6. No quiero favores

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ONCE MESES ANTES

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ONCE MESES ANTES

La relación con Bruno crecía rápidamente. Para ese entonces habíamos tenido varias discusiones por la necesidad que tenia de querer buscarme un puesto mejor, uno más cerca suyo y que fuera de mayor categoría. Pero yo lo rechazaba una y otras vez, sin importar cuanto insistiera. Quería crecer en Grecco Inc, claro que sí, pero por esfuerzo propio, no quería que nadie pusiera en duda mis méritos.

Para ese momento yo ya sabía que Bruno era un hombre de carácter fuerte y acostumbrado a que todo mundo haga lo que él ordenaba, pero no pensaba ponerle las cosas tan fáciles, de alguna manera sentía que yo era esa persona que podía doblar su brazo y salirme con la mía. ¡Que equivocada estaba!

Llevábamos varios meses juntos y compartíamos muchísimo tiempo, por no decir que casi todo nuestro tiempo lo pasábamos juntos. El seguía enviando regalos firmados por B y eso me encantaba, no por los regalos sino más bien era el gesto romántico, eso que hacía que las cosas no se tornaran monótonas. Lo que más me gustaba era que nadie sabía de lo nuestro, lo que le daba un plus interesante.

Desde la horrible noche en la discoteca Bruno se había mostrado muy arrepentido y estaba muy atento a mis necesidades. Me había envido flores y detalles sencillos como una carta escrita de puño y letra, siempre bajo el seudónimo B.

Una tarde llego el chico de la mensajería. Somalia, que ya estaba más que al tanto de mi relación con B y nuestro pequeño juego de mensajes, lo dejo pasar sin anunciarse. El chico me entrego un sobre con una sola rosa roja. Retire la tarjeta del sobre y esta tenía una sola frase.

« Quiero salir a cenar contigo. Esta noche. B »

Me había invitado a cenar, era la primera vez que saldriamos juntos. Hasta ese momento siempre nos habíamos visto en su departamento y todo esto me tenía muy entusiasmada. No buscábamos escondernos, pero la realidad es que salir con Bruno implica ciertas cosas que me dan un poco de miedo, como las revistas, los fotógrafos, personas opinando si estoy o no a la altura de Bruno, cosas para las que no me sentía lista a lidiar, aun no.

Bruno por su parte tenía una necesidad loca de hacerle saber a todo el mundo que era su novia, que era suya. Eso, por un lado me gustaba pero por otro me hacía sentir presionada a exponerme y me asustaba.

Esa noche llegue sola a su departamento, Bruno me había escrito para que lo esperara allí ya que había tenido un problema en la oficina y necesito salir más tarde. Cuando llegue encontré sobre la mesa de la sala una enorme caja negra y una tarjeta con mi nombre. Al abrir la tarjeta solo había una palabra: "Póntelo", y al revisar la caja en ella había un precioso vestido negro.

— Te queda precioso— la voz de Bruno me tomo por sorpresa, estaba en su vestidor observándome en el espejo.

— Gracias— murmure acercándome a sus labios.

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