuevos, también vendemos libros de segunda y que son más accesibles en cuanto al costo— y como complemento hago también el pastel o las cosas de repostería para la cafetería.

Azúcar morena [Booffee #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora