Dos días pasaron. Salí de la ducha y me envolví en una toalla, me paré frente al espejo de cuerpo completo observándome. Era yo, no cabía duda, pero no me reconocía. ¿Por qué diablos no me reconocía a mi misma? No me veía mal, pero tampoco me veía mejor que antes. Sin contar mi rostro, claro, en él se encontraba la prueba de que había estado llorando.
Me saqué la toalla y observé mi cuerpo. Pechos pequeños, cintura pequeña, caderas levemente resaltadas, trasero de buen tamaño, piel extremadamente blanca. Nada llamativo, pero aún así tenía la atención de Kian, un asesino y captor que había cambiado mi vida por completo.
¿Y si me mataba? Era lo más probable.
¿Y si lograba lo que tanto predicaba?
Enamorarme...
¡No! Prefiero ser asesinada. No puedo ceder ante un psicópata obsesivo, no puedo enamorarme de alguien que mata por diversión, por satisfacer sus deseos y caprichos, porque de ser así sería igual o peor que él.
Encubriéndolo y tal vez incluso... asesinando.
Mis ojos se encontraron en el reflejo del espejo y por un momento me vi allí parada, cubierta de sangre de pies a cabeza. Mi labio inferior tembló y lo mordí en un intento de calmarme, de apaciguar la ansiedad.
En eso entró Kian al baño, lo observé en el reflejo y yo aún me veía bañada en sangre. Él me observó y sonrió sádico, no me moví incluso cuando lo vi acercarse a mi, tampoco cubrí mi cuerpo. Mis brazos se hallaban a mis costados, los recorrió con la punta de sus dedos y cerré los ojos sintiéndolos. Una de sus manos dio una fuerte caricia en mi cintura que me hizo estremecer.
-Estoy llena de sangre- Susurré pero fue en vano.
-Lo sé- Habló con su ronca voz en mi oído. Sentí como su mano hacía un camino por mi vientre hasta perderse entre mis piernas, arrancándome un gemido-. Eso lo hace más excitante...
Sus dedos comenzaron a hacer círculos sobre mi punto débil mientras su lengua se paseaba por mi cuello y yo jadeaba ansiosa. Deseosa de más.
Abrí un poco los ojos y observé nuestro reflejo. Kian tenía una mirada feroz, pero yo... yo aún estaba llena de sangre y con una sonrisa sádica como la de él. Ver eso me hizo reaccionar.
Grité alejándome de él y colocando las manos en mi rostro, levanté de nuevo la vista y ya no estaba. Él nunca estuvo. Vi otra vez el espejo y la sangre seguía allí, sin embargo, mi cuerpo se veía limpio. Desesperada me acerqué al lavamanos y comencé a echar agua en mis brazos y rostro, en mi pecho, mis piernas. Sin darme cuenta las lágrimas volvieron a salir haciendo arder mis ojos.
Esto me supera.
Necesito salir de aquí.
Tomé la toalla y me cubrí de nuevo con ella, salí del baño encontrando a Kian recostado en la puerta de la habitación viéndome fijamente mientras sentía mi cara ponerse roja. Abrí y cerré mi boca sin que nada saliera de ella y enarcó una ceja al darse cuenta de mi intento fallido por hablar, así que preferí ignorarlo.
Apreté con fuerza la toalla y seguí caminando hasta el armario para buscar la ropa, no sé quien diablos vino mientras dormía pero ahora tenía la mitad llena de ropa para mí, justo como Kian me había hecho saber.
-Necesito vestirme- Murmuré sin girarme a verlo, me daba vergüenza ver su cara luego de lo que imaginé en el baño.
-¿Acaso te he atado las manos? Puedes vestirte tranquilamente- Detuve lo que hacía y respiré profundo para intentar no girarme y volarle un zapato a la cabeza.
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Soy Estocolmo. +18 [EN PROCESO]
Mystery / ThrillerSíndrome de Estocolmo. Síndrome de Lima. "Tal vez nunca fui yo el blanco y él el negro. Tal vez nunca hubo blanco en mí. Tal vez siempre fui gris en busca de más oscuridad." #1 en Sádico (07-09-2021) #1 en Síndrome (21-07-2023)