Capítulo 10

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"Freya"

Raina Karsten.

Mi tiempo vale oro, y no pensaba perder ni un solo segundo en que Enrico se apareciese por el pub Olympus. Mi trabajo el día que vino fue arrasador, sé que lo cautive y sé que muy en el fondo ese maldito águila tiene que estar retorciéndose de dolor por no ser yo la que alivie sus problemas de testosterona.

Dos días habían pasado desde el estrepitoso ataque de la subasta. Aún no había ido a cumplir la misión de padre, pues dejar ansioso al consejero de los Schiller, es el primer paso para una buena tortura en donde el objetivo es sacar toda la información posible.

Las dos noches siguientes no había puesto un pie en el pub, y no por que no desease subirme al escenario y bailar, si no porque mi cara tenía marcas de lo que había sido un intensa pelea con el policía del bosque. Y lo que menos quiero, es llamar la atención.

Aplico una capa de maquillaje a las zonas levemente rojizas del contorno de mi ceja y mi pómulo. Estiro mis pestañas con rímel, el mejor del mercado y pinto mis labios de un tono rosa palo. Hoy quiero dar una imagen más angelical, aunque me devuelvo la mirada en el espejo y puedo ver todo el caos que abarca mis ojos.

— Jodidamente endiablada. — Me lanzo un beso a mi misma, antes de dedicarme una de mis sonrisas más despiadadas y crueles.

Después de tres días sin bailar en ese pub, estoy vagamente emocionada por volver a tener a todos babenado en mis pies, y porque tan solo hace una hora me llegó un interesante mensaje de Cassian. Tomo mi móvil releyendolo.

"No faltes hoy, Enrico va a acudir."

No somos personas de hablar constantemente por el móvil, es más, es la segunda vez en toda mi vida que hablo con él. Pero su siguiente mensaje provocó que quisiera responderle.

"Quiero que me bailes, y me da igual lo que el águila ese diga."

Supongo que ese mensaje se debía a la duda de si íbamos a volver a actuar como días anteriores en los que estaba resentida por su rechazo. Para su buena o mala suerte, pensaba restregarme contra él. Muchas veces.

Sin ningún tipo de inhibición, tomé mi celular cuando ese mensaje llegó y me calentó de tal forma que tuve que volver a desfogar mis hormonas alteradas con el vibrador, me tumbé en mi cama y tomé una foto de mi cuerpo en ropa interior.

"Si tanto deseas mi cuerpo, puedes masturbarte viendo esta foto."

Le envié la foto y a los pocos segundos los dos tics azules marcaron mi mensaje. No obtuve respuesta, pero me fui bien satisfecha a prepararme.

Salgo del baño ya arreglada, entro en mi vestidor donde cojo un precioso bolso conjuntado con el color de mi ropa. Esta vez dejé los vestidos de lado, unos pantalones negros ceñidos, marcando a la perfección la curva de mi culo, y un top con la espalda al aire anudado en mi cuello de un tono blanco roto. Mi pelo suelto y bien planchado cayendo por mi espalda y parte de mis hombros. Los tatuajes resaltan sobre mi piel blanquecina al igual que mi pelo azabache.

Guardo mi teléfono en el bolso, junto con mi espejo favorito de mano y un sobre transparente que contiene una potente droga. Una vez lista salgo de mi hogar, me monto en mi coche y pongo rumbo hacia el pub donde esta noche promete hechos retorcidos y satisfactorios.

Aparco en mi usual casilla alejándome de la zona más transitada por jóvenes para evitar tener que cargar con más muertes, si alguno de ellos se atreve a rayar mi precioso Porsche. Justo al lado de mi plaza se encuentra la moto de Cassian, la noche empieza fuerte.

Mafia Alemana | Herederos 1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora