Capítulo 2

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Héctor en multimedia.

<<Aline>>

Inahlo una línea más sintiendo la tranquilidad que me da el polvo blanco que yace en el lavamanos.

Sonrió ante la sensación, la cual es interrumpida cuando me cargan alejándome del lavamanos y lanzándo mi cuerpo a la cama.

—¡¿Pero que mierda?!— le grito al tipo de manos tatuadas que me da la espalda. Me pongo de pie y observo la triste escena, el mastodonte a tirado todo mi polvo. —¡¿Que mierda sucede contigo?!—

—Según las reglas usted no puede ingerir drogas— me río.

—¿Según quien?—

—Su padre— se da la vuelta dejándome ver sus bonitas facciones y cuello tatuado. El sujeto me mira directamente a los ojos... —  Ahora vámonos, que tiene escuela— ruedo los ojos.

–¿Quien se supone que eres?, Carlos aún no llega por mi— mencionó a mi guardaespaldas.

—Soy su guardaespaldas— ¡no, no, no! Carlos si me dejaba consumir.

—¿Por ordenes de quien?—

—De su padre, ahora porfavor camine que se hace tarde—

—Hoy no planeo ir— le digo comenzando a sentir ganas de más cocaína.

—¿Porqué?— pregunta fastidiado.

—Estoy drogada— me rio.

—Me importa un carajo— su respuesta me toma por sorpresa —Ahora camine, tome su mochila o lo haré a las fuerzas— sigo riendo, se ve muy cómico.

—¿A las fuerzas?— enarco una ceja.

Veo que toma mi mochila y acto seguido me sube a su hombro.

—Si, a las fuerzas— noto el tono burlón.

—¡Bajame stronzo— pataleo, y golpeo si espalda pero este no se inmuta.

Stronzo: Gilipollas.

¡¿Pero que hace?!— grita Clarisa cuando nos ve bajando las escaleras.

—Clarisa este animale me está secuestrando— escucho la risa del tipo mientras termina de bajar las escaleras.

—¡Ayúdame!— le digo pero la pobre no sabe que hacer. El idiota me saca de la casa, con los otros escoltas mirándonos raro, nadie se había atrevido a tanto. Me vuelve a dejar en de pie. —Maldito animal— me arreglo la ropa.

—Las cosas cambiaron piccolina, ahora irás todos los días a la escuela a menos que tu padre diga otra cosa— ruedo los ojos, comienzo a sentirme ansiosa.

Piccolina: Pequeña.

—¿Como dijiste que te llamabas?— pregunto un poco alterada.

—No lo dije— me mira burlón. Ruedo los ojos y este abre la puerta trasera de la camioneta. —Suba—

—Atrás me mareo— abro la puerta del copiloto y entro, segundos después el hace lo mismo.

Lo veo conducir, se ve muy joven, es atractivo pero no lo suficiente para hacerme tentar. Mis manos comienzan a temblar por la droga, ahora mismo debería de estar bailando arriba de la cama.

—¡Para!— grito y este frena abruptamente.

—¿Ahora que?— abro la puerta de la camioneta —¿A donde va?—

—Que carajos te importa— solgo de la camioneta y corro hacia el callejón que conozco a la perfección. 

—¡Héctor!— grito cuando veo a mi amigo.

—Rizzo— ruedo los ojos cuando me llama por ese apellido de mierda.

—Dame más— me mira mal. —Ni me la metí toda, mi idiota guardaespaldas la tiro—

—¿Carlos?, no esperas que te creas esa mierda— lo sabes sacar el arma y apuntar a mis espaldas, muro de reojo al idiota tatuado.

El idiota también saca su arma.

—Héctor, el es el nuevo, nuevo el es Héctor— Héctor baja su arma, veo de reojo que el idiota también.

—Vámonos— me toma del brazo sin hacerme daño.

—Espera— me zafó de su agarre y miro suplicante a Héctor. Este rueda los ojos y saca una pequeña bolsita que tomo con desesperación.

—No vuelvas aquí en semanas— asiento mandándole un beso, me doy la vuelva y comienzo a caminar hacia la camioneta, subimos sin mencionar nada.

—¿Entonces eres un chico malo?— pregunto cuando comienza a conducir. El se ríe.

—Preguntó por los tatuajes— el niega.

—Solo me gustan— guardo silencio sin sabe que decir.

—¿Entonces como te llamas?— pregunto después de un largo silencio.

—¿Su padre no se lo dijo?—

—No— es raro cuando hablamos, casi siempre me manda a decir las cosas con Clarisa, pues más de una vez lo he mandado al carajo.

—Bueno pues pregúntele— ruedo los ojos. —¿Porqué se mete esa mierda?— pregunta después de unos minutos.

—Me gusta la paz que me da, todo desaparece y solo soy yo en las nubes donde nada duele—

—¿Y cual es su motivo para buscar paz?— detecto algo de ironía en su voz, como si creyera que no tengo motivos para buscar paz.

—Eso no te importa— no menciona nada más.

Minutos después llegamos a la maldita preparatoria, es mi último año.

—Recuerde que las cosas van a cambiar— me dice cuando me abre la puerta y me da la mochila.

—¿Debo tener miedo?— preguntó divertida. Este me toma más muñecas con una sola mano y la otra la mete en el bolsillo de mi pantalón, intento soltarme pero ejerce más fuerza —No te atrevido advierto y sonríe.

Toma la bolsita de coca, me dilata he intento arrebatarle la bolsa pero es más rápido y la eleva.

—Las cosas cambiaron señorita Rizzo— frente a mi abre la bolsa y tira el contenido, el polvito blanco cae al piso partiéndo mi corazón...

—Maldito stronzo— el sonríe cínicamente.

—¡Que tenga buen día señorita Rizzo!— grita divertido cuando comienzo a caminar enojada.

—Es Vial pedazo de pendejo—

Entro a la escucha enojada, frustrada, drogada y no se porque con una maldita sonrisa, que buen maldito inicio de semana...

¿Mi Ángel? o ¿Mi Demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora