2.

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Kian.

La observaba reír con sus amigas sentada en las mesas afuera del café. Su sonrisa no me permite quitar mi mirada de su persona, de la inocencia y la dulzura reflejadas en aquel rostro.

Llevaba ya varias semanas en esto y no podía evitar la imagen que venía a mi mente de su piel y su cabello, blancos como la nieve, bañados en sangre. Me excitaba de solo pensarlo.

-Jae, ya pronto acabará el viaje- Comentó la pelirroja teñida, una de sus amigas-. Deberíamos aprovechar la última noche para salir a divertirnos.

Ellas no eran de aquí. Se encuentran de vacaciones y decidieron viajar juntas, solo ellas. En tres días regresarían a su país, por lo que yo ya tenía mi plan asegurado. No la perdería.

No dejaría que mi inocencia se alejara de mi lado.

Bajé del auto en dirección a ese mismo café. Entré, pedí el mío sin azúcar, al que ya estaba acostumbrado, y al pagar pedí algo más. Salí observando de reojo a mi chica sin que ella se percatara de mi presencia, a la vez que la camarera se acercaba con la caja de galletas a su mesa.

Subí al coche y dirigí mis ojos hacia ella a través de los cristales polarizados mientras la camarera señalaba en mi dirección, seguramente afirmándoles que aquella caja iba de mi parte.

Sonreí al notar que nuestros ojos estaban fijos en el otro sin que ella lo supiera.

Arranqué saliendo del aparcamiento y aceleré.

Pronto...

Soy Estocolmo. +18 [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora