Capítulo 12

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"El juego de la Reina"

Raina Karsten.

Una vez que entras en el mundo de la mafia, solo se sale con la muerte. Puedes entrar por distintos motivos. Herencia, venganzas, obsesiones de líderes, por deudas o simplemente por placer. Sea cual sea el motivo por el que acabas dentro del epicentro de sangre, perversiones y maldades, no hay forma de salir.

Puedes intentarlo, luchar contra corriente, pero siempre habrá una gran cadena que arrastre de tí. Heridas, gritos y esfuerzos, que serán en vano, pues de las garras de un mafioso no se sale, pero de la esencia que envuelve su imperio se impregna en tu piel y por más que hagas el intento de desprender del fuerte hedor que echa, siempre se regenerará hasta volver al punto de partida.

Una traición es uno de los motivos que encabeza la lista para morir.

Puedes traicionarte a ti mismo, a tu familia, a tu entorno, pero nunca jamás puedes traicionar a la mafia y mucho menos volver a ella como si nada hubiera pasado. Ser secuestrado por el bando enemigo para obtener información te deja entre la espada y la pared, porque o mueres a manos del enemigo o mueres a manos de tu propia entidad. Una solución fácil sería no decir nada y morir, pues si sueltas información beneficioso al bando contrario, igualmente vas a morir y encima serás un sucio traidor.

Es entonces cuando entra los métodos de tortura.

En mi caso, los llamo los juegos de la Reina.

La iniciación de ellos es en cuanto mi inicial es marcada en la piel de la víctima. Nunca nadie ha salido vivo para contar todo lo que suceden en estos macabros juegos, pero las especulaciones y las fotos que se mueven entre los bandos de todo el mundo, dejan en claro que mis movimientos son contundentes. Una vez que inicias el juego no hay vuelta atrás. Una vez que acaban en mis manos, son despedazados violentamente. Y Adam Wagner, lo sabe.

— He oído mucho hablar de tí. — Dice entre dientes una vez que recupera el aliento.

— Diría que espero que sea bueno, pero... para qué vamos a mentirnos, me enorgullece más mis maldades, por lo que agradecería que solo se hablase de eso.

— Vendida por sus padres, engañada por Gunther Klosser para un supuesto puesto en el trono, asesina, manipuladora y zorra.

— Qué no se te olvide una cosa. — Camino hacia la mesa dejando la barra, vuelvo hacia la silla y me agacho hasta tener sus ojos a la misma altura que los míos. — Excelente torturadora.

— Disfruta entonces de mi dolor porque no voy a traicionar el legado de mi padre. — Estira sus comisuras hasta formar una sonrisa. — Erinco Schiller y su hermano han dado todo por mi. Si tengo que morir lo haré con mis labios sellados.

Su rostro se contrae y poco después un escupitajo moja mi mejilla. Sus ojos me escanean esperando un gesto brusco hacia él, pero todo lo que recibe de mi es una sonrisa. Relamo mis labios, paso mi mano por mi mejilla hasta quitarme la humedad de ella y luego mostrarle mis dedos mojados por su saliva.

— Grave error. — Paso la mano por su frente hasta ir bajándola dejando todo su escupitajo en su rostro. — Que me escupan es algo que me pone muy cachonda, pero tú no creo que seas capaz de aguantar todo lo que mi cuerpo exige. — Incorporo mi cuerpo y alza sus ojos para seguir viéndome. — Teniendo en cuenta que Erinco no es capaz de saciarme, ¿Qué puedo esperar de un simple consejero?

— ¿Tienes contacto con Erinco? — Sus espesas cejas se contraen y el gesto de horror que pone, me confirma que he dado en el clavo.

— Un contacto bastante curioso. También he tratado con Dominik, Gerald y Conrad. ¿Te suenan?

Mafia Alemana | Herederos 1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora