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(Los trajes de la imagen multimedia son los que intente describir más adelante, y por lo tanto, los que usarán Miku y Kaito en esta ocasión

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(Los trajes de la imagen multimedia son los que intente describir más adelante, y por lo tanto, los que usarán Miku y Kaito en esta ocasión...)

Tú padre me dijo que respetará tus desiciones, así que eso haré. Pero como tu madre y como reina, tengo el deber de decirte que aceptar al príncipe es lo mejor para el reino, pero debes tener cuidado porque cuando sean monarcas su relación cambiará de forma drástica.

Una y otra vez.

Miku aprieta su cabeza con ambas manos intentando olvidar.

Dejarán de ser tan unidos, enfocate en el reino y no en tu relación. Entiende que de alguna u otra forma se alejaran.

La presión en su pecho es demasiada, duele amargamente el pensar que no tiene más opciones, de una y otra forma lo suyo esta destinado a fracasar.

— Lo amo, lo amo tanto... Y no deseo hacerle ningún mal — Habló para si misma en un intento de calmar su conciencia.

Si acepta a Kaito le hará daño, lo ilusionará con una relación de amor y de una u otra forma se quebrará.

No debía haber escuchado esta mañana, no debia ir donde su madre a comentar su decisión de aceptarlo.

Su cuerpo ya no descansa, se desborda de desesperación por no saber que hacer a tal punto de que las lágrimas amenazaban por caer por sus mejillas frías.

— ¡Ya es hora! — Rin entró a la habitación haciendo un gran estruendo como siempre, con una inmensa sonrisa ajena a toda preocupación, sin embargo, se detuvo al ver a su amiga aún en la cama — ¿Estás bien? — Preguntó.

Miku quien se seco las lágrimas tan pronto como escucho a su amiga, asintió — Tranquila, estoy bien... — Respondió cuando notó la preocupación de la rubia quien se lanzó a darle un abrazo fraternal.

— Pensé que estarías algo nerviosa por el baile, así que vine antes de tiempo ¡Prepare una partida de cartas! — Gritó en un intento de hacerla sentir mejor.

La princesa lo agradeció asintiendo a su idea y en un par de minutos su cabeza estaba algo más dispersa del tema en específico que le causaban daño, además odiaba mostrarle a Rin su tristeza.
— ¿Estás muy preocupada...? — Preguntó la rubia apenada, su amiga suspiró y negó en un suave movimiento de cabeza.

— Estoy más tranquila gracias a ti — Respondió mostrando una sonrisa que la tranquilizó.

— Entonces... ¿Que te parece si vemos tu vestido? — Soltó con emoción recordando la caja que estaba sobre el escritorio.

— Suena genial — Mintió, aunque no quería hacerlo era algo que no podía postergar, y como lo ha hecho varias veces en su vida ocultaria su malestar esperando que nada grave pase en esta jornada que le revolvía el estómago.

No cuentes con mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora