Capítulo final.SERENA. 🌙
Un año; por Dios el tiempo transcurre tan rápido que parece que hubiera sido ayer que le dimos el último adiós a Darien, los recuerdos vienen a mí a cada instante llenándome de nostalgia y aunque al principio me costó reconocer su ausencia al final me di cuenta que tenía que dejarlo ir, y claramente no tenía opción, la muerte no es piadosa.
Toda mi vida pensé que las pérdidas se superaban, claro, la palabra cliché cuando nos enfrentamos a situaciones tan crueles como esta, sin embargo hoy en día desde mi punto de vista puedo decir que no se supera, sólo se aprende a vivir con el dolor.
Los padres de Darien decidieron cramarlo pues querían llevarse sus cenizas a Los Ángeles ciudad donde ahora residen, la madre de Darien se hallaba en shock aun la recuerdo con su mirada perdida y sus ojos enrojecidos de tanto llorar, pero lo que más me marcó fue esa pregunta que nos hizo a mi madre mediante susurros.
«Ikuko; amiga dime, ¿No es verdad que los hijos son los que deben enterrar a los padres y no al revés»
Mamá y yo cruzamos miradas y bajamos la cabeza, aunque para ser sincera no podría asegurar nada, la vida, el destino son inciertos y a ninguno se le puede comprar, pensé en darle a conocer mi punto de vista pero decidí no hacerlo, no era el momento, quizá en vez de brindarle calma le produciría más dolor, la mejor opción fue quedarme callada.
Pero no todo han sido lágrimas y tristeza en este tiempo, también hubo alegrías, mil y una alegrias, Antoine ha dado sus primeros pasos y ha dicho sus primeras palabras desde entonces no he hecho más que sonreír aunque no con mucha satisfacción pues lo primero que dijo en su vida fue “Papá” y por supuesto Seiya estaba más que dichoso, tanto que se burlaba y me señalaba con el dedo, a pesar de que le contestaba divertidamente con un gesto de desaprobación en el fondo me gustaban esas escenas, verlos tan unidos sonriendo y como si se entendieran a la perfcción.
En cuanto al plano sentimental, Seiya ha estado acercándose un poco más, casi siempre me trae detalles o me invita a salir con el fin de reconquistarme aunque él sabe que mis sentimientos hacia él siguen intactos, sin embargo disfruto de esas cosas, ya que me encanta que lo haga y es que ¿a qué mujer no le gusta que la consientan?...
Era sábado en la mañana; me encontraba sentada en el sofá de la sala leyendo unos correos enviados por la señora Serenity la noche del viernes, mis padres se había ido al súper mercado Antoine se hallaba en el piso, sobre el tapete rayando un cuadernillo con unos crayones, a pesar de tener un mundo de juguetes él disfrutaba rayarlo todo, pensé que cuidar a niños pequeños sería muy difícil pero todo es cuestión de perspectiva, ya que no todos son iguales, mi Antoine es silencioso y muy tranquilo, a veces pienso que se debe a que es sólo un bebé.
Lo miré de reojo mientras coloreaba las baldosas beige del piso con un crayón azul, me angustie´ debido a que mi madre es muy cuidadosa con la limpieza, así que dejé a un lado mi Tablet y me dirigí al bebé
―Cariño; tú sabes cómo se pone la abuela cuando se ensucian sus pisos impecables.― reprendí delicadamente. ―No lo hagas.― susurré en su oído causando que él sonriera.
Lo tomé en mis brazos y lo senté a un lado. ―Iré por algo para limpiar, ya vuelvo.―
Caminé hacia la cocina en busca de algún paño para limpiar; en ese instante escuché el toque del timbre.
― ¡Momento!― grité mientras buscaba, sin embargo el timbre se oía constantemente ― ¡un momento!― volví a gritar con más fuerza.
Finalmente encontré dicho paño y me dirigí a la sala arrojándolo en el piso, fui a abrir la puerta tropezando con un hermoso ramo de flores.