Clara, la chica de las drogas en multimedia.
<<Aline>>
Tres días han pasado desde que el idiota tatuado llegó a mi baño tirando mi cocaína, van tres días seguidos que asisto a la escuela, nuevo récord. Y van dos días donde no consumo nada, no porque yo quiera, pero la chica que vende en la prepa nos echo acto de presencia.
Es la hora de salida, espero unos minutos para ver si llega a ver a Clara y efectivamente la veo, camino un poco desesperada hacia ella, no quiero sentir el síndrome de abstinencia así que necesito la droga.
—Cagna— llamó su atención y ella sonríe.
Cagna: perra.
—Hoy solo tengo marihuana, adicta— desde que nos conocemos me llama así.
—Esta bien, dame— ella abre su bolsa como si no vendiera droga pues sabe esconder su mercancía.
—Aquí tienes— me pasa un labial, le pago, agradezco y me doy la vuelva guardando bien el labial en mi bolso.
Camino hacia donde está Christopher, hoy se ve muy guapo, recargado en la camioneta, vestido de negro, con esos tatuajes que dan ganas de pasar la lengua por ellos... sacudo la cabeza, el idiota tatuado no es guapo.
—Señorita Rizzo— abre la puerta para mi.
—Es Vial— digo antes de entrar a la camioneta.
Cierra la puerta sin agregar nada, la camioneta entera huele a el. Sube a la rápidamente toma camino hacia casa.
—¿Crees que podamos pasar por unas hamburguesas?— pregunto después de un rato, hace mucho no tenía apetito.
—Su padre quiere que coma con el—
—Que se vaya la mierda y coma solo— no entiendo porque Gregorio se empeña en obligarme a convivir con el si sabe que lo repudió.
—El me paga, así que a el lo obedezco— bufo.
Ya no menciona nada. Minutos después llegamos a casa, bajo de la camioneta sin esperarlo, entro a la casa, encontrándome con papá y Clarisa.
—Mi niña hice espagueti y albóndigas— mi saliva se hace agua.
—No tengo hambre— respondo con indiferencia siguiendo mi camino.
—Porfavor Aline— dice mi padre y me giro a verlo.
—No tienes derecho a pedir nada— Christopher entra, vuelvo a darme la vuelta siguiendo mi camino.
Entro a mi habitación, intento cerrar la puerta pero el mastodonte es más rápido que yo.
—¿Porque se lleva así con su papá?-— pregunta apenas entramos.
—Eres algo chistoso ¿no lo crees?— pregunto buscando ropa para ducharme.
—Si algo—
—Me dare una cucha, ¿puedes ir a robar espagueti y albóndigas para mi?— pregunto lo más amable que puedo.
—No, si tienes hambre baja y come— le saco el dedo antes de entrar al baño cerrando con seguro.
Rápidamente me desnudó, lojo una toalla y la coloco en el piso abajo de la puerta para que el olor no llegue afuera. Lleno la bañera saco el labial, lo abro y sonrió, ya viene echo el cigarro.
Me meto a la bañera con el cigarro y encendedor en mano, nada más relajante que esto. Prendo el cigarro y comienzo a fumar lentamente disfrutando del momento.
Después de unas cuantas caladas decido apagarlo, para tener más para la noche. Cierro los ojos un momento, los recuerdos aparecen haciéndome querer desaparecer de la vida.
—Per favore, a ella no le hagan daño— les suplica mi madre y ellos le vuelven a pagar.
—¡Mami!— trato de ir hasta ella pero un hombre no me deja hacerlo —Dejanla— suplico...
Observó como comienzan a arrancarle la ropa a mi mamá...
—Stellina, cierra los ojos per favore— mis ojos se empañan mientras aquel hombre me sujeta con mucha fuerza.
Veo y escucho como abusan de ella...
Los gritos de mi madre y la tremenda sacudida me levantan, tengo la respiracion acelerada, las lágrimas se deslizan por mis mejillas mientras Christopher me cubre con una toalla y me abraza... no sabía cuánto necesitaba un abrazo.
—Tranquila, estas a salvo— los sollozos no me dejan háblame, siento el dolor y la angustia de mi madre.
¿Porque no hice nada? ¿Porqué papá no la ayudó? ¿Porqué la dejó ahí?...
Siento como me alzan en brazos y no me opongo, me siento sin fuerzas, sin poder. Me deja sobre la cama, me cubre con las sábanas, mis ojos están tan hinchables que si siquiera los puedo abrir, así que opto por dormir.
<<Christopher>>
Observó a la rubia dormir, se aferró a mi brazo y no puedo apartarme.
¿Que tanto tienes en esa pequeña cabeza? El temor en su mirada y los gritos pidiendo que no la dejaran me rompieron el alma.
—¿Que tanto he han echo Aline?– pienso en voz alta. Me atrevo a acariciar su cabello. Miro su rostro, es muy hermosa la rubia.
Después de unos minutos suelta mi brazo, y comienza a murmurar cosas.
—Yo no quiera dejarla.. lo juro— solloza entra sueños —El, el me obligó a dejarla ahi—
Su voz suena triste y apagada, ¿a quien dejaron? ¿A su sobrina?...
Sigue durmiendo y por mi parte me pongo de pie y salgo de la habitación no sin antes tomar la marihuana y tirarla al retrete. Bajo las escaleras y camino hasta la cónica donde está Clarisa.
—¿Porque ella es así con tu padre?— pregunto tomando asiento en uno de los banquillos de la barra.
—Eso no es de nuestra incumbencia joven Christopher— la mujer dejó de verme con mala cara cuando me vio cuidando de sus flores ¿qué puedo decir? Crecí con una madre florista.
—Lo es cuando se droga por querer olvidar— miento, no se porque mierda se droga. Ella me mira y suspira.
—Lo único que diré es que tiene que ver con la muerte de la señora Marisol— asiento
Clarisa me sirve de comer. Han pasado tres días desde que llegué a esta casa me dieron una habitación al lado de Aline "por su seguridad" tengo un día de descanso y que es el domingo.
—¿Puedes preparar otro plato?— enarca una ceja —Para Aline, antes de dormir mencionó que quería que viviera a robar comida para ella— clarisa sienta una pequeña risa, según lo que se lleva trabajando diez años con ellos.
—Es una testaruda— murmura sirviendo el plato de comida —La cuidarás ¿cierto?—
—Lo haré— y no miento, la rubia merece ser cuidada por el mejor, si alguien le quiere hacer daño tendrá que pasar por mi. Y si ella sola se quiere dañar se lo pondré difícil.
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¿Mi Ángel? o ¿Mi Demonio?
Teen FictionDrogas, depresión y tristeza es lo que describe la vida de Aline. Christopher tratara de ayudarla a encontrar la luz. ¿Se puede ayudar a alguien roto?. No hay que juzgar a una persona por su físico.