XXII

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Esa tarde el bar no abrió.

Hugo consideró que era más importante buscar respuesta a todas sus incógnitas.

Por lo que él y Eva se quedaron horas y horas entre aquellas cuatro paredes leyendo y releyendo las hojas buscando algo que les sirviera.

- Aquí, Hugo - avisó la chica al encontrar algo.

" Vuelvo a España. Sin abrir el bar y con una persona creciendo en mis adentros.
Vuelvo no solo en busca de mi madre, para pedirle disculpas por no poder cumplir la promesa que mi padre le hizo, sino también para buscar a Antón.
Merece saber que este ser que cargo es fruto del amor que creamos. [...] No sé en qué parte de Galicia reside ni si volvió allí. No tengo manera de comunicarme con él pero necesito encontrarle. [...] "

Aquello fue la confirmación de todas las sospechas.

Eva miró a Hugo intentando descifrar alguna emoción en su rostro.

Pero sus ojos no emitían ninguna y a la vez emitían todas.

- Es mi abuelo - dijo en un susurro, como si hablara para él mismo.

Se levantó de la silla bajo la atenta mirada de la chica.

- Antón es mi abuelo - repitió esta vez más alto -. No está muerto, mi abuela se ha inventado toda esta historia pero mi abuelo está vivo.

El chico volvió a sentarse en la mesa.

- Necesito saber más, Eva - pidió -. Entre estas páginas tiene que haber más respuestas.

De nuevo ambos intentaron localizar más entre las hojas y de nuevo Eva fue quién encontró algo útil.

- Esto es del mes que nació tu madre.

" He buscado nueve meses por mar y tierra pero no le he encontrado. No sé nada de Antón desde que nueve meses atrás depositara un último beso en mis labios antes de alejarse con su barco. [...] La niña se llama Ana y tiene sus ojos, sus preciosos ojos verdes.
No hay día que no piense en él y en dónde podrá estar.
Me voy a quedar en Córdoba, al menos hasta que nuestra hija crezca.
No encuentro fuerzas para hablarle de él, y sin esperanzas por volverle a ver, me toca inventar una historia que justifique su ausencia. [...] "

- Tu abuela se inventó todo porque perdió las esperanzas en volver a verle y no quería que tu madre creciera sin saber que su padre ni siquiera sabía de su existencia.

Hugo apoyó la cabeza entre sus manos intentando procesar todo.

- Ya no hay más Hugo, el diario acaba con el nacimiento de tu madre.

- Tengo que ir a ver a mi abuela, me da igual que se enfade por haber ido a la casa, necesito que me confirme todo esto.

- Antón se merece saber que tiene una hija y un nieto.

- ¿Tienes alguna foto de él? - preguntó - Quiero ponerle cara.

La chica sonrió.

Ambos le habían pedido lo mismo.

Sacó su teléfono y mostró una foto que le tomó al hombre un atardecer junto al faro.

- Aunque ya es mayor, no deja dudas de que debió ser muy guapo de joven - respondió el chico al ver la imagen.

Eva recordó la foto que tenía Antón en el salón. Era él con unos veinticinco años.

Y se preguntó cómo no había podido compararles hasta entonces.

- Ahora que sabemos todo esto puedo asegurarte que era verdaderamente guapo en su juventud, y que os pareceis mucho.

Ambos se sonrojaron tras estas palabras porque ambos se lo habían tomado como un cumplido.

- ¿Puedo acompañarte a hablar con tu abuela?

Pero antes de que el joven respondiera, la pantalla del teléfono de Eva se iluminó.

En ella apareció una notificación de Aquiles pidiendo verle.

Por la posición del teléfono, ambos pudieron leer el mensaje.

Y aunque Eva no le dio importancia, Hugo volvió a cambiar el gesto de su cara.

De nuevo estaba serio.

Y la razón no era más que los celos que sentía desde que les viera besarse en el aeropuerto.

Ese fin de semana había llegado a la conclusión de que Eva le gustaba.

Sentía por ella mucho más que una simple amistad, y el hecho de que eligiera a Aquiles para que la acompañara al aeropuerto y no a él le molestó bastante.

Por no hablar de lo mal que se sintió cuando vio la unión de sus labios deseando ser él quién los probara.

- No, déjalo - respondió seco levantándose de la silla y recogiendo el cuaderno.

El reloj marcaba las ocho de la tarde.

- Ya me has ayudado suficiente, no hace falta que sigas haciéndolo.

- Pero Hugo, Antón es como mi familia, quisiera conocer la versión de tu abuela para poder, si hiciese falta, ayudar a su reencuentro - insistió la chica nuevamente sin entender su cambio de humor.

- He dicho que no, Eva - respondió el joven contundente -. Si mi abuela quiere volver a ver a Antón yo me las apañaré para que eso ocurra.

- Es tu abuelo, si tu abuela no quiere verle supongo que querrás conocerlo, y yo puedo hacerlo todo más fácil - respondió ella -. Sé dónde vive y me comunico con él todas las semanas.

- Gracias, pero insisto en que no - dijo el chico quitándose el delantal y recogiendo sus cosas -. Eso ya son cosas mías.

Eva soltó una irónica carcajada.

Ella seguía de pie junto a la mesa.

- ¿Ahora son cosas tuyas? - le preguntó visiblemente molesta. - Mira, Hugo, no sé qué mierda te pasa pero no me merezco que me hables ni me trates así porque creo recordar que no te he hecho nada.

- Eva, será mejor que te vayas - respondió el chico conteniendo sus ganas de soltarle todo.

- No me voy a ir Hugo, se supone que somos amigos, ¿por qué no me cuentas lo que ocurre? - intentó dirigirse a él de manera amable.

- Ya te he dicho que nada - respondió -. Vete antes de que Aquiles te insista más, te echará de menos luego de lo del aeropuerto - espetó sin mirarla.

***
¡Hola!

Ha sido un día complicado y casi se me pasa actualizar.

Pero aquí tenéis el capítulo de hoy.

Un poquito de incertidumbre y drama que nunca viene mal.

Leo vuestras hipótesis.

Feliz semana, hasta el miércoles.
🤍🤍🤍



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