CAPITULO 36:

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Charlotte se había portado de lo más dulce. Su cooperación ayudó a que mi autoestima subiera al menos un poco y mi mente se despejará de toda la situación que nos abrumaba y rodeaba, al menos por un momento.

—Mis dijes...— susurré, mis ojos se movían alrededor de la habitación. Al abrir el cajón que usaba para guardar ciertas pertenencias, los vi a ambos, como mi destino en una encrucijada, debía decidir cual sería el que usaría. Por un lado tenía el de serpiente el que por mas que me lastimaba, terminaba atrayendome; por el otro, el que me recordaba mi apellido y orígenes, en donde debía estar mi lealtad. Finalmente uno fue usado como brazalete y el otro como collar.

Al momento de llegar fuera de la carpa en donde se llevaba acabo la fiesta, me percaté que el ambiente lucía de ensueño, tal como Fleur y Bill lo habían planeado, y aquello sólo me hizo sentir muy bien.

Y ahí estaba, caminando entre las personas que bailaban o charlaban. Hasta que me encontré con dos figuras conocidas...

—¿Que hechizo usaste?—me cuestionó George, dándome la vuelta

—¿Eres ______ Potter?—pregunto Fred, en tono de sarcasmo—. Dios, ya no pareces tan descendiente de Kreacher...

—Son unos bobos— comenté, mientras le daba un zape a George a quien el cabello zanahoria le voló como un trapeador—. Por cierto, ¿y Harry?

—Ese chico no pierde tiempo— mencionó Fred, con una sonrisa casi coqueta

—Estaba con Charlotte— susurró George en eco

Debí plantearme que esa química no había sido solo una coincidencia, y lo supuse bien, no quería interrumpir a mi hermano. Me parecía más sano que estuviera obsesionado con una chica, que con Draco Malfoy...

—No importa, iré a la mesa de comida— comenté, marchandome sola mientras pasaba por los magos y brujas del lugar

Al llegar a la mesa, me limite a tomar un pequeño trozo de tarta de melaza, estaba tan concentrada en comer, que ignoraba a mi alrededor

-Hola- escuche un saludo tímido, detrás mío

Me gire suavemente, encontrando a cierto mago búlgaro conocido 3 años atrás en el colegio por el torneo de los 3 magos

—¡Anton, que sorpresa!— comenté con una sonrisa de oreja a oreja, realmente me alegraba verlo

—Ha pasado tiempo— dijo, su tono era suave pero grave al mismo tiempo—. Sigues preciosa...

¿Debía sentirme halagada? Probablemente, pero no. Era raro, las palabras como estas se me hacían tan vacías y sin chiste; a comparación de aquellos versos de antaño de cierto mago oscuro, que podían atraparme con tan sólo un susurro 

—Gracias, Anton— respondí educadamente, llevando mis dedos al frío cristal con plata del dije que colgaba de mi muñeca

Él joven mago se pasó las manos por la túnica y después me la extendió—. ¿Aceptas un baile?

"NO" un suave pedido firme en mi cabeza resonó, pero no era una voz de conciencia, era distinta, me pedía a gritos que obedeciera.

—Más tarde, quizás.

Formó una sonrisa tensa, se dio la vuelta sin decir más y aparto de mi. No quería ser así, pero no podía evitarlo.

Pronto olvide la situación y mi mirada se posó en la pista, una romántica pista, los novios bailaban al ritmo de una canción lenta, sus sonrisas denotaban lo enamorados que estaban y una pregunta llegó a mi mente...

¿Todo el mundo merece amor?

Por mi mente cruzaron imágenes. Una larga mano pálida con anillos en los dedos, una túnica negra brillante, un par de esmeraldas brillando en la noche, y latidos de corazones sincronizados. Mi piel parecía arder, al menos en mi mente. Pero todo eso fue interrumpido con una sensación mala que me erizo el vello de la nuca.

•𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐇𝐄𝐈𝐑•~ 𝑻𝑶𝑴 𝑹𝑰𝑫𝑫𝑳𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora