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AU Sexo:
Liam

Resulta que correr bajo la lluvia y jugar trivia en un restaurante muy frío es la primera cita perfecta y, a su vez, la receta perfecta para enfermar a alguien.

Yo soy ese alguien.

Theo esquivó esta bala, pero está lanzándose al fuego cruzado solo para hacerme compañía.

   —¿Ya terminamos de estornudar? —pregunta.
   —¡No era necesario que vinieras!

Estamos en el suelo de mi habitación, armando juntos su rompecabezas de los piratas zombis.

   —Sí, bueno, no estaba teniendo mucha suerte con el nivel diecinueve del Tetris porque no podía lograr que mi cerebro dejara de extrañarte —dice Theo—. No me preocupa enfermar. Solo necesito que termines de construir la tabla de El rastreador espeluznante cuanto antes.

   —Lo sé, lo sé. —Sorbo mi nariz—. Es solo que me siento en un conflicto porque si construyo la tabla implica que el pirata zombi que cuelga de ella subirá al barco e infectará a los piratas humanos, o incluso los matará. —Lo miró—. Quiero evitar el apocalipsis, si es que eso tiene sentido.

   —Pero si el apocalipsis no ocurre, no seremos los últimos dos chicos en el mundo a cargo de reconstruir la población —responde Theo.

   —Eres el genio más estúpido si crees que así funciona la reproducción.
   —Ah, sé cómo funciona. Es solo que no permitiré que eso evite que lo intentemos.

No sé si Theo sonríe porque está imaginándonos teniendo sexo o porque le agrada incomodarme, pero sí sé que no tengo el valor de continuar con esta conversación.

Tomo todas las piezas de la tabla y las encastro como un buen soldado. Y maldición, ahora estoy pensando en un juego de roles donde soy un soldado don nadie que obedece las órdenes del sargento Theo Raeken, y cuando él me pide que haga cuerpo a tierra y le dé cien… vale, debo parar.

Acomodo la manta sobre mis hombros para proteger mi regazo de sus ojos.

   —¿Todavía tienes frío? —Theo se pone de pie y coge su abrigo verde del radiador—. Ten, ya está seco. Debe existir algún estudio científico que compruebe que el jersey de tu novio te mantendrá más cálido y curará cualquier enfermedad mucho más rápido que una manta comprada en Pottery Barn.

   —De hecho, la compré en Target. —Mantengo la manta en su lugar mientras me pongo el jersey de Theo. La prenda huele a la florería de su abuela y me queda cómodo como a Theo—. Gracias, colega.

   —El verde te queda muy bien —comenta Theo—. Consérvalo.
   —Gracias de nuevo, colega.

Este rompecabezas realmente es una obra en construcción: el barco tiene agujeros, como si los humanos que aún no han sido infectados estuvieran a tanto de la existencia del virus zombi y ya hubieran comenzado a disparar balas de cañón.

El océano, el cual Theo decidió que completaría solo, también tiene cientos de agujeros, como si una sucesión de remolinos muy profundos amenazara con tragarse el barco entero.

Hay un pirata a bordo que actualmente carece de cabeza porque Theo tiene la pieza necesaria de su lado. El cielo está oscuro y agujereado; es culpa mía, como siempre. Y lo desarmo más cuando me inclino sobre el rompecabezas para darle a Theo un beso de agradecimiento, apoyo la rodilla sobre las piezas y desarmo algunas partes por accidente.

Se suponía que mi beso de agradecimiento sería breve, pero Theo tira de mí, me sienta en su regazo y me atrapa, y el beso se convierte en algo más.

thiam :: one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora