Touch [Jeonghoon] [Omegaverse]

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Era gracioso lo embriagado que podía estar Jihoon, caminaba tambaleándose y Jeonghan tuvo que llevarlo en el auto, manejó sin recordar exactamente la dirección mientras que Jihoon insistía en pasar por un barrio "rosa" o algo así. De cualquier manera llegó al departamento, bajó al ebrio y casi lo arrastró hasta su cuarto, le quitó parte de la ropa con dificultad maldiciendo a Seungcheol por huir en cuanto llegaron a la puerta.

—Hey, tengamos sexo ahora.— Balbuceó Jihoon en su oreja. —Puedo tener sexo ahora.

—¿Si? Cállate.— Le dijo intentando lanzarlo a la cama. —Necesito que me sueltes para desvestirme. Tendremos sexo.

Jihoon lo soltó con una carcajada tirándose al colchón, Jeonghan lo observó por largo rato de pies a cabeza y suspiró con fuerza buscando las mantas para cubrirlo ¿Cómo se cuidaba de un mono ebrio? ¿solo lo arropaba y ya? Jihoon comenzó a pelear con las mantas y pataleó entre estas como un cachorro, y Jeonghan quería pegarle.

—Dijiste que te quitarías la ropa.— Se quejó Jihoon. —Tendremos sexo.

—Si.— Asintió Jeonghan quitándose el abrigo. —Lo tendremos cuando estés plenamente consciente de tus acciones. Ahora vas a dormir.

—Eso no es justo... Sobrio no puedo hacer ni una mierda.

—Y ebrio tampoco.— Acomodó una almohada bajo su cabeza y volvió a cubrirlo con las mantas. —Ya duérmete.

Se dio la vuelta para irse, iba a dormir en el sillón para no tener que lidiar con él, sin embargo sintió la mano de Jihoon sostener su muñeca y lo jaló hacia la cama, tan fuerte que Jeonghan solo pudo soltar un pequeño grito. ¿Por qué demonios alguien tan bajito era tan fuerte? Ah... recordó la vez que estaba besándolo y como Jihoon en realidad sí tenía algunos músculos, al parecer gracias al ejercicio. Jeonghan no podía desarrollar una musculatura igual, su condición como omega lo limitaba demasiado.

—Quítate la ropa.— La voz de Jihoon sonó seria y como un murmullo.

—Bien...— Asintió sin mirarlo. —Pero necesito que me sueltes.— Jihoon lo soltó. Y huyó de allí. —¡Duerme de una jodida vez!

Le gritó antes de irse.

—¡Ah! ¡Se supone que deberías hacerme caso en esto!

—¡Cuando estés sobrio!

Azotó la puerta y se recostó en el sillón. Era un dolor de cabeza.