Me enamoré de su luz, porque nunca temió a mi oscuridad.
Él era todo lo que yo no: brillo, calidez, valentía. Yo, en cambio, vivía entre sombras, preso de una oscuridad que consumía todo a mi paso. Creí que nadie podría aceptar mi naturaleza hasta q...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Takemichi sintió cómo las mantas que lo cubrían se movían lentamente hacia abajo, destapándolo poco a poco. No quiso moverse, mucho menos abrir los ojos, pero una mano deslizándose por la parte baja de su camisa de pijama lo hizo saltar de la cama de inmediato.
Takemichi-Déjame en paz, joder…-susurró, presionando su espalda contra la pared mientras miraba al azabache tumbado en su cama.
Manjiro-Tan llorón como siempre…-suspiró, girando sobre su espalda para mirar el techo-Ojalá no fueras tan mojigato…Te habría hecho mío tantas veces.
Takemichi-¿Qué estás diciendo…?-murmuró, deslizándose lentamente por la pared hasta acercarse a la puerta-Vete… Déjame en paz. Déjanos a todos.
Manjiro-¿No puedes recordar?
Su voz sonó casi divertida. Giró su cabeza hacia Takemichi con una sonrisa perturbadora.
Takemichi-¿Recordar qué? ¡No sé de qué hablas!-Su pecho subía y bajaba agitado.
-¡Es otro de tus trucos para volverme loco, ¿verdad?!
Parpadeó.
Mikey ya no estaba en la cama.
Parpadeó otra vez.
Y ahora estaba frente a él.
Takemichi apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de sentir los dedos de Manjiro enredándose en su cabello, tirando de él con fuerza hasta obligarlo a incorporarse. Todo su cuerpo temblaba.
Esos ojos oscuros lo devoraban.
Manjiro-Pues te ayudaré a recordar.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Unas manos recorrían aquella cintura mientras unos labios rozaban su cuello. Jadeos entrecortados escapaban de su boca, sus mejillas ardían. Nunca había estado tan desnudo, mucho menos siendo tocado de esa forma.
Todo su cuerpo ardía.
-Yo…-jadeó, intentando encontrar su voz.
-¿Quieres parar?
-S-sí…-susurró, sintiendo su propio cuerpo temblar.
Un suspiro escapó de los labios contrarios.
-Tranquilo, no te sientas mal. Puedo esperar.
-L-lo siento…
-He dicho que no te sientas mal-Una caricia suave recorrió su espalda.
-Tenemos todo el tiempo del mundo…- aquellos labios rozaron los suyos con delicadeza antes de susurrarle contra la piel- porque eres mío.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Taiju-¿No eran niños?
Takemichi-Sí, pero… es decir, eran las mismas voces, solo que más adultas.
Ken-Quizás manipuló las voces para hacerlas sonar infantiles.
Chifuyu-¿Pueden hacer eso?
Taiju-Un demonio puede hacer muchas cosas. Modificar un recuerdo no debe ser muy difícil. Ya viste lo que hizo con la iglesia.
-¡Prometiste que no me dejarías!
Takemichi llevó las manos a la cabeza, mirando al suelo.
-Yo te amo.
-Mientes.
-Te pro…
-No prometas cosas que no vas a cumplir.
-Sí voy a cumplir la…
Las voces resonaban en sus oídos como si tuviera dos altavoces dentro de su cabeza. La abrumadora sensación le arrancó lágrimas involuntarias.
Chifuyu-¡Takemichi! -Se lanzó hacia él justo cuando este cayó de rodillas.
Baji-¡Hostias, todos al suelo!
Los cubiertos de la cocina flotaron en el aire, apuntándolos con precisión antes de salir disparados en su dirección.
Takemichi-Fue aquí…-Todos lo miraron.
Takemichi-Lo he podido ver… el río, las fiestas, las casas… Fue hace mucho tiempo.
Ken-¿Qué más?
Takemichi-Esos niños… Se conocieron y crecieron aquí.
Taiju-¿Estás seguro?
Takemichi-Se querían mucho…
Chifuyu-¿Sabes quiénes son?
Takemichi-Los veo, pero… no los reconozco.
Takemichi podía ver aquel río con claridad. Las plantas se mecían al ritmo del viento, moviendo con ellas aquellos cabellos dorados.
-¡Dios, qué fría está el agua!
-Eres un quejica.
-No lo soy.
-Sí lo eres.
Las manos de aquel rubio se deslizaron por su cintura, atrayéndolo contra su cuerpo.