Capítulo 12

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¿Lo sabía? ¿Cómo pudo haberlo adivinado tan fácil? ¿Era yo demasiado obvia? Me sentí mareada ante tales cuestionamientos y ante la posibilidad de que Luka descubriera mis sentimientos.

Lo miré con pánico, pero entonces me percaté de que él no me estaba mirando, sino que sus ojos estaban puestos en algún otro sitio lejano.

— ¿Ese es Joe? —preguntó, sin despegar la vista.

Seguí la dirección de su mirada y, a unos cuantos metros entre la gente que iba y venía, pude distinguir la figura de Joseph.

Se me fue el aliento, y al mismo tiempo lo recuperé. Luka no lo sabía, sólo había dicho el nombre de Joseph porque lo había visto.

— Creo que sí —musité—. Pero, ¿qué hace aquí?

— Probablemente salió a pasear, como nosotros. Vamos a hablarle —sugirió y sin darme tiempo a responder, me tomó de la mano y me arrastró entre las personas hasta llegar a Joseph que, aun de espaldas hacia nosotros, lucía como un modelo en medio de una sesión fotográfica.

— Joe —le llamó Luka, haciendo que el susodicho pegara un brinco.

Se giró a mirarnos con los ojos abiertos de par en par.

— Perdona, no quería asustarte.

— No, no hay problema —tartamudeó él y luego sus ojos bajaron hacia la mano que Luka tenía entrelazada con la mía. Su ceño tembló, dejando de lado la expresión de nerviosismo que tenía antes en el rostro.

— ¿Estás con alguien o vienes solo? De ser así, podrías unirte a nosotros —sugirió Luka.

— ¿Eh? —subió la mirada— Ah, sí, claro.

— Bien, vayamos hacia allá —Luka señaló hacia la izquierda—. Hay lugares que seguro te gustarán —me dijo.

Aún atada a la mano de Luka, le seguí. Joseph caminaba a mi lado con las manos en los bolsillos de su pantalón y aunque por fuera mi semblante estuviese sereno, por dentro, el latido de mi corazón parecía cantar lleno de emoción y placer.

— Qué casualidad haberte encontrado, Joe —musitó Luka.

Joseph lo miró y le lanzó una sonrisa nerviosa.

— Eh... sí, vine porque... —se quedó en silencio y luego simplemente se encogió de hombros—, porque quería salir un rato. Hoy tuve el día libre en el trabajo, así que... aproveché para dar un paseo.

Sus palabras encendieron mi curiosidad, quería saber a qué se dedicaba, qué le gustaba hacer además de la música. Quería saber tantas cosas de él como pudiera.

— Nosotros también queríamos salir —explicó Luka—, además, Abby aprovecha la ocasión para tomar estupendas fotografías, ¿verdad que sí? —me sonrió.

Le devolví la sonrisa en silencio, porque repentinamente, sentía que la voz se me había ido a algún lugar lejano e imposible de alcanzar, dejándome solamente con el devastador ruido de los latidos de mi corazón.

— Retomando nuestra conversación, Abby, no has respondido a mi pregunta.

— ¿Qué pregunta? —dije, en voz baja.

— ¿De quién te enamoraste?

Abrí los ojos de par en par, sintiendo que casi se me salían de las órbitas y me llevé una mano al pecho porque de pronto, el latido ansioso de mi corazón me cortaba el aire. Joseph, que estaba a mi lado, nos miró íntegramente atento.

— Enamoramiento no, Luka —me obligué a decir, esperando que la voz no me temblara—, es sólo... —¿Qué era Joseph, realmente? ¿Un flechazo? ¿Una atracción temporal?—, es sólo atracción.

Manual de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora