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Mis ojos lo veían, mi mente sabía que estaba allí pero mi cuerpo no reaccionaba.

Un oficial justo frente a mi.

¿Esto significaba que saldría de aquí? ¿Arrestarían a Kian por asesinato y secuestro? ¿Siquiera el oficial me creería lo que le dijera?

No perdía nada con intentar.

-Realmente siento mucho molestar tan temprano pero necesito saber si conocen a la chica o su paradero- Insistió el oficial haciéndome salir de mi ensoñación, sin embargo, Kian se adelantó cuando yo me disponía a hablar.

-No sabemos de quien se trata, señor...

-¿Le apetece entrar a tomar un café?- Hablé rápidamente ganándome una mirada confusa de parte del oficial y una tensa de parte de Kian. Ni siquiera sabía si en esta jodida casa había café pero mi desesperación hablaba por mi. 

-Amor, no creo que...- Kian intentó hablar pero lo interrumpí.

-No seas maleducado, cariño- Dije de forma forzosa-. Hay bastante para comer en casa, no seas egoísta.

En ese momento tuvimos una pequeña batalla de miradas. Entre nosotros sabíamos perfectamente lo que ocurría, pero para el oficial simplemente era una inofensiva discusión de pareja.

-Muchas gracias, señorita- Giramos nuestros rostros hacia el oficial y cuando se disponía a hablar de nuevo, algo ocurrió.

El cuerpo del hombre se impulsó de manera brusca hacia adelante y cayó casi sobre nuestros pies bañando todo de la sangre que salía de su cabeza. Ninguno dijo nada, mi cuerpo temblaba como nunca y mi camisa y mis brazos se encontraban llenos de sangre. Levanté mi vista y a unos pasos de nosotros estaba parado Mikail con un arma en sus manos.

Unos pasos más y le disparaba a quemarropa. 

Miré mis manos ensangrentadas una vez más y un grito salió de mi garganta. No lo pensé, solo me encontraba gritando.

Las manos de Kian cubrieron mi boca y segundos después no sentí mi cuerpo. Todo se volvió negro.


*


-Y una mierda... ¡Y una mierda!- Grité golpeando la puerta- ¡Kian, sácame de aquí!

-Cuando te calmes y podamos hablar, hasta entonces te quedas allí- Respondió con voz tranquila y eso hizo que la ira incrementara en mi. Efectivamente me había encerrado en la habitación. Luego de despertar del desmayo, como él había dicho, me encontraba en mi cama con las sábanas ya puestas pero sin posibilidades de salir de aquí.

Esto no era justo. Le di un dedo y me tomó el brazo entero el muy imbécil, pero esta se la cobraría. No estaba segura cuando saldría pero me cobraría cada una de las mierdas que me ha estado haciendo.

-Kian, por favor...

Mi voz salió quebrada, en un hilo, y aún así no fue capaz de abrirme la puerta. Solo oí sus pasos alejarse y rompí en llanto.

-¡Maldito seas, psicópata de mierda!- Golpeé la puerta con las lágrimas nublándome todos los sentidos- ¡Estuve allí, intenté llevarme bien a pesar de que eres mi jodido secuestrador, he estado para ti en todos tus episodios e incluso te he lavado la sangre de tus víctimas!

Me ahogué con el llanto y comencé a toser, tomé una respiración y continué gritando y golpeando la puerta. Sabía que no lograría nada pero terminaría hundiéndome en estas palabras si no las decía.

-¡Yo quedo con traumas y a ti no te importa nada más que tú mismo! ¡¿Quién me manda a mi a tener humanidad con alguien a quien le falta?! ¡Ahora dime cómo... Mierda! 

La sangre resbalando por mi mano y el repentino dolor en ella me hizo gritar. Me había roto los nudillos de tanto golpear la puerta y ahora mi llanto se debía a dos tipos de dolor: el externo y el interno.

Mi nariz se encontraba totalmente bloqueada, por lo que con dificultad respiraba por la boca. Decidí ir a la cama y acostarme sin importarme llenarla de nuevo de sangre y además de lágrimas. Doblé mi cuerpo en posición fetal y abracé mi mano lastimada mientras pensaba.

¿Cómo pude haber sido tan estúpida como para besarlo? Pero más importante que eso, de no haber llegado el oficial ¿realmente habríamos llegado a más? ¿Y yo se lo habría permitido?

Me da miedo el hecho de que mi respuesta viene con duda.

Mi llanto ahora era silencioso, de esos que suceden mientras tu garganta arde y tu cabeza parece a punto de estallar. Cuando tu nariz se encuentras bloqueada y tu cuerpo se sacude con espasmos involuntarios.

Cuando tu cerebro no deja de maquinar posibles soluciones queriendo escapar de esa jodida situación. 

La ira se había ido.

La resignación estaba aquí, y con ella el sentimiento de soledad.

Mis ojos ardían y pesaban, mi respiración era pausada y estaba a punto de quedarme dormida. Sin embargo, escuché el cerrojo de la puerta siendo desbloqueado, aún así, aún después de romperme los nudillos queriendo salir de aquí, no me moví, solo dejé que mis parpados cayeran por completo.

Seguía dándole la espalda a la puerta y escuché pasos acercarse a mi, rodeando la cama y deteniéndose en frente de mi cuerpo. Sentí su peso hundiendo la zona de la cama cercana a mi abdomen y su olor penetró mi nariz. Solo abrí los ojos cuando su mano tomó la mía.

Observé como limpiaba mi mano y tiré un poco de ella al sentir como ardía. Me observó de reojo por unos segundos y luego retomó su trabajo, procediendo a envolver mis nudillos haciendo un poco de presión. 

Al terminar retiré mi mano y me di media vuelta para darle la espalda.

Mi menté me decía que no debí haber dejado que me curara, pero también sentía que ya ella hora de que él hiciera algo por mi bienestar, a pesar de ser el causante de mis heridas. Era lo mínimo que podía hacer por mi.

Oí un suspiro de su parte.

-¿Por qué no haces un mínimo esfuerzo por entenderme?- Mordí mi lengua cuando sentí el impulso de querer responder. Estoy cansada y empezar una discusión me agotará más- No lo dudaste al ver al oficial en la puerta. Lo invitaste a entrar y vi tu mirada...

Permanecí callada y sin ganas de observarlo.

-Segundos, eso fue lo que faltó para que me delataras y dejaras que me encerraran- Una lágrima recorrió mi rostro-. Intento que me conozcas, que sientas lo que yo siento por ti y por quien eres, sin cambiarte, porque yo no pienso cambiar. Y creí que lo estaba logrando pero tú...- Soltó una leve risa sarcástica- Eres más inteligente de lo que muestras. Me engañaste cual niño, besándome, desnudándome, dándome esperanzas... indicios de que sentías algo.

Esta vez no pude aguantarlo más y giré mi cuerpo para observarlo. Mis ojos debían estar rojos y levemente hinchados porque me costaba un poco abrirlos.

-¿Te hizo sentir bien burlarte de mi de esa forma?

-¿Crees que me siento bien?- Hablé sin fuerzas- En menos de diez minutos me he reprochado por el hecho de haber besado a mi secuestrador, haber estado apunto de llegar a más con él y sobre todo que...

Me callé abruptamente. La había cagado, en todo el día de hoy la había cagado.

-¿Qué?- Me miró fijamente con ira, acercándose a mi, quedando a centímetros de mi rostro- ¿Sobre todo qué?

¿Una cagada más importaría?

De todas formas no saldría con vida de aquí, o al menos no con cordura.

-Sobre todo que me haya gustado tanto, que me hayas movido el suelo con un jodido beso.

Su expresión se suavizó y tardó unos segundos en reaccionar. Levantó su mano acercándola a mi cabeza y por reflejo la alejé.

Sin embargo, su expresión no cambió y continuó el camino de su mano hasta mi cabello, acariciándolo de forma lenta para luego apretarme el corazón con sus palabras.

-Eres mi inocencia y no voy a perderte- Jadeé soltando una lágrima-. Ten por seguro que no te dejaré ir, y que en unos meses ni siquiera tú misma querrás irte.

Soy Estocolmo. +18 [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora