Capítulo 03

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"Pub Olimpus"


Raina Karsten.

Las palabras de decepción y enfado no tardan en llegar cuando los socios salen dándonos privacidad. Asumo cada regaño y cada grito, me muerdo la lengua dejando mi impulso violento y contestón sabiendo que no puedo morder la mano a quién me da de comer.

— Esperaba mucho más de ti. Con esto solo me estás demostrando que Cassian era el único bueno. — Suelta las palabras siendo dagas directas para mi orgullo.

— Fue una emboscada, yo no sabía que eso iba a suceder.

— ¡Una buena mafiosa sabe cada detalle antes de que suceda! — Me reclama golpeando la mesa con fuerza.

No me asusto, tampoco me intimida. Sigo manteniendo la vista fija en él, sin bajar la cabeza, sin mostrar debilidad.

Me he equivocado y asumo cada consecuencia que eso trae.

— Tú sola te estas buscando tu lugar Raina, y yo no pienso dar mi brazo a torcer para que resurjas. — Sentencia dejándose caer en su silla. — Consigue seiscientos mil euros en la venta, duplica el dinero que hemos perdido esta noche y tal vez, así me replanté no meterte un puto tiro en la cabeza.

— Como ordene padre.

Doy media vuelta y salgo de allí, no me despido de los socios que esperan en el pasillo para retomar la reunión. Al salir veo a Ray aún dormido en el interior del coche, sigo sin despertarlo. No estoy de humor para aguantarlo, y para qué mentir, contra más lejos lo tenga mejor.

Ahora mismo mis ganas de matarlo son superiores a la que tenía con Cassian. Ha traído la mala suerte y por su culpa no he sido capaz de prever que era una maldita encerrona. ¡Tenía que estar pendiente de que el crío hiciese las cosas bien!

Salgo de los alrededores de la mansión, atravesando la verja y me meto en mi coche saliendo de allí.

[...]

Salgo del baño envuelta en una toalla. Después de un baño relajante, con espuma y burbujas. Mi cuerpo necesitaba eso con urgencia después de todos los tratos que ha recibido en las últimas dos misiones.

Pero aún tengo una gran tensión acumulada, una que lleva días reclamándome.

Dejo caer la toalla al suelo de mi habitación, rebusco en los cajones de mi vestidor hasta dar con mi juguete favorito. Un enorme consolador para satisfacer todas mis necesidades. Podría buscar fácilmente un chico con el que desatar todos mis deseos carnales, ponerlo arder en las llamas de mi excitación y dejarlo exhausto hasta quedar plenamente saciada, pero el tiempo no juega a mi favor.

Dentro de dos horas debo estar entrando al pub Olimpus, y en tres horas, veré la cara de horror de Cassian cuando descubra que estoy allí, y no precisamente para seguirle el plan. Mañana es cuando Enrico irá al pub, pero yo debo dar mi espectacular entrada hoy.

Vuelvo a entrar a mi dormitorio, subo el pequeño escalón que me lleva hasta mi cama y me dejo caer en el mullido colchón. Las sábanas frías hacen contraste con mi piel ardiente, y mi excitación comienza a superar niveles estratosféricos cuando me imagino el rostro de Cassian.

Su mandíbula se tensará cuando me vea, y la mirada de odio que me dedicará será tal, que me mantendrá caliente durante días. Cuanto más lo odio, más me excita. Su cuerpo lleno de tatuajes, y la maraña de pelo ondulado que siempre lleva despeinado, son puntos a su favor.

Noto como mi vagina empieza a segregar demasiados flujos, y aún ni ha comenzado lo divertido.

Enciendo el juguete, abro todo lo que puedo mis piernas y la simple posición consigue calentarme más. Recorro todo mi cuerpo con él, dejo que cada terminación nerviosa de mi piel se electrifique con la vibración que deja a su paso.

Mafia Alemana | Herederos 1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora