1. El oro

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El ambiente estaba pesado, como si el aire mismo estuviera impregnado de la tristeza de nuestra pérdida. El árbol de Château, un lugar que había sido testigo de tantas aventuras y risas, ahora se convertía en un símbolo de lo que habíamos perdido. Las palabras que habíamos tallado en el tronco resonaban en mi mente, recordándome la fugacidad de la vida y la fragilidad de nuestros sueños.

—Por Jhon B —dijo Jj, su voz llena de respeto y nostalgia.

—Y por Sarah —agregué, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos. Sabía que era un homenaje, pero el dolor de su ausencia era abrumador.

Kie se acercó al árbol, sosteniendo una pequeña caja que contenía algunas de las pertenencias de Jhon B. Con un gesto solemne, la dejó allí, y juntos, comenzamos a enterrar el recuerdo. Era un acto simbólico, pero cada grano de tierra que caía parecía pesar toneladas en nuestros corazones.

Observé el árbol durante unos segundos más, sintiendo cómo la angustia subía por mi garganta. Era un recordatorio constante de lo que habíamos perdido y de cómo el mundo seguía girando a pesar de nuestra devastación. Me levanté, incapaz de soportar el dolor en el ambiente, y comencé a alejarme.

Sentí sus miradas sobre mí, pero no podía quedarme allí ni un momento más. La tristeza me envolvía y, mientras caminaba, las lágrimas finalmente comenzaron a caer. No quería que me viesen llorar, así que aceleré el paso, buscando la soledad que me permitiera procesar todo lo que había sucedido.

La vida seguía, pero yo estaba atrapada en este momento, en este dolor. El árbol quedó atrás, y con él, el eco de risas y recuerdos que ahora se sentían tan lejanos.

• • •

La atmósfera en la escuela era densa, llena de murmullos y miradas curiosas. A medida que avanzábamos, sentía que cada paso resonaba como un tambor en el silencio incómodo que nos rodeaba.

—Oye, tranquilo —le dijo Kie a Jj, intentando suavizar la tensión que él mismo había creado.

—Si me desmayo, no me lo recuerdes —respondió él, un tono de sarcasmo en su voz, pero no parecía que lo tomara a la ligera.

—No es gracioso —replicó Kie, claramente preocupada.

Los murmullos de los estudiantes aumentaban, y yo podía sentir la presión de sus miradas sobre nosotros, como si fuéramos el centro de un espectáculo del que no queríamos formar parte. Era como si cada persona en el pasillo estuviera esperando que dijéramos algo, que nos defendamos o que simplemente nos hundiéramos en el silencio.

—Siento que la gente nos mira —dijo Kie, y me volví hacia ella.

—Sí, lo hacen —confirmé, mi voz baja, casi un susurro.

Pope, nervioso, comenzó a caminar más rápido. —No puedo llegar tarde —murmuró, y me dio la impresión de que estaba tratando de escapar de la situación tanto como nosotros.

—Oye, debemos mantenernos juntos —le dijo Kie, extendiendo su mano en un gesto que pretendía ser reconfortante. Él la tomó, y mientras avanzaban, me di cuenta de lo importante que era ese apoyo en ese momento.

—Mantenernos juntos, sí, claro —murmuró Jj, visiblemente molesto, mientras me pasaba. Chocó suavemente mi hombro, pero no le presté atención. Estaba más concentrada en lo que había sucedido y en cómo nos afectaba a todos.

Caminé detrás de ellos, sintiendo la mezcla de emociones que burbujeaban en mi interior. Era difícil mantenerse fuerte, y aunque quería aferrarme a la idea de que juntos podríamos superar esto, la realidad del momento pesaba sobre nosotros como una losa.

golden girl | rafe cameron & jj maybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora