4. Volver a casa

478 29 0
                                    

Desperté por la luz del sol que entraba a raudales por la abertura de la camioneta. Abrí los ojos lentamente y traté de reincorporarme, sintiendo una ligera rigidez en mis músculos. Me había quedado dormida sobre JJ, quien aún estaba profundamente dormido, su respiración suave y tranquila. Lo observé en silencio, recordando el beso que compartimos la noche anterior. Mi corazón dio un leve brinco al rememorar ese momento, una mezcla de emoción y nerviosismo me recorrió.

Sonreí para mí misma mientras lo contemplaba. Sin embargo, la paz se rompió cuando miré a Pope y a Kie. No estaban dormidos, como esperaba, sino que estaban sentados en la parte trasera de la camioneta, viéndonos con sonrisas burlonas en sus rostros.

—Ni una palabra —les advertí, frunciendo el ceño.

Kie levantó las manos en señal de rendición, pero sus ojos brillaban de complicidad. Ambos se miraron entre ellos y estallaron en risas, claramente disfrutando del espectáculo.

• • •

Íbamos en la camioneta ya arreglada, camino a la casa donde debíamos ir.

—Son sofisticados. Tienen tres gobernadores en la familia. Gobiernan Charleston hace 300 años —les dije sobre los Limbrey.

—Nuestros kooks parecen pogues en comparación —dijo JJ al llegar a la casa, que era una gran mansión. —¿Estás seguro que es aquí?

—Eso creo —dijo Pope.

—Está bien —dijo JJ y bajamos—. Ciudad ricachona, sí.

Nos pusimos de pie frente a la entrada. Había unas altas rejas que protegían la casa de manera casi excesiva.

—¿Son para que nadie entre? —dijo JJ, viéndolas.

—No —dije, viéndolas. Él me miró confundido.

—Ahí estaban los esclavos. Eran para que nadie saliera —dijo Pope.

Pope golpeó la puerta y un hombre abrió. Nos miró, especialmente a Pope.

—Tú debes ser Pope.

Nos miramos, el aire se sentía tenso.

—¿Eres el señor Limbrey? —preguntó Pope.

—La señorita Limbrey te esperaba ayer.

—Lo siento, nuestro auto se averió.

—El carburador explotó en el medio de la nada. Lo siento —dijo JJ, y el tipo lo miró, luego volvió a mirar a Pope.

—Sí, se molestó cuando no apareciste.

—Intentamos llamar, pero no hay número en la invitación. Vinimos lo más rápido que pudimos —dijo Kie, y yo la miré, sintiéndome incómoda en ese sitio.

—También esperaba que vinieras solo —le dijo el hombre a Pope.

—Son mis amigos. Me ayudaron a encontrar el Merchant —trató de explicar Pope, pero el hombre no parecía convencido.

—Las instrucciones eran claras: esperaran afuera.

—Somos como un paquete, ¿sabes? —quiso decir JJ, pero yo jalé su mano, sintiendo que las cosas se estaban saliendo de control.

—Está bien, esperaremos fuera —dije, sin quitar mi vista del tipo. Él me miró fijamente, como si intentara evaluar cada parte de mí.

• • •

—Miren, si Limbrey es de fiar, arrestarán a Ward y Sarah recibirá el oro —dijo Kie en la camioneta mientras veíamos a Pope salir de la casa con el tipo y una mujer rubia, la señora Limbrey, dirigiéndose al patio trasero.

golden girl | rafe cameron & jj maybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora