AMARIS LEVI
— Amaris...— Simón se había acercado a mi escritorio con mi taza de café — Tenemos un caso...— indico casi con pena.
Ser detective de homicidios en New York es un trabajo, cuanto menos, agotador. No hay descansos, ni feriados, ni días festivos. Al menos no para mí. Últimamente no habíamos tenido mucha calma, pero era algo a lo que estábamos acostumbrados.
Mi nombre es Amaris Levi y soy una orgullosa mujer de treinta años haciendo lo que más me apasiona en el mundo, descubrir y encarcelar culpables.
Llegamos a un bonito, aunque no lujoso, edificio de la ciudad. Era una zona de fábricas abandonadas y algunas de ellas habían sido reformadas para transformarlas en bloques de viviendas. Subimos al tercer piso por el ascensor y antes de llegar recogí mi cabello en una coleta alta.
Aunque la gente pueda pensar que una se acostumbra a ver cadáveres, eso no es verdad. Los cadáveres son eso, cadáveres, pero detrás de cada uno hay historias y en su mayoría son espantosas. Uno nunca está listo para lidiar con el lado más oscuro de la maldad, el lado más retorcido de los seres humanos.
Cuando entramos al pequeño apartamento el equipo forense tomaba fotos del cadáver, era una mujer caucásica y joven. Muy joven. Me agache junto al cadáver, mientras me colocaba unos guantes y observaba en detalle su cuerpo, parecía estar puesta en una posición específica, como si alguien la hubiera recostado en el suelo. Eso llamo mi atención.
— Por Dios—negué con la cabeza poniéndome de pie— ¿Causa de la muerte?— pregunte a Charles, el médico forense.
— Por las marcas en el cuello podría decir que es una asfixia pero no es seguro hasta que tengamos la autopsia— señalo en general el cuerpo— tiene moretones en los muslos...
— ¿Indicios de violación?
— Parecen marcas de vieja data, también tiene otros en los brazos...— todos parecen viejos.
Un oficial joven, que nunca había visto y parecía nuevo, salío de una habitación tomando notas.
— Todo pareciera ser un robo detective— comenta en cuanto me ve de pie junto al cadáver.
— Llévensela...— le indico a los forenses que colocan a la mujer en una bolsa para cadáveres y salen del departamento.
Camino por el pequeño apartamento tratando de encontrar algo que me indique que diablos pudo haber pasado. Había algunas cosas revueltas, no parecía el desorden cotidiano, pero tampoco parecía un robo.
Las escenas de un crimen son complejas. Un robo que sale mal, generalmente, presenta cierto desorden. Eso es real. Pero cuando el desorden es exagerado, eso me huele a encubrimiento ¿Por qué motivo? No lo sé, solo puedo decir que son conocimientos que te da la experiencia. No todo desorden implica un robo, muchas veces implica el intento de encubrir un crimen de otro tipo.
— ¿Sabemos quién es?— pregunte sin mirar a nadie en específico.
— Su billetera estaba en la habitación...— Comentó el joven — Su nombre es Mia Astor...
— Su billetera está aquí y ¿Aun así crees que es un robo? ¿Es esa?
Pregunté viendo una cartera sobre la encimera que estaba a punto de ser metida en una bolsa de evidencias. El chico asiente y me acerco para revisarla.
— Tarjetas de crédito y, al menos, unos mil dólares en efectivo— hablo en voz alta — Primero ¿Qué clase de delincuente entra a un departamento, a robar y deja esto?— Niego con la cabeza mientras el chico nuevo baja la cabeza, tal vez avergonzado. Segundo, tiene cerca de mil dólares en la cartera, esta chica no pertenece a este barrio...
— El apartamento está a su nombre, hablamos con el encargado del edificio y nos dijo que hace un tiempo lo había comprado su novio...
— De acuerdo, busquemos quien era su novio e informémosle de la muerte de Mia— suspire mirando el lugar donde antes había estado recostado el cadáver de la joven— Quiero saber todo sobre ella, informen a la familia...
— Ese chico es un idiota— comento Simón en cuanto las puertas del ascensor se cerraron y este comenzó su descenso a la planta baja.
Lo mire con el ceño fruncido a través del espejo y sonreí de costado — ¿Acaso no recuerdas que durante tus primeros tres meses vomitaste en cada maldita escena de crimen?
El chico palideció y bajo la mirada.
— Durante mi primer año tenia pesadillas y dormía con mi arma debajo de la almohada porque temía que un loco entrar a degollarme— palmee la espalda de mi compañero y bajamos cuando las puertas se abrieron — Todos comenzamos como novatos, lo que te hará un buen detective es no convertirte en un idiota soberbio, que cree que las tiene todas ganadas...
Deje a mi compañero atrás y me acerque a hablar con el encargado del edificio. Para nuestra mala suerte, el edificio no contaba con cámaras de seguridad y el no había visto ni oído nada extraño la noche anterior. No quedaba más que comenzar un pequeño trabajo de hormiga. Por el momento nos tocaba la peor tarea, informar a la familia.
Llegamos a la oficina, me puse cómoda, tome aire y levante la pequeña hoja de información que me habían dejado.
Mia trabajaba para Grecco Inc. Junto a su hermano Eric Astor, allí tenía su número de teléfono, las manos me temblaban esta era la peor parte de mi trabajo.
Cuando estaba por marcar el número, Simón llego corriendo hasta mi escritorio y traía consigo la bolsa de evidencia que contenía el celular de la víctima que sonaba sin parar.
Me coloque un par de guantes, todo lo rápido que pude y retire el aparato de su envoltorio. En ese instante dejo de sonar. Aguardamos unos tres minutos y finalmente volvió a sonar.
— Diga...— respondí rápidamente.
— ¿Cariño? ¿Mia?— una voz masculina sonaba al otro lado — ¿Quién habla?
— Señor, soy la detective Amaris Levi y el teléfono de Mia Astor es parte de una investigación policial ¿Podría indicarme su relación con la joven?
Sabía que el hombre se llamaba Bruno porque así estaba agendado y el corazón junto al nombre me hacía suponer que era una especie de relación romántica.
— ¿Qué le paso a Mía? ¿Está bien?— el hombre comenzó a angustiarse y a levantar la voz.
— No puedo darle esa información ¿Sería tan amable de decirme quien es y cuál es su relación con Mia Astor?— repetí como si fuera una máquina.
— Soy Bruno Grecco su prometido...
En ese momento suspire y tratando de sonar tranquila hable: — Señor Grecco necesito que se acerque a la estación de policía lo antes posible.
— ¿Dónde está Mia?— preguntó notablemente angustiado — ¿Está bien? ¡Por Dios! Nuestro hijo...
Y así fue como, mucho antes de hacer la autopsia, me entere que Mia Astor estaba embarazada.
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Mar-Tinez
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Mia
General FictionEl único error de Mia fue enamorarse del misterioso multimillonario Bruno Grecco.