XXXIII

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- ¿Y sabes? - continuó Eva su discurso luego del silencio -. Yo también tengo miedos, yo también tengo inseguridades.

Hugo la miró aún emocionado.

- ¿Quién me asegura a mí que en un tiempo descubras que nuestra conexión ha sido solo fruto del tiempo que hemos pasado juntos? Me da vértigo pensar que lo que siento por ti no lo he sentido por nadie y me aterra imaginar un futuro en el que tú no me eliges a mí.

>> Yo estaba perdida, Hugo. Huí de casa porque no me encontraba, y aquí me he vuelto a sentir yo después de mucho tiempo, y en parte, gran parte, ha sido gracias a ti. Por lo que no, no entra en mis planes dejarte escapar ni dejar escapar esto que tenemos.
Así que lo siento, siento muchísimo haberte mentido pero Aquiles es solo un amigo, y se lo he dejado claro en varias ocasiones. Yo te quiero a ti, me he enamorado de ti y no puedo pensar en nadie más que no seas tú.

Y antes de que Eva pudiera añadir más, Hugo se incorporó dejando sus caras a la misma altura y depositó un delicado y dulce beso en los labios de ella.

Tras verse obligados a separarse en busca de aire, ambos sonrieron apoyando su frente en la del otro.

- A mí eso de las palabras no se me da bien, ¿sabes? Soy más de música.

Acto seguido se levantó dejando a Eva sorprendida en la cama y sacó de un armario una preciosa guitarra azul.

- Te presento a Ondina - sonrió volviendo a sentarse junto a la gallega en la cama.

A continuación comenzó a tocar unos suaves acordes bajo la atenta mirada de Eva que no perdía detalle de cada movimiento que el chico realizaba.

La melodía que reproducía era de otro planeta, ella juraría no haber oído jamás una cadena de acordes tan atractiva.

Pero lo mejor comenzó cuando el chico empezó a cantar con la voz emocionada los primeros versos.

" Quiero empezar por tus manos,
acarician mi pelo y me quedo calmado.
Seguiré por tus ojos que imitan los mares,
tus miradas inquietas me hacen llegar al desfase.

Me gusta que te quedes dormida,
encima de mí, respires tranquila.
Sin pensar en problemas que puedan dañarte,
solo quiero quedarme y que quieras que te acompañe.

No he podido evitarlo.
No he sido dueño de mis actos.
Ya no puedo controlarlo:
Ella nada en la brisa de mis brazos.

Y si te digo que soy como un niño
que solo me río si juegas conmigo.
Me hechizó escuchar su canto de sirena,
y embrujado estoy sin poder huir de ella.

No he podido evitarlo.
No he sido dueño de mis actos.
Ya no puedo olvidarlo:
ella nada en la brisa de mis brazos.

No he podido evitarlo.
No he sido dueño de mis actos.
Ya no puedo olvidarlo:
todo lo que tu ser me ha enseñado.

Todo lo que tú sientes me ha salvado. "

Y el silenció reinó en la habitación cuando el último acorde dejó de escucharse.

Hugo levantó la vista hacia Eva y encontró a sus ojos azules aguados mirándole con la mayor de las sonrisas.

Fue entonces cuando la chica, apartando suavemente la guitarra de los brazos del rubio, se lanzó a sus brazos para esconder su cabeza en su cuello.

Ninguno fue consciente del tiempo que pasaron allí, en la misma posición, lo más unidos posible, pero cuando se separaron, y tras incontables besos, se arroparon en la cama para dormir.

- Sirena - susurró Hugo abrazando a Eva por detrás bajo las sábanas -. Se llama Sirena, y es toda tuya.

- Soñé con ella la primera noche que pasé aquí y la melodía me ha perseguido desde entonces - confesó la chica mirándole en la penumbra de la habitación.

- ¿Crees en el destino?

- Creo en lo que sea que me permita sentirte así siempre - respondió la morena abrazándose a los brazos que rodeaban su cintura.

El chico sonrió ampliamente y luego depositó un suave beso en su cabeza.

- Gracias, porque tú también me has salvado - fue lo último que dijo Eva antes de que ambos cayeran en los brazos de Morfeo.

***

¡Hola!

Para terminar el domingo y comenzar la semana.

Un capítulo cortito pero intenso.

Nos vemos el próximo finde con el final.

Gracias.

🤍🤍🤍

Firmando HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora