DAY 4

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29 de diciembre de 2021, Hospital EN-MERGENCY

Jungwon no podía evitar llorar cada vez que veía a su amado Jay con sus ojos cerrados, piel tan pálida como la nieve, labios secos y partidos y su rostro tan flaco que sus mejillas hasta habían desaparecido.

Le dolía mucho. Le dolía como si una espada haya atravesado su pecho y corazón sin piedad alguna, pero Jungwon estaba seguro que dolía mucho más que eso, apostaba que esa comparación se quedaba corta al sufrimiento que estaba sintiendo en esos momentos de ver a la persona que más ama al borde de la muerte.

Ver a la persona que más ama con los días contados antes de que le quiten su vida en contra de su voluntad.

Sí, porque nadie, ni siquiera los propios padres de su amado, se han puesto a pensar que es lo que Jay hubiera querido que escogieran para su bien.

Todos eran egoístas, incluso Jungwon se consideraba a sí mismo egoísta, porque todos tienen decisión y opiniones diferentes respecto a la situación de Jay pero ninguno se pone a pensar que es lo que Jay hubiera querido.

—Lo siento tanto mi amor, lo siento tanto por ser tan egoísta en querer aferrarme a ti, a que te quedes a mi lado, sabiendo que estás en una situación tan complicada y seguramente estás luchando contra ti mismo para regresar.

Jungwon tomó uno de las servilletas que estaban en la mesita a su lado para limpiarse el rastro seco de todas las lágrimas que ha soltado desde que entró a la habitación.

Toda esa situación con respecto a su novio lo ha puesto tan dolido, sensible y vulnerable.

Se siente tan solo.

Se siente como un cachorrito abandonado en la calle por la persona que más amaba y confiaba.

Se siente tan vulnerable ante el mundo que siente que cualquier cosa puede romperlo y lastimarlo como nunca antes.

—Pero ni tu, ni yo, ni tus padres y ni siquiera los médicos podemos decidir que es lo que va a suceder contigo, solo nos queda esperar lo mejor, lo mejor para ti.

Jungwon llevo una de sus manos al rostro de su amado, de su bello durmiente, y con una lágrima rebelde cayendo de uno de sus ojos, acarició con mucho amor y delicadeza el rostro que tanto amaba ver en cada mañana que despertaba.

𝗘𝗡 𝗖𝗢𝗠𝗔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora