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[Chapter 05]

Los primeros en ser llevados fueron Jimmy y Tommy, después el coche de Zee se detuvo frente al departamento de Saint, que venía detrás completamente perdido en sus pensamientos. No se había dado cuenta siquiera de que ya habían llegado a su destino. Y tampoco fue consiente de cuando sus pies lo llevaron hasta la puerta de su casa.

— Saint, ¿quieres que hablemos? — El mencionado llevo su vista a su mejor amigo — Podemos quedarnos si quieres. ¿Paso algo?

— No te preocupes, estaré bien — sonrió ligeramente, pero sus ojos decían otra cosa.

New que presenció todo lo que había pasado fuera del bar tomó la mano de su novio, indicándole que algo claramente había pasado.

— ¿Sabes que puedes confiar en mí? — Recibió un asentamiento del castaño — No puedes esconderte solo en tu habitación cuando tienes un problema.

— Zee, no quiero hablar de ello...

— ¿Hace cuánto no te permites llorar? — Interrumpió viendo a los ojos del chico.

Suppapong se quedó en silencio unos segundos sin apartar los ojos de la vista del mayor. Su mejor amigo tenía razón, la última vez que se permitió llorar fue el día que su relación con Perth había terminado.

Los días posteriores a ese siempre que sentía que iba a romperse inmediatamente distraía a su mente con cualquier actividad. Era por ello que había permanecido con su agenda llena de trabajo, era una forma en la cual su mente estaría ocupada.

Finalmente sintió los brazos de New rodearle en un abrazo y seguido de ello también lo hizo Pruk. Había sido fuerte durante mucho tiempo y ese nudo en su garganta que tantas veces pudo hacer desaparecer ahora permanecía insistente, mientas ese sentimiento oprimía su pecho. Ya no podía más, había sido suficiente.

Dejó que los brazos de esas personas que tanto aprecio le tenían lo abrazaran, y por primera vez en años liberó a sus ojos de esas lágrimas que habían estado intactas.

Le ayudaron a entrar a su casa cuando sus sollozos se hicieron más fuertes, no querían a las personas entrometidas en lo que evidentemente no era su asunto. Sentía como si su garganta fuera a desgarrarse, no podía creer que había guardado tanto.

— Estamos aquí Saint, nos tienes a nosotros. Permaneceremos a tu lado — las palabras eran reconfortantes, necesitaba tanto eso.

Cuando por fin pudo tranquilizarse se sentó en el sofá abrazando sus piernas. Sus ojos rojos e hinchados miraban el suelo mientras soltaba hipidos silenciosos.

— Iré a prepararte la bañera para que te des una ducha y vayas a dormir — el menor le acarició la mejilla y fue directo al baño, dejando a ambos mayores en el living.

Zee se sentó a su lado acariciando su cabellera.

— Nos quedaremos en el cuarto de invitados — el de piel porcelana levantó la vista — No escucharé protestas, no fue una pregunta, nos quedaremos.