Enzo
—¿Has visto a Deborah?
—¿Quién carajo es Deborah?—La chica a la que le había preguntado me había respondido con otra cuestión.
—Es nueva—rodé los ojos—. No tan alta, pelo rosa, sobre los hombros...—empecé a describirla mientras dibujaba la forma de su cabello alrededor de mi cabeza.
—Ah, claro. La vi salir con Dylan hace como tres minutos—sonrió—. Fueron en su moto. ¿Por qué tanto interés?
—Tengo que cuidarla de patanes como Dylan.El chico que estaba a lado de ella me miró de reojo y se rió también.
Yo estaba hablando de patanes cuando era casi el líder de ellos.El típico.
—No parece que necesite tu ayuda, Enzo. Lo siento, no sé adónde hayan ido. Probablemente no tarden mucho tiempo.
Asentí y me di la vuelta para irme. Me acerqué a Sam, quien también se veía preocupado.
Milo y Gerard charlaban con unas chicas lindas y les invitaban cervezas. Al menos ellos terminarían bien la noche.—Se fue con Dylan.
—Lamento decir esto, pero estamos jodidos.
—No creo que sea tan tonta como para acostarse con él.
—Pero él tampoco es ningún tonto como para dejarla ir.Era una de las pocas veces que Sam hablaba con claridad y era cierto lo que decía.
Intentó tranquilizarme poniendo su mano delgaducha sobre mi hombro. Lo miré, medio sonriente, y nos acercamos con Milo y Gerard, mientras yo intentaba dejar de lado a esa chica que lo único que hacía era torturarme internamente. ¿Qué tenía de diferente como para hacerme sentir de ese modo?Deborah
Dylan no era aburrido. Era exactamente el chico con el cual pasaría la noche.
¿Lo malo? Era un completo perdedor.
Digo, era atractivo, y demasiado guapo. Era guapo y lo sabía, y se aprovechaba de ello. Ya sabía demasiado de ese tipo de personas.Estábamos aparcados frente a una tienda de autoservicio. Su motocicleta era parecida a la de Enzo, excepto que ésta era más pequeña.
Dylan compró una cajetilla de cigarros y me invitó a sacar el primero. Me ayudó a encenderlo y él hizo lo mismo segundos después.
Lo miré de reojo mientras daba las primeras caladas y expulsaba el humo por la nariz.Enchuecó los labios al darse cuenta.
—¿Por qué me miras tanto?
—Estoy examinándote. Creo que llamaste mi atención y todavía no entiendo por qué, pero me da igual.
—¿Te da igual?Yo estaba apoyada en el costado de la motocicleta, y él se acercó para rodear mi cintura con su mano libre.
—Sí. Le dije a Enzo que no me acostaría con sus amigos.
—Enzo Ayers no es mi amigo. Así que parece que no tenemos problema alguno, ¿o sí?Se inclinó para besarme y lo esquivé en cuestión de una fracción de segundo. Se quedó con la quijada apretada.
—Seas o no su amigo, no es el momento. Llévame de regreso.
Rodó los ojos y chasqueó la lengua.
A pesar de que su cigarrillo estaba casi completo, lo apagó tirándolo al asfalto y lo pisó.—¿Por qué?
—Primero que nada, porque tú me has traído aquí.
—Y tú no te habías quejado hasta ahora. Pero está bien, sube.Él se sentó primero frente al manubrio y esperó a que rodeara su torso con mis manos. Al hacerlo, sentí su piel tensándose bajo la mía.
Intenté ignorarlo mientras conducía.
Y cuando llegamos no pudo haber sido peor.
¡Ese idiota estaba esperándome! ¡El idiota de Enzo Ayers me miraba como si estuviera enojado conmigo!
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PERSPECTIVA
Teen Fiction«Siempre hay un chico malo, una chica buena y una mala en el medio. Afortunadamente no siempre la buena consigue lo que quiere.» hueleachxrros (ángela pjb) ©