o c h o

5.4K 277 19
                                    

Deborah

Enzo me hizo caso al llevarme a un bar que estaba a un par de kilómetros alejado del bosque en donde estábamos.

Al entrar al lugar, lo primero que hice fue quitarme la chaqueta por el calor que se sentía.

Estaba atascado de hombres, de casi todas las edades. Aparentemente de dieciocho en adelante, pero hombres en su mayoría. Una que otra chica los acompañaba, y seguramente yo era la décima por ahí.

Sentí la mano de Enzo bajando protectoramente por mi espalda. No le reclamé, puesto que nunca lo he hecho y no me incomodaba, pero de todos modos era algo extraño para mí. 

—Bien, ¿qué quieres tomar? —Me preguntó cuando nos sentamos frente al barman. Éste me echó una mirada y sonrió.
—Whisky.
—¿Bromeas?

Enarqué las cejas. Él me había preguntado y yo le había contestado. Así de fácil: quería whisky.

Entendió mi gesto y pidió una botella nueva al joven barman, que no dejaba de mirarme. No sabía bien si era por mi cabello rosa o porque, por algún motivo, llamaba su atención.

—Bueno, misteriosa Deborah, acordamos que me contarías acerca de ti.
—Pues pregúntame lo que quieras saber. Soy un libro abierto.
—Si así fueras, no me darías tanta curiosidad.

El corazón se me aceleró de repente.

El chico del otro lado de la barra dejó dos vasos Riedel para whisky, refresco de cola y la botella a un costado. Me guiñó un ojo antes de irse, y vi a Enzo tensando los puños.

—¿Estás bien? —Le pregunté con una sonrisa—. Vamos, él no es nadie.
—Si tú lo dices...—carraspeó y empezó a servirnos el licor—. Háblame sobre... tu familia.
—¿Mi familia? ¿Por qué no algo más interesante?

Pero internamente, mientras pensaba en algo que pudiera ser realmente interesante, no podía encontrar nada.

—De acuerdo—tomé el vaso con la bebida ya preparada y lo incliné en su dirección, agradeciéndole—. Bien, mi familia es un desastre. Mi madre sale con mis profesores de la escuela...

Eso se escuchaba mucho más desastroso de lo que me había imaginado. Enzo asintió para que prosiguiera.

—Mi hermana es el encanto de todo el enredo. Es mi adoración, y si alguien le hiciera algo... Lo mato. No es broma, es muy en serio. Y mi padre...

Antes de seguir, me tomé todo el whisky de un trago. Me escocía la garganta, pero era placentero el ardor.

Enzo me miró por un instante y después bebió.

¿Sus cejas estaban siempre enarcadas? Parecía que todo el tiempo estaba oliendo mierda o algo parecido. Así era su gesto y no me había dado cuenta hasta ese momento.

Sus cejas eran muy pobladas, y al juntarse en su entrecejo las hacía notarse todavía más. Sus ojos eran de un color azul que te hacía perder la cabeza. Y luego su cabello, que mantenía peinado pero sin una gota de gel o fijador.

—Podemos hablar de otra cosa si quieres—tomó nuestros vasos y preparó otro trago.
—Creo que te toca hablar a ti.
—¿De mi familia?

Me encogí de hombros y me tomé el nuevo trago rápidamente. Sentí el mareo típico que da al beber muy rápido, y se sentía bien.

—Como quieras.
—No puedo decir mucho. Mis padres están separados, como los tuyos.
—Eh, los míos no están separados.
—¿Es en serio? —Se rio—. Dijiste que tu madre salía con tus profesores.
—Lo hace, pero no significa que estén divorciados...

PERSPECTIVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora