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Ig: @vero.nez.x

-¿A dónde vas, Jae?

Observé con reproche a Miranda quién casi ni se veía debido a la montaña de vestidos que tenía en sus brazos.

-Se supone que debes escoger uno- Hablo ganándome una mala mirada de su parte-. Planeaba ir al probador con este vestido. Yo si me he decido por uno.

-Y por uno muy feo- Comentó viendo el vestido con una expresión de asco muy exagerada-. Toma este.

Me entregó un vestido corto y ceñido con una abertura en el muslo, la parte superior era de tirantes y de un azul claro que se tornaba oscuro al ir bajando. Era sencillamente hermoso, tanto que procedí a probármelo sin rechistar.

Me encaminé al probador pero recordé que debía elegir unos zapatos a juego para ver mejor el conjunto. Intenté devolverme cuando mi cara se estrelló con un pecho, levanté mi vista y observé el rostro de la persona.

Chocar accidentalmente con un chico atractivo: listo.

-Lo siento muchísimo, no te había visto- Él me observó de arriba a abajo y me sentí nerviosa. Tenía un semblante frío y era muy imponente.

-Definitivamente el azul es tu color- Dicho eso, siguió su camino dejándome aturdida. No sé exactamente si por su atractivo o por su profunda voz.

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La música retumbaba en mis oídos y me gustaba, si me gustaba. Empezamos a caminar meneando un poco el cuerpo al ritmo que sonaba.

-¡Voy por las bebidas!- Gritó Miranda sobre el ruido, su cabello rojo teñido llamaba mucho la atención.

Erika y yo asentimos y nos dirigimos a la pista a bailar, las canciones eran excelentes. Nos movíamos una frente a la otra hasta que sentí unas manos en mis caderas y un cuerpo detrás moviéndose con el mío. Giré a verlo y el chico no estaba para nada mal, aunque nada que ver con el que tropecé hoy.

-No te había visto nunca por aquí- Observé a Erika sobre mi hombro y ambas rodamos los ojos-. No quiero incomodar, solo te vi de lejos y me apetecía bailar contigo.

-Quiero estar con mis amigas- Enredé mis dedos en su cabello y me acerqué a su rostro-. Búscame al final de la noche, mañana me iré y me gustaría pasar una última noche de diversión-. El chico solo sonrió y desapareció.

-Y pensar que en el instituto eres una santita- Sonreí y me encogí de hombros.

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Pasamos la noche entre canciones y copas. Di un último trago a mi vaso de ron sintiendo una mirada sobre mi, comencé a buscar a mi alrededor y lo vi junto a la puerta, el chico al que le dije que me buscara al final de la noche. Sonreí y me despedí de mis amigas diciendo que me adelantaría al hotel.

-¿Te encuentras mal?- Se preocupó Miranda. Abrí la boca para responder pero Erika se adelantó

-Está caliente pero no por fiebre- Hizo una señal a la puerta del establecimiento y las tres reímos. Las dejé junto a la barra y me acerqué al chico. Erika tenía razón; la Jaerys que salía a jugar en las fiestas o con los chicos no era la misma del instituto o con sus compañeros, pero eso me parecía perfecto y me gustaba.

Llegué hasta él y tomé su mano para salir y subirnos a uno de los taxis que esperaban fuera, di la dirección del hotel y pasamos el viaje en silencio. Notaba que quería preguntarme algo pero no se atrevía.

Luego de 15 minutos estábamos subiendo en el ascensor del hotel.

-Suelta lo que llevas aguantándote todo el viaje- Hablé sin mirarlo mientras me dirigía a la puerta de la habitación y sacaba la tarjeta.

-¿Cuál es tu nombre?- Sonreí con sorna, me introduje al cuarto y tiré de su brazo, cerré la puerta y lo pegué contra ésta.

-¿Eso que importancia tiene si luego no volveremos a vernos?- Me impulsé de puntillas para unir nuestros labios y no tardó en seguirme el beso. Bajé mi mano por su pecho clavando mis uñas lentamente cuando sentí como me tomaba del trasero y me levantaba apretándolo. Enredé mis piernas en sus caderas y comenzó a caminar conmigo en brazos. Me dejó caer en la cama y me separé un poco para quitar su camisa, no estaba nada mal.

Jugó un poco con el dobladillo de mi vestido y comenzó a subirlo, lo ayudé levantando mis caderas y lo terminó de sacar por mi cabeza. Me observaba con el deseo muy marcado en sus ojos. Vi sus intenciones de acercarse a besarme de nuevo pero algo ocurrió.

Todo pasó muy rápido y aún así lo sentí en cámara lenta.

Algo impactó con velocidad contra la cabeza del chico y su cuerpo inerte se desplomó sobre el mío bañándome en sangre.

Y grité.

Grité empujando su cuerpo a un lado, fuera de mi. Grité sin saber si de verdad lo estaba haciendo, si de verdad estaba pasando todo esto o si estaba teniendo una muy fea pesadilla.

-Shhh...- Giré mi rostro hacia el dueño de esa voz. Alguien se escondía entre las sombras de la habitación, no podía ver su rostro, solo su cuerpo desde el pecho hacia abajo y la pistola en su mano con una especie de silenciador-. No llores, preciosa. No es momento-
No me di cuenta que estaba llorando hasta que un fuerte sollozo escapó de mis labios por el temor que sentía.

-¿Quién eres?- Mi voz se oía ronca por el llanto- ¿Por qué nosotros?

-¿"Nosotros"? No, cariño, tú no. Él. No es personal, simplemente estaba tocando lo que no le pertenecía- Estaba pensando seriamente en lo estúpido que sería gritar por ayuda y arriesgarme a que me disparara a mi también, aunque seguramente no tardaría en hacerlo.

-¿También vas a matarme?- El sujeto dio dos pasos hacia adelante mostrando su rostro, no lo ocultaba y eso solo me alertó más. Si no le importaba que lo viera era porque tenía la certeza de que yo no podría contarlo a la policía. Sin embargo, lo conocido de su rostro llamó mi atención.

La sonrisa maliciosa que se extendía en su cara me hizo estremecer pero sus ojos no veían los míos. Bajé mi mirada siguiendo la suya y observé mi sujetador blanco lleno de sangre. Al menos moriría con mi sujetador de la suerte aunque lo hubiera arruinado.

-No mataría a mi mujer- Temblé de miedo al oír esas palabras salir de tus labios. Ya lo reconocía; el chico de los probadores. El de la tienda de vestidos, era él-. Ahora... Compórtate y así tardaremos menos.

Intentó acercarse a mi y logré alejarme un poco entre tropiezos pero eso solo lo enfureció. Sacó de sus bolsillos traseros un pañuelo y un líquido con el cual lo humedeció.

-No, por favor, basta... Te daré dinero, yo...- Se abalanzó cubriendo mi nariz y mi boca mientras yo luchaba por soltarme y no aspirar ese olor. Sin embargo, mi necesidad de oxígeno me traicionó y terminé cediendo. Mi vista comenzó a nublarse y mi cuerpo pesaba más de lo normal.

Él chico se recostó en la cama conmigo en brazos y por mucho que intenté luchar, yo no resistía. Inesperadamente inclino su cabeza y besó mi frente-. Descansa, hermosa. Nos queda mucho.

Mi último pensamiento antes de desmayarme fueron mis padres y mis amigas. No sé si volvería a verlos, y esperaba que las chicas estuvieran bien.

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Soy Estocolmo. +18 [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora