4.

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Atada.

Así creía que estaría. Sin embargo, grande fue la sorpresa que me llevé al descubrir que me encontraba sin vigilancia en el interior de una casa en el bosque. Tal vez por eso; porque no tenía ni idea de en donde me encontraba.

Había salido de la habitación en la que desperté hace un rato y mi cabeza dolía, pero no me detuve. Salí de la casa sin investigar si había alguien más en ella y corrí como pude perdiéndome entre los árboles, desde acá veía de forma borrosa unas estructuras parecidas a unas viviendas.

Tenía muchas preocupaciones pero las dos más latentes eran: ¿Lograría salir de esta sin ser atrapada? Además, se notaba que hace horas había amanecido y había perdido mi avión a casa, ¿qué habrá pasado con las chicas, se habrán ido sin mí o también las habían secuestrado?

Me encontraba tan ensimismada que no noté una rama delante de mí y caí fuertemente al suelo, llevándome un golpe en la frente con una piedra. Mi vista ahora estaba más borrosa, como si tener miopía no fuera suficiente. Levanté la cara y vi dos piernas caminar en mi dirección antes de perder el conocimiento.

...

-Al fin despiertas- La confusión en llenó. Me costó unos minutos reconocer esa voz y recordar la situación en la que estaba, intenté ponerme alerta y solo logré marearme más-. Deja de moverte. No quiero que vuelvas a intentar escapar, es peligroso y puedes volver a hacerte daño.

Vaya, que considerado.

No di respuesta, ni siquiera volví a intentar abrir los ojos; tenía miedo.

-Jaerys, mírame- Mi nombre, él sabía mi nombre. Abrí mis ojos con lentitud y lo observé; lamentablemente lo malo no le quitaba lo atractivo.

-Esto no fue un secuestro al azar, ¿Cierto?- Él frunció el ceño confundido- Te sabes mi nombre, no eres un loco cualquiera. Es decir, si eres un loco pero uno que planea las cosas.

Él solo soltó una risa, una contagiosa, y se veía tan perfecto.

-Está mal llamar loco a quien lo daría todo por ti, pero no te quito la razón- Lo observé cómo si tuviera tres cabezas.

-¿Darlo todo por mi? Ni siquiera sé quién mierda eres, por Dios. Solo quiero irme, necesito ver a mis padres, a mis amigas. Yo necesito...- Mi voz se quebró inevitablemente mientras él me miraba. Su mirada mostraba preocupación- ¿Y mis amigas? Ellas deben estar buscándome, piensa en que ya debieron alertar a mis padres, debes dejarme ir.

Tenía la certeza de que así era. No perdía la esperanza.

-No sé si han dado aviso a tus padres o no, pero no te están buscando- Algo dentro de mi se rompió-. Ellas abordaron el avión a primera hora de la mañana, ya deben estar llegando.

Su expresión era neutral, parecía totalmente sincero. Sin embargo, me reí. El miedo y los nervios me traicionaron y me reí, lo hice sin creer nada de lo que me decía, sin creer nada de lo que estaba viviendo.

Sentí su mano en mi mejilla y su pulgar sobre mi labio inferior, inmediatamente me aparté y lo mire interrogante.

-Te lo estabas mordiendo- Habló serio.

-¿Y qué? ¿Te molesta? ¿Te excita?- Alcé la voz de forma brusca- ¿Te crees Christian Grey o qué mierda?

Sé que me estaba jugando el cuello pero lo nervios me traicionaban. Además, si me mataba, tal vez sería el mejor final para este secuestro. ¿Qué podía esperar? Tal vez que me violara, me vendiera o me llevara a prostituirme. No lo sabía ni quería hacerlo.

-¿Molestarme? No. ¿Excitarme por qué te infringes dolor?- Bufó- Para eso debo infringírtelo yo.

Quiero ir a mi casa. Necesito volver a mi casa.

-¿Ya se te paso el mareo?- No respondí y el suspiró y se levantó- Bien. En el baño tienes productos de aseo personal, usa lo que quieras. En el clóset hallarás ropa que espero que te quede, no tuve mucho tiempo para prepararla.

-¿En serio acabas de decir eso?- Estaba atónita- Joder, en serio estás loco.

-Como decía, haz lo que tengas que hacer y baja para que comas. No tienes nada en el estómago desde ayer y no quiero que enfermes.

-Que considerado de tu parte.

Observé cómo respiraba profundo y movía su cuello de forma tensa. Por un momento me asusté pero recuperé el aire al verlo salir de la habitación.

Me permití darle un vistazo al lugar y las lágrimas salieron por si solas de mis ojos; era real. Era jodidamente real todo esto. Me levanté de la cama y me dirigí al baño, me asustó abrir la puerta y ver mi reflejo despeinado y con el maquillaje corrido, sin embargo, era el menor de mis problemas. 

Me desnudé lentamente y entré a la ducha, mis lágrimas no cesaban y mi cabeza comenzaba a doler. No sabía si volvería a ver a mis padres, mis mejores amigas probablemente se subieron a ese avión, no sabía que pasaría conmigo de ahora en adelante a manos de este loco. Todo cayó en mis hombros empujándome cada vez más, hasta encontrarme sentada en el suelo de la ducha llorando. 

****

-Estuviste llorando- Dijo con sus manos sosteniendo mi rostro. Me alejé de él mostrándole mi repulsión.

-¿Debo reír con mi secuestrador? No estoy tan mal de la cabeza como tú.

Le di la espalda para sentarme en la mesa del comedor. Mala idea. Su mano tomó mi cuello empujándome bruscamente contra la pared, lo observé a los ojos y estaba furioso, aún así no bajé la mirada.

-Estoy cansándome, Jaerys. Tus comentarios fuera de lugar me tienen harto, ¿acaso te he hecho algún daño para que me trates así?

-¡¿Secuestrarme no fue suficiente?!- Hizo más presión en mi cuello, dificultándome respirar- ¿Te molesta que te diga la verdad? ¡¿Acaso tengo que agradecer que me trajeras contigo a la fuerza?! ¡Dime, joder! ¿Tengo que soportar esto y tus cambios de humor solo porque no me has hecho daño físico aún?

Cerró los ojos y volvió a hacer esos movimientos con su cuello, era como una especie de tic nervioso, aparentemente le ocurría cuando intentaba controlarse. Respiró profundo dos veces y abrió los ojos sonriendo como si nada hubiese pasado.

-Lo que tengo que hacer por ti, cosas que se hacen por amor- Soltó mi cuello y besó mi frente mientras una lágrima solitaria de impotencia caía por mi mejilla-. Ahora siéntate, vamos a cenar. No tienes nada en el estómago desde ayer, me sorprende que no vomitaras el alcohol que consumiste en el club.

Se alejó de mi para comenzar a servir la comida con un ridículo delantal de pequeños cuchillos dibujados. 

Definitivamente este hombre no podía ser real.

Soy Estocolmo. +18 [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora