Deuda

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Afuera llovía, era evidente. El sonido de las gotas hacía un ruido terrible en el techo del lugar. Phillip pudo despertarse gracias a ese sonido. Parecía un diluvio, el agua caía con fuerza, era de noche, olía a tierra mojada, a café y a cosas que un médico usaría.

Cuando pudo abrir los ojos completamente, inspeccionó el lugar. Estaba oscuro, la luz de la luna entraba por la ventana e iluminaba el sofá en una esquina de la habitación. Phillip se sobresaltó. Sí, había alguien en la habitación. Tuvo que entrecerrar los ojos para mirar con atención. Su respiración se detuvo un segundo: Anthony Bridgerton roncaba.

Siguió inspeccionando y cuando quiso moverse, un latigazo de dolor recorrió su cuerpo. Tuvo que morderse la lengua para no gritar.

Se llevó una mano a su costado derecho, tenía vendajes en casi todo su tórax, hasta respirar le causaba dolor, tenía sed, estaba confundido, no sabía que había pasado y...

—Eloise —susurró.

¿Dónde estaba ella?, ¿está bien? No lo sabía y lo mataba la duda incluso más que el dolor de su cuerpo.

Tosió.

Anthony que parecía profundamente dormido, al escucharlo, despertó. Miró a Phillip.

—Despertaste —se rascaba los ojos.

—¿Dónde está Eloise? —preguntó, alterado.

Anthony lo miró un segundo.

—Mi hermana —decía, poniendo demasiado énfasis en su parentesco—, ella está en casa.

Phillip pudo notar como Anthony arrastró cada letra en su respuesta.

—La señorita Bridgerton —dijo con más cautela— ¿Está bien?

—Sí —respiró hondo—, si no hubiera sido por ti... bueno, la salvaste. Gracias.

—No hubiera permitido que algo o alguien la lastimara... —volvió a toser— me refiero a... simplemente no... Eloise, la señorita Bridgerton.

—Entendí, Phillip —interrumpió—. La familia Bridgerton estará en deuda contigo por siempre.

—Claro que no, Anthony.

Trató de moverse, pero el intenso dolor de su costado lo obligó a recostarse de nuevo. Anthony se acercó.

—¿Está bien?

Phillip trató de sonreír para calmar a Anthony que parecía preocupado, pero el dolor se lo impidió. Examinó el lugar de la herida: los vendajes blancos se habían manchado de sangre.

—Llamaré a un doctor —Anthony se apresuró hasta la puerta y gritó—: ¡Necesito al médico!




***

Al otro lado de la ciudad, ella no tuvo la oportunidad de saber lo que había pasado después de aquella tarde en Aubrey Hall. Cuando despertó, Eloise se encontraba acostada en su dormitorio de siempre, en la casa número cinco como todos la llamaban. 

Estaba en casa.

Las cortinas estaban cerradas, inspeccionó su entorno, lo primero que pudo percibir, por supuesto, fue el dolor de su costado. Se quitó la sábana que la cubría, tenía puesto un camisón y tuvo que ver a través del escote: tenía un vendaje en su costado izquierdo, le dolían las costillas y el resto del cuerpo, como si el animal hubiera caminado sobre ella; no encontró ninguna otra herida, pero era suficiente para sentirse horrible.

(REEDITADA) BRIDGERTON || ELOISE & PHILLIP || PHILOISE || LAS COSAS QUE HICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora