Habían pasado más de dos semanas desde que había llegado a Venecia y con el paso de los días, las amistades que iba forjando se hacían cada vez más sólidas.
Luka se había vuelto una persona muy comprensible y amable, incluso cuando lo había invitado a salir, se mostró emocionado y más que dispuesto; ahora nos veíamos con más frecuencia para tomar un café o en ocasiones, nos limitábamos a entablar alguna conversación casual en el pasillo entre nuestros departamentos.
El asunto con Caleb era un poco más profundo, pues debido a que yo era la única persona que conocía su secreto, la confianza que teníamos en el otro se había incrementado en poco tiempo y contarnos pequeñas cosas era parte de nuestras pláticas. Siempre se mostraba atento y bien educado, y constantemente me preguntaba por Sharon. Cuando salíamos a pasear, nunca había silencios entre nosotros y al final del día, terminábamos contándonos más de un secreto.
Ferni era otra de las personas con las que, en menos de una semana, había logrado entablar una bonita amistad. Su simplicidad y simpatía habían sido fundamentales para ello. Siempre estaba animada, y sin importar lo que me contara, terminaba sacándome una sonrisa. Se me había hecho costumbre además, ir a su laboratorio fotográfico a imprimir algunas fotografías, y disfrutaba cada plática con ella a pesar de que tenía apenas dieciocho años, pues en ocasiones, su madurez era incluso mayor que la mía.
Por el contrario, Joseph era un caso distinto a todos. Él y yo nos habíamos hecho buenos amigos, desde luego, pues el tiempo que pasaba con él era mucho mayor que el que pasaba con cualquier otra persona, ya que todos los días, a las siete en punto, él tocaba el timbre y pasábamos una hora riendo, hablando y algunas veces jugando algún juego de mesa hasta que Sharon llegaba. En efecto, la amistad entre Joseph y yo crecía cada vez más, pero de forma paralela, crecía también todas esas extrañas emociones a las que no me atrevía a ponerles nombre. Me asustaba sentirme emocionada cuando sabía que lo iba a ver, pero a la vez, era una sensación tan cálida y agradable en el estómago, que sentirla era un poco adictivo. Pero sólo hasta que Sharon finalmente llegaba, puesto que después, lo único que podía sentir era el disgusto y la incomodidad que inundaban a la pequeña fierecilla que sentía dentro de mí, paseándose inconforme de un lado a otro hasta obligarme a abandonar el mismo lugar que ocupaban mis dos amigos.
Me asustaba en gran manera no solo sentir todo eso, sino sentirlo por el chico al que mi mejor amiga amaba, así que trataba de no pensarlo con profundidad.
Di una mirada al reloj negro en forma de gato que Sharon había conseguido y colocado en la pared cercana a la cocina, eran apenas las cuatro y media de la tarde y yo ya había terminado con mis labores de ese día, así que decidí hacerle una visita a Ferni para imprimir las últimas fotografías que había conseguido tomar en la última salida que había hecho con Caleb. Al salir del departamento me encontré con la bonita sonrisa de Luka, recibiéndome en el pasillo fuera de su propio departamento.
— ¿Vas a algún sitio? —preguntó curioso.
— Sí, al laboratorio fotográfico de los Agnelli.
— ¿Te apetece un poco de compañía? —me ofreció.
— No me molestaría en lo absoluto.
Así, caminamos juntos hasta el laboratorio. El clima era cada vez más frío y por donde sea que caminaras, se escuchaban cancioncillas navideñas debido a los ornamentos musicales que colocaban en las tiendas o en las distintas casas. Era siempre un deleite andar por estas callejuelas en una época del año tan bonita. Le eché un vistazo rápido a Luka, cuya nariz había enrojecido debido al frío, pero aún así, lucía verdaderamente apuesto. Sharon insistía en que yo le atraía a Luka y tenía que admitir que, físicamente Luka me atraía también; sin embargo, era como si mis ojos hubiesen quedado cegados por un meteoro y ya no pudieran ver las estrellas en el cielo.
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Manual de lo prohibido
Romance"Volví a posar mis ojos en su figura, dándome cuenta de que cada esfuerzo por no mirarlo se convertía en un fracaso inmediato; era como si me tapara los ojos con las manos pero alcanzara a ver a través del espacio entre los dedos. Quería mirarlo tod...