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El sol apenas había salido, era una mañana de aquellas donde el sol los alumbraba pero el frío bajo sus pies era demasiado grande como para vencer a aquellos rayos de sol recién despertados

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El sol apenas había salido, era una mañana de aquellas donde el sol los alumbraba pero el frío bajo sus pies era demasiado grande como para vencer a aquellos rayos de sol recién despertados.

Dos jóvenes príncipes eran transportados en un carruaje cerrado, desde el castillo al área más lejana de toda la capital para la inauguración de una escuela nueva.

Por la noche del día anterior, en donde como siempre estaba con Rin antes de marcharse a la cama, se quejaba una y otra vez respecto al tema.

Miku, bajo ninguna circunstancia, quiere compartir responsabilidades de la corona del reino aqua con un extranjero.

— Es algo completamente absurdo, yo soy la princesa, yo seré su reina... ¿Por qué meter a Kaito en esto si su estadía ni siquiera está asegurada...? — Se quejo nuevamente mientras Rin solo estaba en silencio peinando su largo cabello.

— No seas melodramática, solo ve el lado positivo, tu padre pudo haber mandado solamente a Kaito, en cambio también iras con él... Es tu oportunidad de mostrar lo que tienes para ofrecer como reina — Aconsejo y como ella solía hacerlo, movía las cuerdas a su manera, tanto como para que Miku demuestre lo que ha logrado estudiando, así como para que ambos herederos de la corona se mezclen aún más.

Era a ella quien podían perfectamente apodar como: La que quiere ver al mundo arder.
— Tienes razón, es mi oportunidad para demostrar que puedo ser una reina ejemplar... Solo ignoraré a Kaito y lo haré a mi modo — Habló más emocionada la futura monarca, mientras Rin solo sonreía.

— Claro, claro es una excelente idea... Tú puedes — Le apoyo cruzando los dedos en secreto.

Sabe que ella no lo puede ignorar a Kaito del todo, lo notó aquel día que ella acompañaba a ambos príncipes con sus estudios, y sonrió al ver como su amiga no podía concentrarse y en más de algún momento se quedó estática mirando al chico acomodado frente a ella, y como se distrajo de su lectura una y otra vez para observarlo leer, con esos mechones de cabello sobre su frente y sus ojos hermosamente azules.

— Espero que ambos tengan mucha suerte — Dijo una vez todo parecía ya más calmado por parte de la chica.

Para el día siguiente ambos príncipes habían sido levantados temprano, demasiado temprano, tanto que la mismísima princesa dormía apoyada en el hombro de su posible prometido, ignorando todo el ruido del exterior y también los tambaleó del muchacho que pese a que intentaba no moverse, parecía estar demasiado nervioso para estas cosas.

Kaito leía una y otra vez el papel entre sus manos, el cual había estado toda la noche escribiendo.

No podía fallar ahora, esto es una prueba que el rey le impuso, que clase de monarca sufre de pánico escénico, solo él. Simplemente sabe que su compromiso depende de en gran medida de sus tierras, y su calidad como rey. No importa lo enamorado que este, por egoísta que suene, eso no ha de convencer a los padres de Miku.

No cuentes con mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora