3. La zona prohibida

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Observé con detenimiento y acerqué mi mano para tomarlo. Era un sobre. Regresé a la puerta y se lo pasé a los demás.

—Eso no es oro —dijo Pope al verlo, con una mezcla de decepción y curiosidad.

Me trepé de nuevo y JJ me ayudó a bajar, ya que los demás estaban alrededor del sobre.

—Mierda —dijo Jhon B al verlo y nos miró—. Esto es de mi papá.

Sonreí, sintiendo que estábamos un paso más cerca de la verdad.

—Código rojo. Traficantes —dijo JJ, mirando hacia una luz de linterna que se acercaba desde la distancia.

—Vamos. Rápido —respondí, sintiendo la adrenalina aumentar.

—¿Son los que entraron a tu casa? —preguntó Pope a Jhon B mientras nos ocultábamos detrás del panteón.

—Las luces —les dije, observando cómo intentaban apagar sus linternas.

—Justo ahí, veo algo —oímos a lo lejos.

—¿Creen que son ellos? —preguntó Kie, inquieta.

—Tiene un arma —dijo JJ, sus ojos fijos en la silueta que se acercaba.

—Al diablo —respondió Kie, y de repente comenzó a correr. La seguimos rápidamente.

—¡Rápido! —grité, tratando de mantener la calma en medio de la confusión.

Trepamos las rejas y saltamos al otro lado.

—Chicos, estoy atorado, ¡estoy atorado! —gritó Pope, y lo miramos con preocupación. Su pantalón se había quedado atrapado en la reja. Nos dirigimos a ayudarlo, pero antes de que pudiéramos hacerlo, JJ tomó el arma que había dejado y apuntó hacia la dirección de la luz.

—¿Estás loco? —exclamé, rápidamente tomando su brazo y bajándolo.

En ese momento, el pantalón de Pope se rompió de un tirón, y él cayó al suelo, ahora en ropa interior.

—¡Vamos! —grité, tratando de contener la risa a pesar del peligro.

—Es lindo, vamos amigo, ¡es un chocolatito! —bromeó JJ mientras entrábamos a la camioneta. La tensión del momento se rompió por un instante, y aunque el peligro seguía acechando, no podíamos evitar reír ante la situación absurda en la que nos encontrábamos.

Mientras JJ conducía rápidamente, el corazón me latía con fuerza. Sabía que estábamos en problemas, pero también que habíamos encontrado algo importante. Con el sobre en nuestras manos y la adrenalina corriendo por nuestras venas, no podíamos permitir que nada nos detuviera.

• • •

Estábamos en el Chateau. Encendí una vela en la cocina, donde Jj estaba preparando un sándwich. Desde el huracán, la electricidad no había vuelto a esa parte de la isla.

—Ese pan tiene moho hace tres días —le dije, mirando la rebanada que había elegido.

—Le quitaré las partes feas. Además, el moho es bueno, es un organismo natural —respondió Jj, encogiéndose de hombros mientras seguía con su tarea.

Rodé los ojos y me dirigí a la mesa, donde los demás estaban reunidos alrededor del sobre que habíamos encontrado. Me acerqué justo cuando Jhon B lo abría, y en ese instante, Jj dio un mordisco al sándwich, solo para escupirlo inmediatamente.

—Te lo dije —comenté, tratando de contener una sonrisa.

Jhon B extendió un mapa sobre la mesa.

—La cruz marca el lugar —dijo Pope, señalando una marca dibujada en el mapa. Todos lo miramos, expectantes.

golden girl | rafe cameron & jj maybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora