SERENA. 🌙
Las horas laborales se pasaron rápidamente, lo supe porque la mayoría de mis compañeros se marchaban a tomar sus respectivas horas de almuerzo, cerré mi libreta de apuntes y tome mi bolsa, como todos los días Petzite y Luna me esperaban para salir.
Me levanté de la silla y las seguí.
-Por fin sales- alegaba Petzite.
-Lo lamento, pero ya sabes cómo es esto, trabajo por aquí y trabajo por allá, pero ya deja de regañarme y vamos a comer-
Petzite rodó sus ojos a un lado y tomó la delantera.
-Petzite tiene razón; deberías dejarlo un poco al ritmo laboral que tienes Serena, sé bien que lo haces por tu hijo pero sobre esforzarte te puede, traer consecuencias y Antoine necesita una madre fuerte.-
-Ay, Luna, no te preocupes. No me excedo más de lo que debería, estaré bien y ya vámonos que Petzite desapareció.-
Nos encaminamos hacia el ascensor, el cual estaba ocupado, Petzite no se encontraba por ningún lado, supuse que ya se había marchado.
Pasaron algunos segundos y el ascensor finalmente se abrió permitiéndonos entrar.Ya en la recepción observamos a Petzite sentada en el sillón del frente y apenas nos vio salir se levantó y se aproximó.
-Pensé que te habías enojado con nosotras y que por eso te habías marchado.-
-No estoy enojada; sólo me adelanté para tomar el taxi pero por desgracia ninguno pasa por aquí.-
-En ese caso vayamos al restaurante de la otra cuadra, apenas tenemos tiempo para comer.- sugirió Luna.
Petzite y yo intercambiamos miradas y luego asentimos.
Pronto todo volvió a la normalidad, las chicas dialogaban a medida que caminábamos. Me mantuve en silencio recordando lo que ví en la oficina de Darien,
«Son vitaminas» repetía sus palabras en mi mente pero nada de lo que me decía podía convencerme y sumándole que tenía ese mal presentimiento desde el día de la fiesta de Antoine.
“El sexto de una mujer no se equivoca.” Reza un dicho popular y en esos momentos le dí la razón, pues presentía que era algo grave pero no sabía que, la curiosidad me estaba matando y una vez más me asaltó la ansiedad combinada con la presión en mi pecho.
-Serena ¿Estás bien?- preguntó Luna con un semblante de preocupación.
-¿Ah?, Emmm, si.-
-Estabas respirando agitadamente; ¿segura que estás bien?- interrogaba Petzite.
Froté delicadamente mis ojos y asentí.
-¿Ves? pasó exactamente lo que te dije, la sobrecarga de trabajo te está pasando factura- arremetía Luna.
-No, no tiene nada que ver con el trabajo.-
-¿Entonces?-
Menee la cabeza negando.
-No me hagan caso; vamos a almorzar ¿si? Me muero de hambre.- sonreí simuladamente aunque pude ver en el rostro de mis compañeras la incredulidad.
{…}
Pasada la hora del almuerzo, las chicas y yo decidimos regresar a la revista.
Estuvimos charlando y riendo durante el corto trayecto hacia nuestro edificio y al igual que antes tuve que fingir, ya que no quería levantar sospechas, no sin antes tener la certeza de lo que estaba pasando.Subimos al ascensor yendo hacia las oficinas.
Había pocas personas en los cubículos, ignoré momentáneamente ese detalle pues estaba distraída hablando con las chicas, observaba a mi alrededor de manera discreta, entonces me dí cuenta de algo. La llegada de cada uno de los trabajadores y que por lo general los jefes llegaban más tarde que los empleados.