―¿Estás llorando?― me preguntó e inmediatamente voltee mi rostro hacia otro lado, limpié mis lágrimas lo más rápido que pude sin embargo sabía que no podría ocultárselo y menos a él que me conocía a la perfeccion.
Seiya dio unos cuantos pasos por detrás mio y se paró frente a mi, inspeccionó mi rostro y sonrió.
―Estuviste llorando― afirmó.
―Lo siento, no pude evitar el sentirme conmovido por tu relato, vaya que tu vida también es un desastre.―
―Tal vez si, pero por lo menos tu tuviste afecto de parte de tus padres, tuviste amigos y hasta… un novio al que amabas ¿No?―
Me quedé boquiabierta por la forma en la que Seiya hablaba, lo hacía con tanta tranquilidad, como si no le importara, tal vez ya estaba tan acostumbrado a ese estilo de vida que por eso tal vez no le importaba.
Los dos nos veíamos fijamente el uno al otro, recordé ese brillo tan peculiar en sus ojos, entonces comprendí todo; Seiya tiene una fortaleza inquebrantable debido a su soledad.
Se ganó mi admiración, por mi parte jamás podría vivir sola, una vez lo intenté al independizarme de mi familia; sin embargo al final tuve que pedirle a mis amigas que vinieran a vivir conmigo, que tonta.
―Serena…―
Dirigí mi rostro hacia Seiya.
―¿En qué piensas?― preguntó.
―Emmm, no, en nada.― sonreí.
Nuestras miradas se cruzaron una vez más; por alguna extraña razón no podía apartarla de la suya, era como si ejerciera alguna clase de magnetismo en mi.
―Seiya yo…― Traté de hablar, pero Seiya continuó acercándose a mi, lo extraño de todo era que no pude apartarme; era como si también lo deseara.
Seguimos acercándonos lentamente, hasta que rozó mis labios con los suyos.
No pude contenerme y terminé por corresponderle.
Seiya se adueñaba de mis labios de una manera única, sin embargo notamos que nos estaban mirando, por lo que me tomó de la mano y me llevó hasta su automóvil, condujo hasta el otro extremo de la ciudad, al edificio donde él vivía.
Desconozco las razones pero solo quería estar con él, me sentía a gusto a su lado.
Llegamos a su apartamento e inmediatamente mi adorado pelinegro cerró la puerta y volteo hacia mi, esbozo una hermosa sonrisa mientras que se acercaba.
―Hay algo que siempre quise decirte; de la manera más sincera.―
Lo miré fijamente, como hipnotizada por sus ojos celestiales.
―¿Y… y Que es eso que siempre habías querido decirme?―
Seiya se acercó para susurrar en mi oído.
―Te amo…―
Mi cuerpo se estremeció al oír su confesión, siempre creí que me veía tan sólo como su amiga y que siempre me molestaba porque no tenía otra cosa que hacer pero al enterarme de esto me quedé fría.
Nuevamente nos quedamos viendo fijamente el uno al otro, hasta que volvimos a besarnos como antes, pronto el deseo se apoderó del momento, nuestros besos eran cada vez más intensos podría decir que nos devorábamos en cada ocasión.
En ese instante me olvidé de todo, sólo pensé en el momento, Seiya y yo, una noche sólo para nosotros dos.
Pasé mi mano por su cabellera, mientras que él me tomaba de la cintura, se sentía una mezcla de fuerza y dulzura al mismo tiempo, Seiya continuó besándome hasta perderse en mi cuello, vaya, sabía dónde neutralizarme.
Inmediatamente saqué su chaqueta y su camisa dejando a la vista su cuerpo perfecto, sus movimientos se sincronizaban con los míos ya que también fue quitándome mi abrigo, tomó mi blusa y la rompió de par en par, luego hizo una mueca tierna; cómo pidiéndome disculpas por lo ocurrido, sin embargo reí y gracias a ello él reaccionó.
―Perdóname; esto… esto no debe pasar.― exclamó tomando mi abrigo, pero lo detuve haciendo que volteara a verme. ―Serena yo…―
No terminó de hablar cuando me lancé hacia él dándole un beso cargado de pasión, al que él correspondió sin ningún remordimiento.
Tomé el control de la situación poniéndome encima de él y besándolo con más deseo, él por su parte recorría mi cuerpo con sus manos hasta llegar al sujetador de mi sostén, al cual desabrochó sin ningún problema, la prenda cayó a un lado pues no tenía esos molestos tirantes que suelen estorbar, mientras nos besábamos Seiya tomaba mis pechos con sus manos y los masajeaba, ahora él estaba encima de mi, se separó unos escasos centímetros y volvió a mirarme.
―No… no te quiero obligar a nada… ¿estás segura de que lo deseas?― preguntó con su voz entrecortada por el momento
Asentí, tomándolo del cuello y atrayéndolo hacia mi, terminamos por deshacernos de la poca ropa que nos quedaba y darle rienda suelta a lo que los dos queríamos, abrace su cintura con mis piernas y seguidamente su cuerpo reaccionó, pronto sentí su grueso pene dentro de mí, estaba un poco sonrojada, pues no solía ser así con mis anteriores relaciones, sólo con él dejé brotar a mi verdadera yo entre las sábanas.
Me embestía con fiereza, mientras nuestros gemidos amenizaban aquella hoguera desatada, recorría todo mi cuerpo con su boca, lamiendo y succionando por doquier, lo disfrutábamos cómo dos amantes frenéticos y locos poseídos el deseo y la lujuria.
Seguimos dándonos cariño el uno al otro hasta caer cansados, me recosté en su pecho escuchando los latidos de su corazón.
―Serena…―
―¿Si?―
―¿Te arrepientes de lo que acaba de pasar?―
Levanté mi rostro dirigiéndolo hacia él.
―¿Por qué lo preguntas?―
Suspiró.
―Sólo; solo quiero saber.―
Sonreí delicadamente.
―Tonto― musité acercándome a su rostro y asestándole un beso. ―Nunca me arrepentiría; porque desde siempre creí que entre tú y yo había una química especial… Seiya yo; yo también te amo.―
Ahora sé lo que siento y lo que sentía en esos días de eterna soledad, Luna… Petzite, todos tenían razón, ¿Qué otra explicación había para mi comportamiento si no era amor?.
Me detuve a mirar al pasado por un corto momento, recordando las veces en las que le decía que jamás me enamoraría de él, y ahora manifestándole de mi amor definitivamente la vida es un carrusel de emociones que mientras más huyes de algo, más rápido caes en el.