7. Timon en movimiento

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Kooks y Pogues. Dos tribus. Una isla.

Pensé que era obvio. Cuando me hice amiga de Jhon B y los chicos, dejé de ser Kook. Me sentía como si hubiera cruzado una frontera invisible hacia un lugar donde encajaba, donde pertenecía. Sería Poguelandia para siempre. Pero cuando volvimos a Kildare, todo estaba al revés. J.J. comenzó a alejarme, Jhon B desapareció con su padre, Pope se sumió en su relación con Cleo, Kie pasaba todo el tiempo que podía con sus papás, y yo, al igual que Sarah... busqué consuelo en mi vida anterior, en los Kooks.

De la nada, Rafe había vuelto a ser el chico encantador que conocí, pero lo que nunca vi venir fue que quien me lastimaba ahora era J.J.

Nací Pogue, me volví Kook, elegí ser Pogue nuevamente, pero ¿qué soy ahora? ¿Kook o Pogue? Sinceramente, ya no me reconozco. 

El caos de la fiesta giraba a mi alrededor, pero en mi mente, todo era un torbellino de emociones contradictorias. Comencé a sentir una presión enorme en el pecho; mi cabeza repetía las palabras de J.J., los golpes de Jhon B, la cara ensangrentada de Topper y los sollozos desgarradores de Sarah.

Sin poder soportarlo más, tomé mi teléfono y marqué el número de Rafe.

—Estaba esperando que llamaras —dijo él desde el otro lado de la línea, con un tono entusiasta. Pero al no oír respuesta de mi parte, su voz cambió—. ¿Sophia? ¿Estás bien?

—¿Puedes venir a por mí? —pregunté, con la voz temblorosa—. No me siento muy bien, necesito salir de aquí.

—No te muevas —respondió, y colgó.

Sin mirar atrás, me alejé y caminé hacia la calle, intentando respirar más calmadamente, deseando pasar toda la mala situación. Cada paso que daba era una lucha interna entre lo que había sido y lo que estaba tratando de ser. En cuestión de minutos, la camioneta de Rafe se detuvo frente a mí. Él bajó y corrió hacia mí.

Mi primer impulso fue abrazarlo, sin decir nada, sin mirarlo a los ojos; simplemente me escondí en su pecho, buscando el refugio que tanto necesitaba. Él no preguntó, solo me abrazó de nuevo, acariciando suavemente mi cabeza, como si intentara transmitir todo su apoyo a través de ese gesto. Me sostuvo durante unos segundos que parecieron una eternidad.

—Vámonos —me dijo, y me llevó a la camioneta. Me ayudó a subir y cerró la puerta detrás de mí, como si estuviera cerrando el capítulo de la noche y abriendo uno nuevo, lleno de incertidumbre, pero al menos, lejos de la tormenta emocional que había dejado atrás.

Mientras el motor rugía y la camioneta se alejaba, sentí que, aunque no sabía quién era exactamente en ese momento, al menos tenía a Rafe a mi lado, y eso era un comienzo.

Outer Banks, el paraíso en la tierra. Un lado para los pogues y otro para los kooks. Desde el momento en que naces, te dicen a qué lado perteneces. Pero creo que no eres lo que la gente te dice; eres lo que eliges. Es del lado donde esté tu corazón.

• • •

Abrí los ojos por la fuerte luz del sol que caía en mi rostro. Con un movimiento lento, me di la vuelta y vi a Rafe de pie, dándome la espalda, buscando su camiseta en el suelo.

—Hola —dije al verlo, y él se giró hacia mí, sonriendo con esa calidez que siempre me hacía sentir un poco mejor.

—Hola —me respondió, acercándose y dejando un suave beso en mis labios. Luego, se separó y me dio otro en la frente, un gesto tierno que me hizo sentir protegida. —¿Cómo estás? —preguntó, su voz suave, pero noté una ligera tensión en su rostro.

—Mejor —dije, sentándome en la cama. Me di cuenta de que llevaba puesta una de sus camisetas, un recordatorio del refugio que encontraba en él.

—¿Quieres decirme lo que pasó anoche? ¿Qué te preocupa tanto? —inquirió, su tono calmado pero con un destello de enojo que no podía ignorar.

golden girl | rafe cameron & jj maybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora