Capítulo 20

252 18 0
                                    

"Enemigos"

Cassian Heidrich.

Las calles adoquinadas. Las grandes casas entramadas de madera, similares a las tradicionales, terminan el tejado en pico para que el techo no se hunda con el peso de la nieve. Altas, amplias y vistosas, con colores en sus fachadas llamativos y vivos.

Su historia es muy conocida entre los pueblos alemanes, el conservado centro medieval y los pocos kilómetros que la conforman, es suficiente para captar la atención de miles de turistas.

Un pueblo llamativo y generalmente muy concurrido por personas extranjeras.

¿Qué traería a un pueblo tan conocido a Raina?

Recorro el interior del pueblo con mi coche, desorientado. Coloco la dirección en el GPS incorporado en el coche y sigo las indicaciones.

A pesar de estar a poco más de tres horas y media en coche, nunca había venido. Es muy conocido, pero jamás, he tenido la oportunidad de salir de la ciudad en la que resido. El estrés del trabajo, la ilegalidad de mi trabajo y un poco de desgana por descubrir más mundo aparte de las largas calles transitadas en las que siempre circulo.

Miro la ruta que marca el GPS. He salido del pueblo, pero según la dirección que me dió el guardaespaldas de ella, voy bien. El frondoso bosque que minutos antes dejé atrás, vuelve a rodearme.

Ahora solo veo casas aisladas, caminos con bifurcaciones hacia todas las direcciones y más árboles.

Cuando solo queda un minuto para que llegue a mi destino, según el GPS, comienzo a observar una gran casa rústica. La fachada está cubierta por piedras. Piedras de diversos tamaños de tonos caliza. El característico tejado en pico, con varias ventanas cubiertas por mini tejados saliendo de él. Una enorme puerta que desde la distancia no distingo si es madera o metal pintado en un marrón oscuro.

Pero nada de eso es lo que me llama la atención.

A la entrada del camino por el que estoy entrando, hay una gran explanada. Pero no está vacía, al contrario, hay alrededor de ocho coches, contando el de Raina. No ochos coches cualquiera, si no, lujosos y caros que no cualquier persona puede costeárselo.

Aparco el mío en el exterior, fuera de esa explanada. La ansiedad me carcome, la intriga por saber que mierda está ocurriendo. Qué oculta Raina, y por qué lleva varios días conviviendo con gente igual de adinerada que nosotros.

Apago el motor y salgo de mi coche. Recorro los pocos metros que me separan hasta llegar a la explanada y es allí cuando pensaba que nada podría confundirme más.

Miro cada coche, cada matrícula. Las iniciales de los países.

Siete países distintos y dos repetidos.

Grecia, España, Francia, Italia, Portugal dos veces, Inglaterra y por último, Alemania.

Miles de hipótesis llegan a mi cabeza, pero ninguna logra cobrar un sentido lógico a todo esto.

De nuevo, esas palpitantes ganas de correr y descubrir esto de una vez me avasallan. Guardando el pequeño dato que he recogido de los coches, emprendo el camino hacia la casa. Forcejeo la entrada, pero no consigo abrirla. Tanteo la idea de llamar, pero me arriesgo a no saber plenamente que está ocurriendo en el interior.

Rodeo la casa buscando alguna ventana abierta para poder entrar, pero todo está sellado. Algunos minutos después, el sonido del cristal rompiéndose es lo único que suena o eso parecía, porque en cuanto la culata de mi pistola rompe el cristal, la música llega a mis oídos.

Mafia Alemana | Herederos 1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora