AU Condones:
LiamDecidimos regresar a pie mientras miramos cómo el sol desciende cada vez más mientras pasamos frente a los edificios, y cuando nos acercamos más a casa, recuerdo mi misión. Quería esperar hasta que estuviéramos solos, pero ¿por qué Scott no podría oírlo también?
—¿Aún vendrás conmigo a comprar condones? —le pregunto a Theo. Es la primera vez que los compro, y si Theo sabe lo que le conviene, vendrá conmigo.
—Necesitarías conseguirme un boleto sin retorno a un universo paralelo en el que caminas desnudo las veinticuatro horas para que me lo pierda —responde Theo.
Scott lucha por encontrar su voz y agrega:
—La próxima vez, solo di que sí. —mueve la cabeza de lado a lado y comienza a alejarse—. Diviértanse con eso, chicos.
Theo corre hasta colocarse delante de él y le bloquea el paso.
—No, no. No quieres sentir que sobras, ¿verdad? Vamos, sé un amigo que ayuda a sus otros amigos a comprar condones.
Ayudo a Theo a arrastrar a Scott dentro de la farmacia Duane Reade que está junto a mi edificio. Scott mueve la cabeza de lado a lado, pero todos reímos como idiotas mientras avanzamos hacia el pasillo de planificación familiar… directo hacia la pared de condones.
Mi plan familiar: no empezar una familia la próxima vez que tengamos sexo. Pero los condones son solo 98 por ciento efectivos, así que ¿quién sabe?
—Vaya, cuántas opciones —dice Theo, sonriendo ante nuestras posibilidades y la incomodidad de Scott—. No puedo evitar pensar en caballos y sandalias gladiadoras con los Trojan. Magnum suena rudo, como si viniera con una bazuca. Casanova está esforzándose demasiado por ser encantador, creo. El encanto viene antes del sexo, no durante —Theo coge una caja negra pequeña—. ¿Qué hay de este? Escriben piel con Y. —Coge una caja azul—. O podemos ir a lo clásico. Aunque no sé por qué alguien querría lo clásico cuando puedes optar por los condones de fuego y hielo de Trojan.
Alzo la mano.
—Optaré por algo clásico si eso significa que mi pene no arderá y se congelará a la vez.
—Es justo.—¿Qué hay de Durex? —sugiere Scott, intentando con valor sumarse al espíritu de la situación. Él nunca antes ha tenido sexo, pero Theo y yo sabemos que estuvo cerca algunas veces durante nuestro primer año de preparatoria—. ¿Te hace pensar en ponis o en lanza cohetes? —Eran caballos y bazucas, pero no. —Theo coge los condones Durex de la mano de Scott y le da una palmadita en la espalda—. Gracias, Scott.
Nos ponemos en la fila. Ya no me río. Realmente desearía que tuvieran un sistema de autoservicio para pagar aquí porque comprar condones quizás es la transacción legal más incómoda de todas. Es raro que te vean como algo sexual, no sé por qué. Incluso sentí que era un poco extraño para mí que Theo me viera de ese modo, y él no es un vendedor desconocido. Es extraño que vea a los mismos vendedores aquí, así que en realidad no debería importarme; es como si estuviera comprando estos condones del otro lado del mundo en un país que nunca planeo visitar otra vez. Pero de todos modos siento que esta compra viene acompañada de un reflector. Tomo unos dulces por impulso con la esperanza de atenuar la mirada fulminante del cajero.