El letrero de neón que brillaba a través del preludio de la noche anunciaba el tipo de establecimiento al que Joe me había traído. No necesitaba que estuviese traducido a mi idioma porque difícilmente podrías confundirlo con otra cosa.
Me mostré indecisa de entrar cuando Joseph abrió la puerta para mí, así que me lanzó una mirada confundida, sus ojos avellanos inspeccionando la expresión de mi cara.
— Es el cumpleaños de un amigo, trabaja aquí, sólo quiero saludarlo, prometo que no tardaré.
— De acuerdo —le dije, pero dentro de mí me inundó la incomodidad.
Desde que mis padres habían muerto a causa de un sujeto ebrio, tomé la decisión de desterrar el alcohol para siempre de mi vida. Tal vez era algo infantil e inmaduro de mi parte, pero todas las personas elegimos sobrellevar nuestras cargas de la manera en la que mejor nos parezca y yo había optado por ello. Por lo que, mientras más me adentraba al sitio, atravesando el angosto pasillo que conectaba la puerta de entrada con el interior del lugar, sentía el estómago ligeramente revuelto. Desterrar el alcohol de mi vida no sólo me había hecho rechazar las bebidas, sino también los sitios como este, donde era el consumo principal. La verdad era que jamás había entrado a un bar antes, por lo que siempre imaginé que serían lugares de mala muerte en donde había sujetos con grandes bigotes y camisas desabotonadas de mal gusto, juegos de billar en donde el resultado de alguna apuesta estuviese a punto de convertirse en una riña y que el aire sería una gran nube del humo maloliente de sus cigarrillos; pero cuando mis ojos finalmente se encontraron con el interior del lugar al que Joe me había traído, me detuve.
De hecho, se veía como un sitio bastante decente. Nada de matones ni humo de cigarrillos, más bien era un lugar donde la gente bailaba alguna especie de música electrónica y la iluminación se oscurecía lo suficiente como para que el montón de lucecitas de colores que atravesaba el recinto moviéndose al ritmo de la música pudiesen verse.
Era como un bar-club, pero mucho más refinado que algunos sitios de América.
— Ven —Joe me tomó de la muñeca, guiándome entre la multitud que bailaba encandilada por la música hasta que me llevó hacia el otro extremo del lugar.
Se recargó en la barra con una elegancia que me pareció extraordinaria.
— Gaspare, un amico. Piacere di vederti! (Gaspar, amigo. ¡Qué gusto verte!) —dijo Joe, elevando un poco la voz para hacerse oír sobre el ruido.
El mozo que limpiaba con un trapo algunos tarros, detrás de la barra, se giró hacia la voz de Joe.
— Joey! Che gioia di vederti qui! (¡Joe! ¡Qué placer es verte aquí!) —era un sujeto alto, con el cabello color rubio platinado peinado hacia un lado. Su rostro, de aspecto varonil, era ligeramente contrarrestado por sus gruesos labios rosados, que se estiraron de punta a punta sólo con ver a Joe. Dejó de lado lo que estaba haciendo y se inclinó sobre la barra para darle un cariñoso abrazo a su amigo.
— Non poteva mancare il tou compleanno (No podía dejar pasar tu cumpleaños) —su abrazo se prolongó por las palabras de Joe.
— Oh, quanti dettagli da parte tua (Ah, qué grande detalle de tu parte)—dijo él, sonriendo agradecido, luego, finalmente su atención se posó en mí. Su mirada curiosa se paseó por mi rostro, haciéndome de pronto querer esconderme detrás de la espalda de Joseph—. Chi è questa bella ragazza? (¿Y quién es esta bella jovencita?)
La sonrisa de Joe que ya adornaba su rostro por el agradable encuentro con su amigo, se hizo más ancha.
Odiaba un poco no entender italiano.
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Manual de lo prohibido
Romance"Volví a posar mis ojos en su figura, dándome cuenta de que cada esfuerzo por no mirarlo se convertía en un fracaso inmediato; era como si me tapara los ojos con las manos pero alcanzara a ver a través del espacio entre los dedos. Quería mirarlo tod...