12 Deseo

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Lilith

Mi cumpleaños favorito hasta ahora fue cuando celebré por primera vez con mis papás luego de que me adoptaran, y es que estuve con quienes al fin podía llamar familia, con las personas que me dieron un hogar y con los primero que tras mucho tiempo de sentirme a la deriva, me cuidaron y me hicieron sentir segura y amada. Ese momento es uno de los que jamás creo, y quiero, poder olvidar.

En cuanto a hoy, se ha convertido en el segundo mejor, y no solo por poder celebrarlo con mis papás, mi mejor amigo, y ahora con Lion, mi novio —que extraño sigo sintiendo al repetirlo en mi cabeza.— Este cumpleaños también es especial por lo que Lion me ha dicho antes de reunirnos con todos en el patio para comer. He ganada una nueva familia, y me asusta un poco lo mucho que eso me gusta.

Mientras comemos, observo la dinámica entre todos, que para ser la segunda vez que nos reunimos, aunque esta vez con Melanie y su familia, y Johnny y Marco, me asombra la facilidad con la que todos se desenvuelven con los demás como si hubiésemos hecho esto toda la vida.

Lion besa mi sien y eso me hace enfocarme en él.

—Se te va a enfriar la comida.

—Es sopa fría —le respondo tras ver la pasta en mi plato.

—Lo sé —sonríe.— ¿No tienes hambre?

—Es que aún estoy asimilando todo —admito.— Siento que en cualquier momento alguien puede despertarme y terminar con este sueño.

—Todo es tan real como lo que siento por ti —me repite lo que me dijo anoche.

Entrelaza su mano derecha con mi izquierda, y aunque él no es surdo, hace lo posible por comer con su mano libre para no soltar la mía, por lo que sintiéndome valiente, me acerco y dejo un beso en su mejilla.

Tras todos terminar de comer y que nuestros papás hayan mantenido la charla en la mesa, descubro a mamá mirándonos, y cuando nuestras miradas conectan, levanta una ceja como si preguntara si ya es un hecho lo mío con Lion, así que asiento discretamente con la cabeza para confirmárselo. Eso la hace sonreír enormemente.

Mamá, Melanie y la mamá de Lion se encargan de limpiar la mesa —porque a mí me prohibieron ayudarles por ser la cumpleañera— y papá se encarga de ir por unas cervezas para quien quiera beber.

Todos bromean y se cuentan anécdotas de cuando mi papá y el papá de Lion estaban en el club de motos, así que de esa manera pasamos el siguiente par de horas hasta que mamá decide que es momento de partir el pastel.

No sé cómo hay personas que parecen divertirse mientras les cantan las mañanitas y otras que hasta ayudan a cantárselas cuando son para ellos mismos, pero yo nunca supe qué hacer en ese momento porque es demasiado incómodo y lo único que ocasiona es que me den ganas de esconderme debajo de la mesa para evitar el bochorno, así que cuando fui lo suficientemente valiente en mis 15 años, les pedí a mis papás que no las cantaran y que les dijeran a mis abuelos, tíos y primos que tampoco lo hicieran, ya que esa vez planearon hacer, no una fiesta tradicional de quinceañera, pero sí una fiesta más grande de las que estaba acostumbrada; así que desde entonces en todos mis cumpleaños, mi familia omite cantarme las mañanitas y en su lugar solo presentan el pastel ante mí con una enorme vela encendida en el centro para que pueda pedir un deseo.

—El pastel lo hicimos mamá y yo porque tú hiciste el mío en mi cumpleaños —dice Charlotte cuando ve que mi mamá coloca el pastel frente a mí. 

Está lleno de betún de colores como si fuera una pintura abstracta hecha con óleo, además de muchas perlas pequeñas de chocolate blanco y una vela con forma de la princesa Bella.

Azúcar morena [Booffee #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora