Kian dio un paso al frente y mi cuerpo comenzó a temblar. Me encontraba en shock y no sabía que diablos hacer.
Mi cuerpo reaccionó cuando lo vi caminar hacia la puerta de la casa. Corrí lo más rápido que pude y escuché su risa, subí las escaleras y entré a la habitación a esconderme.
-Ven aquí, mi amor. No te haré mucho daño...- Soltó una risa entre dientes que me hizo tapar mi boca a la vez que soltaba una lágrima. Sin embargo, allí lo entendí.
No podía esconderme. Él estaba literalmente cazando a la chica, se encuentra fuera de sí y, al correr y esconderme, me ve como otra presa.
Salí de la parte trasera del armario en donde me había metido y me coloqué junto a la cama. A la vista de cualquiera que entrara por esa puerta.
Sus pasos me hicieron temblar más. No iba a hacerme la valiente, pero quería sobrevivir aunque estuviera cagadísima de miedo.
La manilla comenzó a moverse.
Mierda.
La puerta se abrió lentamente haciendo el momento más tortuoso de lo que ya era.
Sus ojos carentes de emoción volvieron a verme. Esta vez sí reflejaban algo, estaba ansioso, además del sadismo.
-Kian...- Susurré maldiciéndome por no disimular el quiebre de mi voz.
-Creí que estarías escondida- Él notó mi miedo, yo noté que sus manos temblaban-. Debiste esconderte, siento ganas de hacerte daño.
Tragué grueso procesando sus palabras. Esto me preocupaba.
Si debí haberme escondido.
-No vas a hacerme daño. Tú... tú me dijiste que ibas a intentar que sintiera algo por ti, que te quisiera. Esto no hará que te quiera, Kian, piénsalo.
-Tú no vas a quererme, mentiste, lo sé...
-Yo si quiero quererte- Lo interrumpí-. Pero tienes que hacer un esfuerzo- La manipulación nunca fue mi fuerte- ¿Me dejas tocarte?
Lo pensó un poco y asintió. Me acerqué a él lentamente, sentía que podía desmayarme en cualquier momento.
-Tienes sangre y estás caliente- Mencioné con voz temblorosa, lo vi sonreír hacia un lado con arrogancia. Él malpensando lo que digo y yo aquí apunto de cagarme en los pantalones-. Vamos al baño, ¿está bien? Necesitas una ducha.
Extendí mi mano hacia él, señalando el arco con la mirada. Él pareció entender y lentamente lo colocó en mi mano, quitándose también las flechas de encima. Exhalé el aire aliviada. Lo dejé todo en una esquina, alejándolo de él, me acerqué de nuevo y tomé la mano que me ofrecía, guiándolo a la ducha como si la casa fuera mía.
-¿Te ducharás conmigo?- Me tensé y luego habló de forma despectiva- ¿Me tienes tanto miedo como para llegar a eso conmigo?
Me sentí rabiar pero me obligué a calmarme. Abrí la llave de la bañera.
-No voy a ducharme contigo, mucho menos a... tener intimidad. Acabas de matar a una chica frente a mis ojos, literalmente estaba a centímetros de ellos. Sin embargo, quiero vivir y aún así no olvido que cuidaste de mi.
-Entonces lo haces por agradecimiento- Dijo desvistiéndose ante mis ojos.
-¿Puedes callarte y dejarte bañar? Lo hago porque quiero, tómalo como agradecimiento o como quieras, fácilmente dejaría que me mataras antes de permitir que me obligues a hacer algo que no quiero. Así que cállate y entra a la bañera- La risa que soltó en ese momento me hizo dar cuenta de que el miedo ahora se encontraba en el tercer puesto.
Le di la espalda al momento en el que se despojó de su ropa interior y volví a girarme cuando oí el sonido del agua. Me acerqué y cerré la llave. Tomé su ropa regada, amontonándola en un rincón. El agua se había teñido de rojo. Suspiré.
Acerqué mi antebrazo a su frente y a su cuello sintiendo que se encontraba un poco caliente. Tomé el shampoo que se encontraba allí, lo apreté un poco sobre su cabeza y comencé a masajearlo. La verdad era que me relajaba y prefería tenerlo así, tranquilo.
Enjuagué su cabello y repetí el mismo proceso una vez más. Tomé una esponja que se encontraba allí, debía ser de él, solo vivíamos nosotros dos aquí. Apliqué gel de baño en ella y comencé a pasarla por su pecho lentamente, luego sus brazos, su abdomen marcado. Débilmente me tenté por un momento a seguir bajando pero luego recordé que en el piso de abajo había una chica asesinada por él.
Bajé directamente a sus piernas.
-Me sorprende que no hayas soltado ningún comentario de esos perversos tuyos- Tomó mi mano firmemente, deteniendo mi acción. La llevó a su boca y dejó un beso en el dorso de ella.
-No quiero hacerte sentir incómoda- Reí sin gracia.
-Lo dices después de haberme perseguido por la casa con un arco y flechas.
Se quedó unos segundos viendo a la nada antes de responder.
-A veces no soy yo- Silencio-. A veces no me encuentro.
A riesgo de enojarlo, pregunté- ¿Tienes alguna enfermedad, algún trastorno?
-No lo sé- Me observó atento-, pero tampoco quiero saber. Es irónico porque Mikail es psiquiatra pero nunca he dejado que me psicoanalice o algo por el estilo. No me gusta.
Suspiré cuando ambos nos quedamos en silencio. Terminé mi labor, le tendí una toalla y me di la vuelta esperando a que se cubriera. Lo oí salir del agua, oí sus pasos también y luego sentí sus brazos rodearme estremeciéndome, me tensé un segundo pero luego me relajé. Dejó un beso en mi hombro y susurró en mi oído.
-Fuera por agradecimiento o por lo que sea, lo aprecio.
Y salió del baño con la toalla atada a la cadera mientras yo observaba su espalda ancha.
Joder, voy a volverme loca o iré al infierno por babear por mi secuestrador.
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Soy Estocolmo. +18 [EN PROCESO]
Mystère / ThrillerSíndrome de Estocolmo. Síndrome de Lima. "Tal vez nunca fui yo el blanco y él el negro. Tal vez nunca hubo blanco en mí. Tal vez siempre fui gris en busca de más oscuridad." #1 en Sádico (07-09-2021) #1 en Síndrome (21-07-2023)