SEIS MESES ANTES:
Tener a Eric en la ciudad era una bocanada de aire fresco, no podía decir lo mismo de Laura. Una noche los habíamos invitado a cenar a casa.
La cena había sido bastante amena, dentro de lo que se puede. Me puse a levantar la mesa y mi hermano se ofreció a ayudarme. Había decidido no hablarle más de Laura, después de todo era su decisión con quien el quisiera estar, aunque seguía pareciéndome injusto tener que soportarla.
Habíamos dejado los platos en el lavabo y volvimos a la sala, pensábamos ver una película. Pero la situación no fue muy cómoda que digamos, mientras la película avanzaba Laura comenzó a acercarse más y más a Bruno, tanto que casi rozaban sus muslos. Bruno no hacía nada y eso me volvía loca.
Cuando, finalmente, mi hermano y su novia se fueron estalle de furia. Me acerque a Bruno que estaba en la sala terminando de levantar los vasos que habían quedado.
— Como vuelvas a permitir que Laura se acerque a ti de esa manera...
— ¿Qué diablos te pasa Mía? ¡Estas obsesionada con Laura!— grito tan fuerte que di un paso hacia atrás — Estoy harto de escucharte quejarte de ella, no me interesa esa mujer— Sujeto mis brazos y apretó tan fuerte que comenzó a dolerme— Sabes... debería despedir a tu hermano y hacer que vuelva al maldito lugar del que viene... ¡Intento ayudarlo!— grito muy molesto soltando mis brazos de golpe y empujándome hacia atrás— Y tú solo me recriminas lo que esa mujer hace ¡No me interesa Mía!— grito y se metió en la habitación.
Respire profundamente, me tome unos minutos para calmarme y fui a la habitación. Estaba acostado trabajando en su computadora.
— Lo siento— hable bajando la tapa de la pantalla— Lo siento... confió en ti— aclare mientras quitaba el aparato y comenzaba a subirme en la cama — Es solo que...
— Si confías en mí no digas más nada— coloco su dedo en mis labios para silenciarme— Confía en mí, porque créeme no hay una sola mujer que pueda provocar lo que tu provocas en menos de diez segundos.
Con una soberbia sonrisa, tomo mi mano y la llevo hasta sus genitales. Los dos reímos y nos dejamos llevar por el momento.
***
El domingo amanecimos como si nada hubiera pasado. Estuvimos juntos casi todo el día, pero a mitad de la tarde Bruno debió encerrarse en su despacho a atender una asunto urgente, con él era como si no existiera el tiempo muerto. Siempre surgía algo o pasaba algo que hacía que no pudiéramos disfrutar plenamente nuestros momentos juntos. Aun así debía admitir que se esforzaba por hacer que cada momento sea especial.
Como no sabía cuánto tardaría y por el tono de su voz podría escuchar que no sería poco tiempo, decidí sentarme a ver una serie. Había comenzado a relajarme, casi a quedarme dormida cuando una notificación en mi celular me toma por sorpresa. Era el mensaje de un número desconocido, sin foto de perfil y sin ninguna información:
Desconocido: Él te engaña. Conmigo
El mensaje terminaba con una carita sonriente. Las manos comenzaron a temblarme y la respiración se volvió dificultosa. Nublada por la indignación entre a su despacho sin siquiera golpear.
Bruno notó la expresión de mi rostro y se disculpó con la persona que hablaba, acto seguido colgó el teléfono.
No dije una sola palabra, solo estire mi brazo y le entregue mi teléfono con manos temblorosas.
— ¿Quién es?— pregunto levantando la vista.
— ¿Importa?— repregunte con la voz entrecortada.
— No vas a creer esto Mía— suspiro agotado, relajando la espalda en su sillón— Estoy cansado de esto Mía— comenzó a levantar la voz y presiono sus sienes con una mano— No puedes seguir dudando Mia...— bajo la voz y se puso de pie, caminando hacia donde me encontraba parada.
— ¿Quién es Bruno?— pregunte con la voz entrecortada.
— ¿De verdad piensas que esto es real?— me observo indignado, como si lo que estuviera preguntado fuera una completa locura.
— ¿Por qué ese mensaje entonces?— insistí levantando la voz y dejando que las lágrimas caigan por mis mejillas.
— ¡Mierda! Mia— exclamó furioso— Paso todo mi tiempo libre contigo ¿En qué momento crees que podría engañarte? Por Dios usa la cabeza...— grito tan fuerte que di un respingo— No seas tan estúpida de creer estas idioteces, probablemente sea alguien que quiera molestarnos, tal vez una ex novia, no lo sé.
Bruno acorto nuestra distancia y empujo mis hombros contra la pared, sujeto mi cuello no apretaba pero me obligaba a mantenerme en esa posición.
— Vivo por ti— susurro despacio sobre mis labios— eres todo y lo único que me importa.
Levanto su mano y cerré mis ojos pensando que me golpearía pero ese golpe sonó justo contra mi cabeza, en la pared. Al abrir los ojos vi como en la pared había un agujero. Entonces apretó su mano en mi cuello.
— No sé qué más hacer para que entiendas que te amo...— suspiro derrotado, soltó el agarre de mi cuello— No sé qué hacer...— murmuro alejándose — No creo que esto funcione Mia, no creo que pueda tener un futuro si no confías en mi...
— ¿Qué?— su respuesta me había tomado por sorpresa, no esperaba que dijera algo así. En ese momento el pánico me invadió por completo ¿Cómo podía seguir mi vida sin Bruno? Era imposible...
— ¿Cómo podemos pensar en un futuro juntos si siempre desconfías de mí? No te doy motivos Mia, ni uno solo... Todo mi tiempo libre es tuyo, nuestro.
Sentí vergüenza, él tenía razón. Era una idiota, o eso creí en ese momento.
— Lo siento— camine hasta quedar parada frente a él— Bruno eres el chico más guapo y encantador, a veces dudo que realmente puedas haberte fijado en alguien como yo...
Acuno mis mejillas y sonrió viéndome con esa ternura que me derretía — Mía, eres hermosa...
— Lo sé, pero sé que no soy como las mujeres con las que has estado. Yo...
— Tu eres mucho más hermosa y haces que sienta cosas— levanta mi mano y la pone en su pecho— que nunca antes había sentido nena...
Se aleja y camina hasta su escritorio del que extrae una pequeña caja color verde ingles de terciopelo. Se detuvo justo frente a mí y con delicadeza levanto la tapa:
— Pensaba hacerlo en otro momento, quería que fuera algo romántico y que recordaras siempre, pero aquí estamos...— sonrió y levanto por completo la tapa de la caja.
En el estuche había un precioso anillo enorme con un diamante, uno real. Jamás había visto algo como eso y rodeando la enorme piedra había pequeñas incrustaciones de otras pierdas en el mismo verde de la caja.
— ¿Y esto?— pregunte asustada.
— ¿Quieres ser mía?— repregunto con una pícara sonrisa en sus labios.
— ¿Qué no lo era ya?— bromeé con una sonrisa que no cabía en mi rostro.
— Pero oficialmente...
— Si...— deje que todos mis miedos salieran volando y enrede mis brazos en su cuello— quiero ser tuya, oficialmente.
****
Mar-Tinez
ESTÁS LEYENDO
Mia
General FictionEl único error de Mia fue enamorarse del misterioso multimillonario Bruno Grecco.