EPÍLOGO

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El imperio Ceruleo tenía ya un par de años desde su fundación, de la mano de la reina del reino aqua y del rey del reino azul, dos extensos territorios fueron únicos y así dando vida al primer gran imperio del continente

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El imperio Ceruleo tenía ya un par de años desde su fundación, de la mano de la reina del reino aqua y del rey del reino azul, dos extensos territorios fueron únicos y así dando vida al primer gran imperio del continente.

La calidad de vida allí era incomparable, la organización por sectores era algo muy útil para gobernar tanto territorio y por su puesto la gran gestión de los reyes era algo que los pueblerinos no podían ignorar.

Sí, sí cualquier turista preguntaba por los reyes, cualquier sin importar quien le diría lo mucho que los estiman y esperan muchos años más acargo.

Era un día hermoso en la capital, el cielo estaba totalmente despejado aquel día, por lo mismo en una tarde tan bonita como la que estaban teniendo los colores anaranjados eran un espectáculo sin igual.

El gran castillo construido estrategicamente en el punto centro del imperio diseñado para la nueva generación de reyes era una atracción turística sin igual.

Construido de la mezcla de colores grises de la piedra y el blanco del mármol con grandes ventanales y sus tejados de un color aqua brillante coronado con banderines de azul, blanco y turquesa mientras era iluminado en su totalidad con la nueva tecnología de los faroles por la noche y un gran jardín de flores por todo alrededor.

Los empleados y la familia real vivían cómodamente y a la vez, tenía todo lo adecuado para facilitar el trabajo real.

— Para la próxima recuerda por favor, la atención es de las dos hasta las cinco los días martes y jueves, también deseo tiempo para mi — La mujer hablo usando su carisma mientras guiño uno de sus ojos.

— Si mi reina, se lo agradezco mucho y pido mil disculpas por quitarle de su tiempo — Respondió el aldeano haciendo una reverencia a la hermosa mujer que descansa sentada en el trono.

Con los labios brillantemente rosados, la mujer sonrió despidiendo al último de los hombres que el día de hoy deseaba hablar con ella en persona como lo hacía con muchos más estos días dedicados precisamente a hablar con sus súbditos y ayudarlos.

La reina ya no era una inexperta joven monarca, su talento nunca fue puesto en duda sin embargo aquí en estas tierras todos ya saben de su buen juicio y poder.

Su fina figura cubierta por un hermoso vestido parecía esculpida por el artista más profesional del mundo mientras que su largo cabello caía por sus hombros y el trono, la corona descansa en su cabeza y la capa real sobre sus hombros.

— Cierren las puertas del servicio por favor, no recibiremos más comensales hoy. El trabajo ha terminado — Habló a sus sirvientes que obedecieron con precisión y agilidad.

La gran monarca dueña de todo camino con sutileza por los pasillos de su propio castillo.

— ¿Harás horas extras en tu oficina esta tarde? — Preguntó una mujer de corto cabello rubio y ojos azul claro uniéndose a la caminata.

No cuentes con mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora