32. Hola mi amor [Epílogo]

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Muchos sonidos de claxon. Advirtiendo y quejándose del tipo loco que va como si hubiera comprado o rentado la autopista.

¡¿Quién le había dado su licencia?!

Porque ese auto iba a toda prisa, esquivando semáforos, altos, y un que otro perrito de la calle, claro que ahora mismo, Mew Suppasit estaba asustado, ¡Y putas que lo estaba!. El corazón le palpitaba, su respiración estaba entre cortada, y jura por su vida que tal vez estaba sufriendo de un ataque de ansiedad. Tenía la adrenalina transpirando por sus poros y temblaba al girar el volante.

Y no es que haya consumido estupefacientes o comido hongos extraños, sino que había un pequeño detalle porque;

¡IBA A SER PAPÁ!

¡Ya!

¡Ahora mismo!

En pocos minutos y con la cuenta regresiva. Él tiempo pasaba tan rápido, que de una noticia tan impresionante y feliz hace unos meses, no sabe que pasó pero ahora va a tener una crisis mental, ya que cuando Gulf le ha marcado hace cinco minutos diciéndole que se sentía mal, que le dolía cada diez minutos y rasgaba todo de lo que se sostenía. Su madurez mental se fue a pique.

-- ¡Si no te apuras va a nacer en la cocina! -- le gritó eso último mientras casi lloraba y le colgó.

Mew abrió los ojos, el teléfono se le cayó de las manos y corrió tan rápido que todos le veían irse. Era una locura. ¡Una puta locura! Porque no sabía si llorar o reírse. Y es que hace ocho meses, donde por fin se casaron, ese día vivió tantas emociones en un día que se daba cuenta que estar con Gulf Kanawut, siempre iba a pasar por momentos únicos e irrepetibles.

No había otro.
Era tan impredecible...

-- ¿Listo para ser mío para siempre? -- le susurró al oído mientras estaban un poco alejados de todos, se encontraban bajo un pequeño kiosko adornado con luces doradas.

Teniendo Mew una copa en su mano, ambos vestidos de negro y arreglados tan perfectamente que la luz que de la luna y aquellas luces de adorno, les hacía sentir como en aquella película romántica que una vez una pareja les comentó que se parecían.

-- Para siempre es mucho tiempo. -- sonrió Gulf -- ¿No podemos tomar unas vacaciones de vez en cuando?

-- Podemos tomarlas juntos.

-- Entonces no.

Se burló él castaño a grandes pero le abrazó, suspirando a la vez, sintió esos brazos fuertes que le hacían sentir seguro y sobre todo amado.

-- Si quiero quedarme para siempre... -- le susurró al final bajito. Él mayor rió cautelosamente, pero Gulf le golpeó el hombro -- Intento ser romántico ¿Y te pones odioso?

-- Tu empezaste -- le abraza más fuerte -- pero acepto tu petición.

-- ¿La mía? -- sonríe -- ¿Quién me pidió matrimonio? ¿Ah?

-- Nunca me dejas ganar. -- niega, le da un trago a aquella copa que nunca soltó, y besa fugazmente esos labios que estaban más colorados que otras veces.

-- Ya no bebas Mew... -- le quita la copa -- estás comenzando a apestar y te juro que vas a dormir afuera.

-- ¿En nuestra primera noche como esposos?

-- Y te juro que la última si comienzas a ser un alcoholico. -- avienta el utensilio de cristal -- además que no quiero malas influencias para nuestro hijo. Debes comportarte Mew.

«MÁGICO»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora