10. Esto no está bien

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— ¿Qué dices Mía?

Somalia sonaba indignada y yo me sentía muy, pero muy, avergonzada. No sé en qué momento se me ocurrió contarle que bruno me había insultado la noche del cumpleaños de Luke.

— Es que...— suspire intentando buscar una explicación— Bruno es temperamental, pero no pienses que es violento porque no lo es...— Lo defendí.

— No puedo creer lo que escucho— mi amiga sacudió su voluminoso cabello y dio un sorbo a su cerveza.

Ese viernes habíamos quedado en salir solas para tomar unas cervezas después del trabajo. A Bruno no le había hecho mucha gracia la idea ya que tenía planes, para nosotros, esa noche pero finalmente pude convencerlo prometiendo que llegaría antes de las diez y podríamos hacer cualquier cosa que él quisiera.

Sonreí ante la indignación de mi amiga — Es que no lo es Somalia...

— ¡Dios Mio! Mia, no puedo creer lo que estoy escuchando— Hablo tan fuerte que tuve que pedirle que bajara la voz para no llamar la atención— ¿Acaso crees que soy idiota?— con brusquedad sujeto mi muñeca y levanto una de las mangas de mi camisa— ¿Por qué diablos usas una camisa con mangas largas en pleno verano en New York?— ambas clavamos los ojos en los moretones que tenía en el brazo, automáticamente baje la tela para cubrir mi brazo y ella coloco su mano sobre la mía— Eres una chica inteligente cariño...

— Bruno nunca me golpeo, ni una sola vez— me defendí, lo defendí.

— Un golpe no es el único tipo de violencia. Hay patrones, todo comienza con un empujón, un insulto y vaya a saber cuánto más, cosas que no notaras. Estas deslumbrada por ese tipo...

Su comentario me había molestado, entendía su punto pero ese no era mi caso.

— Bruno es un buen hombre...— dije en voz calma— pasional, pero me ama.

— ¿Pasional? — Levanto tanto la voz que llamo la atención de las personas a nuestro alrededor y me vi obligada a pedirle silencio — Forzarte a tener sexo no es ser pasional Mia— note como su voz se quebraba y sus ojos se iluminaba ¿Eran lagrimas?— Mia eso es una violación, por favor nena... sal de ahí.

— ¿Qué dices?— me reí relajando la espalda— Primero él es mi novio, vivimos juntos ¿Cómo es eso? Tu pareja no puede forzarte a tener sexo... por algo somos pareja y segundo estoy de acuerdo que no quería al principio, no me gustó lo que me dijo pero luego accedí y lo disfrute.

Somalia me miró horrorizada, las dos sabíamos que estaba exagerando. Bruno podía ser muchas cosas pero ser un violador no estaba entre ellas.

— Escucha, solo escuchame— me silencio cuando intente volver a hablar — No dejes que vuelva a hacerlo nena. Confía en mí y si me necesitas me llamas o te vas directamente a mi casa, no importa la hora ¿de acuerdo?

***

Me había despedido de Somalia, cerca de las nueve y media, y subí al auto que Bruno me había asignado. El tráfico había estado horrible y cuando llegue al departamento Bruno estaba sentado en el sofá, bebiendo un vaso de whisky.

— Hola— salude dejando mi bolso en el recibidor y caminando hasta el sofá para sentarme a su lado.

Intente dejar un beso en sus labios pero corrió la cara.

— ¿Qué hora es?— preguntó.

— Creo que las diez y cuarto...— respondí confundida.

Sin que pudiera apenas pestañar la mano de Bruno se situó en mi cuello y recostó mi espalda en el sofá.

— Dije que estuvieras a las diez en casa...

— Había tráfico— me defendí.

— Hubieras salido antes— su mano subió con rudeza por entre mis muslos, y por debajo de mi falda, hasta palpar mi ropa interior.

— ¿Te acostaste con alguien?— pregunto llevando sus labios hasta mis pechos y los mordió bruscamente por encima de la camisa que llevaba.

— ¿Qué? ¡No!— grite por el dolor que me había provocado— Bruno me lastimas...

— Que si te acostaste con alguien...— sus dedos forzaron mi sexo y sonrió victorioso cuando deje de resistirme y lo hice por el dolor que me causaba — No estas excitada— comento en tono de burla.

— Déjame, no hice nada— pedí con la voz quebrada.

— Oh pero lo harás...— Hundió sus dedos en mi con mucha más fuerza provocándome un grito de dolor — Y lo haremos a mi manera.

— ¡No!— lo empuje con mi pierna y apenas conseguí que se moviera.

— Bueno— volvió a sonreír de forma burlona— Entonces lo haremos como a ti te gusta...

Me dio vuelta colocándome boca abajo y atando con su cinturón mis manos a la espalda. Con manos bruscas levanto mi falda y rompió mi ropa interior. Sus dedos recorrieron mi cuerpo y se adentraron cada rincón de mi cuerpo.

— Por favor, para...— suplique cuando sus intromisiones me lastimaron.

— ¿Te gusta jugar a hacerte la difícil? Realmente no pensé que fueras así cariño...

En ese momento y sin lubricación alguna me penetro con tanta fuerza que cerré los ojos y una lagrima escapo de mis ojos. Sentía mucha vergüenza.

— No llores— susurro sobre mi hombro— Tus morbos son hermosos, me vuelven loco... saber que te tengo sometida, a mí también, me calienta ¿Sientes cómo me pone?— Pregunto envistiéndome con más fuerza, ahogue un grito de dolor contra el sofá.

Intente moverme, pero me sujeto con tanta fuerza que me dolía todo el cuerpo, por lo que decidí dejar que hiciera lo que le plazca conmigo. Luego de unas cuantas embestidas más, coló su mano por debajo de mi cadera, hasta mi punto de placer y comenzó a estimularlo. Fui incapaz de negarme, Bruno siempre conseguía llevarme a puntos inexplicables de placer. Gemimos hasta que ambos nos rendimos al placer de un orgasmo.

Sin decir una sola palabra, desato mis manos y cargándome, como a una niña, me llevo a la bañera, me lavo con mucho cuidado y finalmente nos metimos en la cama.

Esa noche no dormí, las palabras de Somalia retumbaban en mi cerebro. Eso no podía ser una violación, él era mi novio y ambos gozamos, eso significaba que la pasaba bien aunque no quisiera ¿Verdad? Pero si era así ¿Por qué me sentía tan sucia después? ¿Por qué sentía tanta pena al contarlo?

Pero por otro lado Bruno era el hombre perfecto, amable, romántico, dulce, atento y me cuidaba como si fuera su mayor tesoro. Jamás me había golpeado, ni una sola vez, en el tiempo que llevábamos juntos. Pero mi mayor problema es que sentía que sin Bruno mi vida no valía nada, mi vida era aburrida y monótona hasta conocerlo a él. Bruno había revolucionado absolutamente todo y no podría imaginarme seguir mis rutinas sin sus mensajes, sus caricias, sus besos y su adictiva colonia. Mi relación podía ser muchas cosas, pero no era una violenta.


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Mar-Tinez

MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora