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El avión aterrizó y la joven cantante sabía que su mamá estaría enojada con ella por no haber llegado a tiempo a la comida. Bajó y fue a recoger sus maletas lo más rápido que pudo.

— Me van matar ¿Sabes? —  se alzó los lentes para mirar a su novio

— Vivimos en España y perdimos el vuelo porque te quedaste dormida

— Perdón, pero tú no me despertaste

— Te desperté y te volviste a dormir

— Buen punto — se volvió a colocar los lentes — Mejor apuremonos que tenemos que buscar un taxi

— ¿Les vamos a decir a tus papás hoy?

— Sí

— ¿Crees que se enojen?

— La verdad no sé, pero pues ¿Ya está no?

— No sé. Nos van a regañar principalmente por llegar tarde

— Bueno, ya caminale — lo empujó

Salieron y Sebastián paró el taxi que los llevaría a la casa de sus suegros. Subió las maletas de Lucrecia y las de él. El camino hacia la casa de Alice y FP lo sintieron demasido largo.

Lucrecia sacó las llaves de su bolsa y abrió la puerta.

— Nos van a matar — dejó las llaves y su bolsa en una mesa que había al lado de la entrada

— Es que Juguead es demasido estresante cuándo escribe — se quejó Verónica

— No es cierto Verónica

— Claro que sí

— Hola — todos miraron en dirección a la voz familiar y ahí estaba Lucrecia de pie con un pantalón de mezclilla, un top verde y una bolsa amarilla Louis Vuitton — lamento llegar tarde — saludó a todos con un beso y un abrazo — Hola mamá

— Hola — dijo y pasó la mirada de arriba a abajo de su hija — siéntense, ahorita les sirvo

— Te ayudo

— No gracias, yo puedo sola

— ¿Está enojada verdad?

— Obviamente sí — dijo Betty — te estuvimos esperando horas y no llegaste, es obvio que está enojada

— Oye, te ha sentado bien vivir en España

— Gracias Verónica ¿Qué han hecho? — preguntó al cantante

— Nada fuera de lo normal. He tenido que enseñarle a cocinar

— ¿No ha quemado el departamento?

— Papá, claro que no ¿Su mamá no vino? — preguntó a los gemelos

— No, la tía Gigi no vino

— Te quiero — le dió un beso a su hermanita

— No vino, fue a comer con Alex a un restaurante nuevo que acaban de abrir — dijo Juguead

— ¿Hermoine?

— En la casa — sonrió la pelinegra

La rubia mayor regresó con los platos de comida y le sirvió más a los gemelos. Empezó a hablar con Sebastián de cosas sin sentido porque no quería hablarle a su hija.

Barbara notó que algo brillaba en el dedo anular de la mano izquierda de su cuñada.

— Betty

— Mande

— No sé si ya no veo o eso es un anillo de matrimonio en la mano de tu hermana

— No le he puesto atención — vió a Lucrecia tomar su vaso de agua — ¿Ustedes dos no tienen nada que decirnos?

Detrás de cámarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora